viernes, 17 de septiembre de 2021

VOLVIENDO A CIERTA NORMALIDAD, EL 7 DE SEPTIEMBRE DE 2021, DA EL PREGÓN DE FERIAS Y FIESTAS de SONSECA, MARÍA TERESA CABERTA DE LA CRUZ, MAESTRA.

    En el auditorio de la Casa de la Cultura y con el patio repleto de público sentado cumpliendo con las normas establecidas para la prevención del dichoso virus, Teresa nos dio el siguiente Pregón que gentilmente me cede para compartirlo con ustedes por este blog.

 

 PREGÓN FERIAS Y FIESTAS SONSECA 2.021 

 María Teresa Caberta de la Cruz  

  


   Buenas noches a todos, familiares, amigos y vecinos de  Sonseca. 

   En primer lugar, me gustaría expresar mi agradecimiento a quienes pensaron en mí para participar en este acto, como  pregonera de las Ferias y Fiestas en honor de nuestra patrona la  Virgen de los Remedios y en especial a Sergio, nuestro alcalde, que  fue alumno mío en las escuelas del Oteruelo y que tan bonitas  palabras me dedica en su Saluda de Feria.  

   No es un año más, es evidente. Deseamos que en 2.022  podamos celebrar estas fiestas con total normalidad. 

    Antes de nada, quiero recordar de manera muy especial a  quienes ya no están con nosotros y enviar, de todo corazón, a sus  familiares un sincero y emocionado abrazo. 

 


    Muchos hemos sufrido la enfermedad de la Covid19, la  mayoría de forma leve. A mí me llevó al hospital y la sufrí en un  grado de extrema gravedad que, con muchísima fortuna, superé.  No olvido a los enfermeros y enfermeras, auxiliares, doctoras y  doctores que me atendieron. No solo me cuidaron, también me  animaron, me escucharon y me dieron la mano, esa mano que  tanto necesitaba en esos momentos. Cuando crees que lo has  perdido todo, lo que más duele es la familia.  Me siento agradecida  y feliz por esta nueva oportunidad que me ha dado la vida y poder  seguir disfrutándola junto a todos ellos. 

    La crisis del Corona Virus nos ha marcado a todos y, aunque  aún no ha terminado, ya empezamos a contar lo vivido y  acontecido como antes, durante y, esperemos que pronto  podamos decir, después de la pandemia.

   Y no solo esto, también sufrimos el gran temporal de nieve  “Filomena” que complicó la situación aún más. Muy difícil de  gestionar lo han tenido las distintas administraciones en su  empeño por ir dando soluciones. En momentos tan complicados  es imprescindible aunar fuerzas y trabajar todos juntos por el mismo objetivo. 

 

  Sergio Mora Rojas, alcalde de Sonseca

   En este antes de, me gustaría recordar que han sido 37 los  pregoneros que hemos tenido hasta 2.019. En 1.983, hace ahora 38 años, se dio el primer pregón en el balcón del Ayuntamiento de  Sonseca. 

“Ya están aquí de nuevo nuestras queridas fiestas. Ya se  siente el olor, el sabor y el colorido de las mismas. Ya vibramos al  ver a los alabarderos con sus flores, recorriendo el pueblo, al son  del singular redoble de la melodía trompetera tan nuestra, única  en el mundo.” Así comenzó su pregón el primer pregonero de  nuestras Fiestas, Manuel Ramos Gil de la Serna. Ojalá estas  palabras puedan recobrar todo su sentido el próximo año.  Precisamente ahora, cuando han pasado ya dos años sin ver a los  alabarderos recorriendo las calles y plazas de nuestro pueblo, es  cuando más valoramos y echamos de menos vivir nuestra  tradición.  

   La casualidad ha querido que, el primero y último pregonero  hasta este momento, hayan sido personas vinculadas con la  música, elemento imprescindible en cualquier celebración.     Al  maestro Evilasio Ventura, pregonero 2.019, lo conocemos por su  larga carrera como director de nuestra banda de música, a él le  debemos el Himno de Sonseca. Manolo Ramos, gran persona, admirado amigo y amante de la buena música, supo transmitir en  muchos de nosotros el gusto por su gran pasión, la música clásica. 

 

  María José Gutiérrez, agente cultural y presentadora del acto.

 La primera mujer pregonera fue Antonia García Gómez en  1.993, actriz con una interesante trayectoria profesional y que  muchos recordamos por su magnífica interpretación de Yerma, de  Federico García Lorca, en el teatro Cervantes. 

