En la 2ª mitad del siglo XIX, en las paredes del cementerio de Sonseca, el más allá en verso. |
1889
Adiós esposa querida,
adiós hijos de mi alma,
que me voy a la otra vida,
que Jesucristo me llama.
Con Dios madre de mi alma
y mis queridos hermanos,
despidiéndome de todos
y de este mundo tan amargo.
Ramón García Benito, 40 años.
Dos cipreses del camposanto de Sonseca en la zona más antigua escoltan la entrada. |
1891
La bendición de mi esposo
y también de mis hijos,
que me voy al otro mundo
a gozar a Jesucristo.
Hijos, quedaos con Dios,
que yo ya me estoy muriendo
y por quedar dos solteros
mi grande duelo me llevo.
Justa Sánchez, 55 años.
Adiós madre y esposa,
de Dios me voy a gozar;
mi vida ya se concluye
por toda la eternidad.
Cuantos sentimos tu muerte
con mucha pena y dolor;
a Dios todos pedimos
por su eterna salvación.
... Martín, 45 años
1894
Desde que yo vine al mundo,
que desgraciado nací;
arrastrando por el suelo
todo el tiempo que viví.
Ya me llegó la muerte,
acabé de padecer
y en un triste desconsuelo
a mi familia dejé.
Antonio Rielves y Galán, 22 años.
Detrás del cementerio de Sonseca, el tanatorio como preámbulo. |
1895
¡Buena esposa! ¡Madre tierna!
¡Qué muerte tan prematura!
En eterna desventura,
hoy a tu familia dejas.
¡Adiós!, pues, ¡madre querida!
¡Qué triste y en larga fecha!
bajo un carruaje deshecha
fue en un momento su vida.
María Peces del Duero
Murió atropellada por un carruaje el 19 de octubre
SIN FECHA
Artista fiel y aplicado
en la industria lanera ha sido,
modelo de virtud sin otro,
conocidos y amigos le han sentido
en la Escuela Normal fue admirado
de profesores y alumnos su trato.
Eladio García de Blas
Sin palabras. |
Aquí el amor paternal
lamenta un hijo querido,
más no lloréis padres queridos
pues Dios a mí me ha ceñido
con la corona inmortal.
Amalia Carraco, 6 años.
Abundan las flores naturales y artificiales en las fechas cercanas al día de los DIFUNTOS. |
EPÍLOGO
Si a contemplar os ponéis
lo que pasáis por aquí;
os suplico recordéis,
lo que que yo en mi infancia fui.
Según los años pasaban,
tal crecían mis tormentos
pasando noches y días
entre ayes y lamentos.
Cuando algo más crecido
la muerte me arrebató
de los brazos de mis padres
y al sepulcro me llevó.
En donde a todos suplico,
que me encomienden a Dios;
así podré conseguir
el gozar de su mansión.
En una hornacina me encuentro a una Santa Teresa de Jesús. |
Fuentes escritas:
PENSAMIENTOS DEL MÁS ALLÁ
En la paredes del cementerio de Sonseca
Idea recopilatoria de José Luis López Pérez y Salvador Peces Sánchez
Abril del 2001