jueves, 16 de febrero de 2017

PINTURAS DEL CAMARÍN DE LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS DE SONSECA

José Jiménez Ángel, PINTOR DE LA CATEDRAL DE TOLEDO, las pintó en 1706.

Breve retazos de la biografía de este pintor con madre de Las Ventas con Peña Aguilera.

   Nace en Toledo en 1656 en una familia de cuatro hermanos con buena posición económica. 


   Su formación como pintor comienza a los dieciseis años como aprendiz en el taller de Hipólito de Torres.
   Sobre los veinte años se marcha a perfeccionarse a Madrid para pronto regresar a Toledo. Muerto Hipólito de Torres, se casa con su viuda, doña Potenciana de Sotocamento, una mujer madura que le llevas bastantes años.

José Jiménez Ángel fue nombrado pintor de la CATEDRAL DE TOLEDO

   En 1678 ya estaba establecido en Toledo como maestro pintor independiente. Su mejor ayuda fue la herencia de las herramientas y el obrador de su maestro.
   Tuvo como amigos a José Tomé y Julián Ruiz, platero. Colaboró con el ensamblador José Machín.
   Pertenecía a la cofradía del Santísimo Sacramento de San Antolín, a la cofradía de la Esclavitud de Nuestra Señora del Ave María y a las Ánimas de la Capilla de San Pedro de la Catedral.
   El enlace con doña Potenciana le brindaría bienestar económico y excelentes expectativas en el terreno profesional, que supo aprovechar. Fue distinguido como PINTOR DE LA CATEDRAL, puesto que ejerció durante treinta años, hasta su muerte en 1725.
   El Ayuntamiento también requirió sus servicios en varias ocasiones para la decoración en la remodelación de las Casas Consistoriales.
   Personajes destacados de la ciudad toledana demandaron en bastantes ocasiones sus servicios para efectuar tasaciones, cerca de cuarenta,  dada su fama como pintor. Sería para él una fuente de ingresos complementaria.

San Cristóbal de la catedral de Toledo

   Jiménez Ángel realizó labores pictóricas secundarias en la Catedral Aderezó un Cristo que estaba sobre la Puerta del Perdón y las dos pinturas del retablo de San  Sebastián.  Restauró los retratos de los arzobispos de la sala capitular y  la pintura de San Cristóbal de la nave de la epístola. Restauró el apostolado de El Greco de la sacristía e hizo unos retoques a la imagen de San Julián. Además, limpió pinturas, rotuló, jaspeó chapados y realizó considerable cantidad de pinturas sueltas. Realizó otros trabajos pictóricos en iglesias, conventos...
   En 1706, pintó el camarín de la ermita de la Virgen de los Remedios de Sonseca. 

  Me detengo en su análisis  
   
  Los camarines sirven para vestir las imágenes, labor que llevan a cabo las camareras en todo lo que concierne a su vestuario, joyas, en definitiva a engalanar y cuidar la imagen tanto para las fiestas como el resto del año correspondiendo los cambios con el tiempo litúrgico y también para besarlas por detrás. Son, en definitiva, pequeñas habitaciones detrás de la hornacina del retablo, típicas durante el Barroco.  

Camarín de la ermita de la Virgen de los Remedios de Sonseca restaurado.


   Este camarín consta de una habitación de planta rectangular, cubierta de bóveda esquifada plana; todos sus muros (70 metros cuadrados) están pintados al FRESCO (al óleo sobre una imprimación ligera) componiendo un completo ciclo mariano y una serie de motivos, símbolos e inscripciones con invocaciones marianas sacadas de las letanías lauretanas. En él, el artista pone de manifiesto la utilización de estampas flamencas como fuente de inspiración.
   Las pinturas, algo dañadas por el paso del tiempo, fueron profanadas por las agresiones sufridas en 1936. 
   Fueron restauradas, en minuciosa labor, en 1997.
   Las pinturas se organizan en tres registros: por un lado en las paredes aparecen nueve escenas de la vida de la Virgen rodeadas de marcos fingidos; por otro lado, en la cornisa que da arranque a la bóveda, podemos contemplar doce recuadros con representaciones sobre las letanías marianas y el Cantar de los Cantares; por por último, lo que más destaca, es la pintura de la Asunción de María en el techo de la bóveda.  

   INMACULADA CONCEPCIÓN CON DIOS PADRE

   Es la escena de mayores dimensiones del conjunto y, a diferencia del resto, no aparece rodeada por los carasterísticos marcos fingidos con flores y roleos vegetales, sino que está enmarcada por una fina moldura de escayola dorada y policromada. Se sitúa en el centro de uno de los lados cortos del recinto, frente a la puerta de entrada. Sobre un fondo de gloria de tonalidades doradas, aparece en la zona superior la potente figura de Dios Padre con vestiduras de un ojo brillante, que dirige su mano y su mirada hacia la Virgen, bendiciéndola. Esta, que viste de blanco y azul, se muestra en actitud recogida, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza, aplastando el dragón apocalíptico con el peso de la nube sobre la que se yergue.

