martes, 21 de mayo de 2024

CATÁSTROFE AÉREA EN SONSECA, 10 DE MAYO DE 1924. 100 AÑOS, UN SIGLO, SE CUMPLIERON HACE UNOS DÍAS.

    Con motivo de esta efemérides, traigo el recuerdo del suceso, accidente, gracias al artículo que sobre él se publicó en el programa de Ferias y Fiestas del 2008. Su autor, Manuel Aguado Martín, nos lo brinda muy gustoso para su mayor difusión y disfrute  por medio de este blog, siempre a su disposición, para temas sonsecanos en los que él investiga desde hace años.


                      HISTORIAS DE AVIACIÓN


Fotografía hecha antes de la tragedia.

   El sábado diez de mayo de mil novecientos veinticuatro era un día claro,  normal en esta mes. Sobre las diez de la mañana (teniendo en cuanta la diferencia horaria) el pueblo se encontraba inmerso en sus quehaceres diarios. Si acaso en este sábado se notaba alguna diferencia era porque el lunes siguiente (doce) se celebraba la romería de san Gregorio, Pero a esta hora, un fuerte ruido proveniente del cielo hace que todos alcen su mirada al mismo, viendo, sino todos si una gran mayoría, por primera vez en su vida, una aeroplano que sobrevuela el pueblo e inicia los movimientos previos al aterrizaje, lo que lleva a cabo en Villaverde.

   Allí se dirige una muchedumbre (al parecer casi todo el pueblo, o como dirían posteriormente los periódicos de Toledo sobre unas dos mil personas).

   Entre los primeros en llegar se encuentran los médicos Díaz Guzmán, y Sánchez Laulhé; los concejales García Martín, Lago, Martín Barbero, Gil Cerdeño y Martínez Orgaz y un obrero de la madera, Alfonso Perezagua García-Aranda.

   La multitud rodea al aparato y al piloto, quien dice ser el Soldado de Ingenieros de la Escuela de Aviación de Alcalá de Henares, MANUEL FERNÁNDEZ LÓPEZ, que realiza el último vuelo de su periodo de formación dentro de la VI Promoción de Pilotos de Tropa (entonces los pilotos eran militares Oficiales o Tropa), indicando que se dirigía a Daimiel, pero que se ha perdido y que ha aterrizado para poder orientarse y seguir su vuelo.

   Una hora más tarde, sobre las once, la multitud, siguiendo las indicaciones de los alguaciles y concejales que allí se encuentran, hace un pasillo por donde debe despegar el avión.

   El piloto, que "reglamentariamente viajaba solo", pide ayuda a Alfonso Perezagua para poder poner en marcha su aeroplano. Éste debe hacer girar la hélice para que el motor arranque, sin embargo, no consigue imprimir la suficiente violencia en la misma por lo que el piloto le pide que suba al avión para que él mismo haga girar la hélice.

   Alfonso, en un primer momento no accede a ello, pero la insistencia del soldado, unida a las constantes afirmaciones sobre la falta de peligro, hace que acceda y se suba al aparato. El piloto se intenta subir y el avión varía su recorrido, puede ser que el peso del soldado le haga girar, metiéndose entre el gentío. La hélice golpea, rompiéndose en las personas que arrolla, un niño vuela por los aires mientras la chica que lo sujeta cae al suelo; el joven Juan Francisco Arroyo Fermín, tras lo visto sufre un ataque epiléptico, son varios los que sufren graves heridas producidas por el avión.

   La Guardia Civil tendrá que proteger al piloto, salvándolo de las iras de la muchedumbre y lo trasladará a Orgaz, donde quedará retenido.

   El resultado del incidente es el siguiente: Francisca Lorenzo García-Pulgar, de diecisiete años y el niño con el que convivía, y en esos aciagos momentos tenía en brazos, Ángel Ruedas Gallego, de dos años de edad, resultan muertos a consecuencia de diferentes golpes producidos por el avión; José Barbero García, uno de los aguaciles, tiene fractura abierta del brazo derecho, que será preciso amputar ese mismo día sobre las diecisiete horas; María Caberta Garoz presenta una herida en el antebrazo derecho, de unos quince centímetros, fractura del húmero del mismo brazo por su parte media y grandes contusiones en diferentes partes del cuerpo, que provocarán la pérdida del brazo posteriormente; Emiliana Rodríguez y Martín, muestra una herida de ocho centímetros en el brazo derecho región deltoides, otra en el codo del mismo brazo, de seis centímetros, interesando la piel y los músculos y varias heridas de menor importancia en la cabeza. La mala suerte se cebará con esta de 27 años, que al día siguiente volverá a sufrir otro accidente, quedando abrasada y falleciendo a consecuencia de sus quemaduras, además hubo otros heridos, pero de poca importancia.