Inmaculada Concepción con Dios Padre del Camarín V de los R. de Sonseca

 Desde el punto de vista iconográfico, el hecho de que esta escena aparezca situada entre las de los Desposorios y la Anunciación, interrumpiendo aparentemente el ciclo narrativo de la vida de la Virgen, vendría determinado por el propio contenido del asunto, pues, se trataría de un Descendimiento de la Inmaculada, esto es, la Virgen Inmaculada enviada a la tierra desde el cielo por Dios, que la había elegido para la obra de redención. En este sentido, resultaría un complemento de la Anunciación, como confirmación de la promesa de la encarnación de un redentor.

   PRESENTACIÓN DE LA VIRGEN EN EL TEMPLO

Presentación de la Virgen en el templo Camarín Virgen Sonseca

   En un escenario arquitectónico, aparece la Virgen Niña subiendo los peldaños del templo y dirigiéndose con humilde actitud hacia el sumo sacerdote, que la espera en lo alto acompañado por dos acólitos. Sus padres, san Joaquín y santa Ana, permanecen al pie de las escaleras, situándose tras ellos dos personajes femeninos que contemplan la escena.

   DESPOSORIOS DE LA VIRGEN

Desposorios de la Virgen del Camarín de la Virgen en Sonseca

   Sobre  un fondo de severa arquitectura de tonos pardos y siguiendo un esquema simétrico de composición, aparecen las majestuosas figuras de la Virgen y san José -que lleva la vara florecida-  flanqueando al sumo sacerdote quien, enmarcado por el arco del centro, toma sus manos para unirlos en matrimonio. En sus vestiduras, de abundante plegados marcados por los contrastes lumínicos, se combinan las tonalidades azules con los ocres dorados, blancos matizados y rojos carminosos, sabiamente armonizados. 


Desposorios de la Virgen en el camarín de Los Remedio en Sonseca

   Completan la representación tres personajes que, situados en segundo plano, asisten como espectadores al acto.

   ANUNCIACIÓN

   La composición, que se atiene a la iconografía tradicional del asunto, es clara y equilibrada. La escena está envuelta por una luz de tonalidades doradas que rodea a la paloma que simboliza al Espíritu Santo y anula las referencias ambientales, situándose en primer término, a derecha e izquierda, las modeladas figuras de la Virgen y del arcángel Gabriel.

Anunciación

 María, que viste túnica rosácea y manto azul claro, está apoyada en un reclinatorio con el libro abierto en una de sus manos, volviéndose con gestos delicados hacia el ángel que, vestido de beige y rojo, aparece ante ella arrodillado sobre una nube.  

   VISITACIÓN

   La escena se sitúa en un atrio descrito con formas arquitectónicas de gran simplicidad, que se abre a la derecha dejando contemplar un amplio fondo de paisaje. 

Visitación
La composición se centra en el abrazo de María y su prima, que el artista resuelve dentro de una disposición triangular determinada por la reverente actitud de santa Isabel, que se inclina ante la Virgen dándole la mano y acercándola a su vientre. 
   En segundo término, aparcen representados san José y Zacarías, que a su vez se saludan. Gran riqueza presenta la gama de matices cromáticos que se despliegan en las vestiduras de los personajes, destacando los tonos carminosos y azules del manto y túnica de la Virgen, que armonizan con los amarillos, ocres y verdes cálidos del ropaje de santa Isabel. Menos vivo resulta el colorido de la indumentaria de los varones, de tonos marrones con toques rojos y anaranjados. 

   ADORACIÓN DE LOS PASTORES

Adoración de los reyes. Camarín de la Virgen  de los Remedios

    En esta escena, Jiménez Ángel copia de manera casi literal una estampa del mismo asunto de Lúe Vorsterman sobre composición de Rubens, con la única diferencia de que ha reducido el número de pastores a tres. De indudable calidad y rico colorido, es una de las escenas más bellas del conjunto, en la que se pueden apreciar matices de gran delicadeza en el tratamiento de las figuras femeninas y la facilidad del pintor para representar elementos de naturaleza muerta, amén de su preocupación por los efectos lumínicos de claroscuro.  

CIRCUNCISIÓN

   La acción se desarrolla en un interior de clara estirpe flamenca, utilizándose recursos convencionales como el embaldosado del suelo o el gran cortinaje verde que cuelga en lo alto así como elementos accesorios como la mesa a modo de credencia que aparece a la derecha, el jarro de tipo ítalo-flamenco que vemos en el suelo o el candelero del fondo que ilumina con un foco de luz real al grupo principal.

 

Circuncisión del camarín de la V. los Remedios. Sonseca

  Queda así destacada la figura del Niño, en torno al que se dispone en semicírculo el sacerdote y sus acólitos, mientras a la izquierda aparecen la Virgen y san José contemplando a su hijo. Muy cuidada resulta la plasmación de gestos y actitudes precisos en los personajes, en aras a conseguir claridad narrativa, lo que se hace especialmente patente en el caso del oficiante y del anciano que sujeta la cabeza del Niño. Destacable es, asimismo, la figura del acólito que lleva la bandeja con los vasos sagrados - de los que la anforilla se inspira en un tipo castellano real - , representado en escorzo visto desde abajo magníficamente resuelto y atendiendo retóricamente la advertencia de su compañero que sujeta un jarro.

EPIFANÍA
   Nuevamente nos encontramos en esta escena con la inspiración directa en una composición de Rubens, conocida a través de un grabado de Vosterman.

Epifanía en el camarín de la Virgen de los Remedio. Sonseca
 En los personajes de primer término se sigue fielmente el modelo rubeniano, habiendo desaparecido el grueso del cortejo que en la obra original acompañaba a los Magos y que aquí ha quedado reducida a las tres primeras figuras de la comitiva. De brillante colorido, destaca la utilización de una sinfonía de rojos ricamente matizados en la indumentaria de los personajes, que se combinan con toques blancos, ocres, dorados y marrones, contrastando con las frías tonalidades grises y azules del fondo.

   HUIDA A EGIPTO

   José Jiménez Ángel utiliza el mismo modelo que en el lienzo de igual asunto de la iglesia de San Cipriano con solo ligeras variantes. En primer término aparecen la Sagrada Familia que, con ritmo plácido, avanza de derecha a izquierda, ocupando buena parte de la escena, lo que provoca que el paisaje quede apenas insinuado, adquiriendo mayor desarrollo el celaje del fondo sobre el que se recortan las figuras. 

Huida a Egipto del camarín de la Virgen de los Remedios. SONSECA

   La Virgen, que viste túnica rosácea y manto azul, va montada a sentadillas sobre el asno y tiene en su regazo al Niño Jesús, al que está amamantando, detalle éste poco habitual en la iconografía tradicional del asunto. A su lado, vestido de ocre y azul, aparece san José que camina apoyándose en la vara y gira la cabeza para contemplar al Niño. Completa la escena un ángel que revolotea sobre María y lleva dátiles en sus manos.  


ASUNCIÓN

En el techo aparece representada la escena de la Asunción de la Virgen, pintura ésta que cubre totalmente su superficie sobre un fondo celestial trabajado con tonalidades azules y doradas, se destaca la grandiosa figura de la Virgen que es asumida entre nubes hasta la Trinidad, apoyada en una peana formada por angelitos escorzados que repiten fórmulas del repertorio madrileño de fines de siglo. 

ASUNCIÓN del camarín de la Virgen de los Remedios. SONSECA
María, que viste túnica blanca y manto azul ricamente matizados, aparece arrodillada, al menos, en una de sus piernas sobre nubes. Apoya su mano derecha sobre el pecho, mientras extiende el brazo izquierdo, lo que contribuye a imprimir un movimiento más ampuloso al manto acorde con las posiciones escorzadas de los ángeles de la peana, cuyos paños de intensos tonos rojos, amarillos y verdes aportan una nota de brillante colorido a la composición. El rostro de la Virgen responde a un particular canon de belleza femenina de rasgos menudos y afilados con boca pequeña, nariz recta y cejas muy dibujadas, destacando mucho la negrura de sus ojos. Las tres personas de la Santísima Trinidad, de canon menor que el de la Virgen, se sitúan en la parte suerior de la escena simétricamente dispuestas. En el centro, sobre la cabeza de María, figura la paloma del Espíritu Santo, apareciendo a la derecha Dios Padre con bola del mundo y en actitud de bendecir, y a la izquierda Cristo que sostiene la cruz y el cetro en sus manos.

FUENTES CONSULTADAS:
- Pintura y pintores toledanos de la segunda mitad del siglo XVII y Pintura y sociedad en el Toledo barroco de Paula Revenga Domínguez  2002.
- Escultura toledana del siglo XVIII de Juan Nicolau Castro 1991.
Historia de Toledo. De la - Prehistoria al Presente de Jesús Carrobles Santos, Ricardo Izquierdo Benito, Fernando Martínez Gil, Hilario Rodríguez de Gracia, Rafael del Cerro Malagón y Mariano García Ruipérez  2010.  

Esta entrada es parte del trabajo realizado por María Paz Peces Quereda en 2º de Bachillerato sobre el pintor toledano José Jiménez Ángel.  



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Gracias amigo visitante por compartir este paseo por esta singular visión de mi pueblo, fruto de inquietudes recopiladoras desde...

Gracias, por ocupar parte de su tiempo en descubrir estos retazos, fragmentos, pinceladas de un laborioso pueblo como Sonseca, que ha demostrado a lo largo de su Historia saber superar con inteligencia creadora y ejecutiva las circunstancias más desfavorable.

Gracias, por leer y observar mis "entradas" metidas a golpe de corazón, como intuyendo lo que nos une y nos anima a seguir ampliando nuestros límites personales afianzando lo que somos y de donde venimos.

Disculpas por las erratas que siempre lleva un texto escrito aunque se haya realizado con lo mejor que uno ha aprendido.
























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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