   Resultó digna de todo tipo de alabanza la conducta del médico titular de Ajofrín, D. Miguel Marín y Martín, que al enterarse del suceso se sumó inmediatamente a las labores de atención a los heridos.

   Al día siguiente, reproduciendo lo publicado en "El Castellano", "a las ocho y media, tuvo lugar el sepelio de la desgraciada Francisca Lorenzo y García-Pulgar; al acto asistió una numerosa representación de la Asociación de Hijas de María, el Ayuntamiento, presidido por el señor delegado gubernativo y el pueblo entero, constituyendo el acto una grandiosa manifestación de duelo.

   A continuación tuvo lugar el del angelito Ángel Ruedas y Gallego, que tuvo el mismo acompañamiento que el anterior".

FOTO de El Castellano, entierro.

   La romería de san Gregorio resultó afectada, también según lo publicado en "El Castellano". " en virtud de los desgraciados sucesos acaecidos ayer, (la cofradía decidió) suspender dichas fiestas hasta la semana próxima".

   Ese mismo día, once de mayo, sobre las once de la mañana, se presentaron en el pueblo para hacerse cargo del avión don Roberto White Santiago, perteneciente al Arma de Caballería, que a la sazón ya era un héroe nacional y un personaje ilustre en la historia de la aviación española, tanto por su comportamiento, como piloto en África, como por haber sido el primer piloto español que había conseguido amerizar, por tanto, el primer hidrista español.


Teniente don Roberto White Santiago, primer piloto de hidroavión de España.

   El catorce de mayo de mil novecientos veintiséis, el pertinente Consejo de Guerra fallaba la Causa seguida por delito de homicidio cometido por imprudencia contra el soldado de Ingenieros Manuel Fernández López y el paisano Alfonso Perezagua García-Aranda, resultando estimativos de delito los hechos que motivaron su procesamiento.

   Mientras, el piloto, en ese momento Cabo, Manuel Fernández López fue condenado a la pena de cuatro meses y un día de arresto mayor con accesorias de suspensión de cargo público y derecho de sufragio, para cuyo cumplimiento le será de abono la prisión preventiva que hubiese sufrido. En concepto de responsabilidad civil deberá abonar a José Barbero la cantidad de seis mil trescientas setenta y cinco pesetas; a los herederos de Francisco Lorenzo y Ángel Ruedas cinco mil doscientas cincuenta y dos mil setecientas pesetas respectivamente; a María Caberta ocho mil trescientas cuarenta y nueve pesetas; a Benigno Arroyo y su hijo Simón (erróneo era Fermín) ciento tres y mil cuatrocientas pesetas, al médico D. Miguel Mariño (Marín) cien pesetas y al Estado cuatrocientas setenta y una pesetas con cuarenta céntimos, importe de una hélice del biplano que resultó rota y de los gastos de recogida del aparato; debiendo sufrir el condenado la prisión subsidiaria en caso de insolvencia, de la tercera parte de la pena impuesta".

   De esta pena únicamente cumplió cuarenta días, lo que hizo entre agosto y septiembre de 1926, siendo indultado por Real Orden, publicada en Boletín Oficial del Ministerio de la Guerra en diciembre de 1926. Manuel Fernández López se retiró con el empleo de Capitán Piloto el 13 de marzo de 1945.


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Gracias amigo visitante por compartir este paseo por esta singular visión de mi pueblo, fruto de inquietudes recopiladoras desde...

Gracias, por ocupar parte de su tiempo en descubrir estos retazos, fragmentos, pinceladas de un laborioso pueblo como Sonseca, que ha demostrado a lo largo de su Historia saber superar con inteligencia creadora y ejecutiva las circunstancias más desfavorable.

Gracias, por leer y observar mis "entradas" metidas a golpe de corazón, como intuyendo lo que nos une y nos anima a seguir ampliando nuestros límites personales afianzando lo que somos y de donde venimos.

Disculpas por las erratas que siempre lleva un texto escrito aunque se haya realizado con lo mejor que uno ha aprendido.
























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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