 El primer pregón en la Casa de la Cultura se dio en 1.999. Se  había anunciado al deportista Fernando Morientes como  pregonero de este año, pero no pudo hacerlo por estar  concentrado con su equipo. En su lugar, tomó la palabra nuestro  querido vecino el señor Félix Rodríguez, comentarista deportivo, entre otras muchas cosas, en la emisora de radio Onda Viva Sonseca en aquel tiempo. 

 Creo que no he faltado en ninguna ocasión a este festivo y vistoso acto, este año muy diferente por las circunstancias. 

 


   Dicen que, con la edad, lo mejor que se recuerda es la  infancia. Esto es lo que me ha debido de pasar, pues se me  agolpan los recuerdos de entonces. Los primeros me llevan a mi casa, en la calle Los Remedios, junto a la Iglesia. 

    Evocando mi niñez y si tuviera la vena poética de Antonio  Machado, podría decir “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sonseca donde madura el limonero…”. Era el patio más bonito de  mi pueblo, esto lo dijo una sonsecana, desde el otro lado del  Atlántico, para comentar una foto que se había difundido en  redes, en tiempos del confinamiento.     Una fuente con pilón lo  centraba, yucas, celindas, una parra, laurel, araucaria, alhelíes y  rosas, muchas rosas de todas las variedades y colores que mi  abuela Teresa conseguía con su gran habilidad para injertar y, en  el mejor rincón del patio, un hermoso limonero ¡Un verdadero  placer para los sentidos! 

 


    Las paredes y tejados de la iglesia eran propicios para que allí  anidaran palomas, vencejos, cernícalos, lechuzas y un ave muy especial para mí, la cigüeña, que sobrevolaba continuamente  sobre mi casa. “Para San Blas la cigüeña verás” dice el refrán, justo  para el cumpleaños de mi madre la veíamos aparecer. Qué curioso  observar cómo iba y venía con el material necesario para hacer su  nido y después con el alimento para sus cigoñinos. Desde mi  poyete del patio lo tenía controlado. 

    En mi mente infantil todo encajaba y esperaba que se  cumpliera mi gran deseo. Me contaba mi padre que la cigüeña me  había dejado en la Cuesta de las Nieves y, pasando por allí con la  moto, me recogió y me trajo a casa. Por otra parte, a mis primos  les había traído una hermanita, mi querida prima Mariví, así que  no había más que pedirlo para que mi deseo se hiciera realidad.  Todavía recuerdo el dolor de cuello, me pasaba horas y horas mirando hacia arriba y gritando ¡Cigüeña, tráeme un niño¡ Nadie  me explicó nada, así eran entonces las cosas.   Desde hace muchos  años la cigüeña no se ha vuelto a ver por aquí y mis sueños y  deseos se fueron por otros derroteros. 

    Otro atractivo eran las campanas de la torre, reloj de mano  de nuestros abuelos, por el toque sabían en qué hora vivían. A  nosotros el que más nos gustaba era el que anunciaba las misas  de domingos y festivos y, sobre todo, el repique de la salida de la  procesión. El campanero era José, el sacristán. 

 

Don Eduardo, don Sergio y don José Carlos, parroco, en el pregón de Ferias y Fiestas

    Tampoco puedo olvidar los exquisitos olores a chocolate y  mazapán que procedían de la fábrica de Los Giles en la calle  Toledo. 

    Don Castor, con sotana negra, enorme figura y siempre con  su agradable sonrisa, era el gran protagonista de la calle. Cuando  lo veíamos venir, deteníamos el juego y salíamos corriendo a besarle la mano. 

    La Feria se disfrutaba en mi calle de manera muy especial. Lo  más ilusionante era la llegada de las distintas atracciones, de lo cual nos tenía muy bien informados nuestro vecino y amigo Jesús ¡Han llegado las barcas, el puesto de tiro, las voladoras, el puesto  de la gruñona, la tómbola, este año viene el Circo¡ Se adornaba la  calle con bonitas tiras de banderas de colores, “los papelitos”.     Su  agradable sonido, al moverse ligeramente con el viento, nos  acompañaba durante todos aquellos días. 

    El sonido lejano del “Tiroriro “nos anunciaba el paso seguro  de las alabardas. Teníamos la gran suerte de verlas pasar en  repetidas ocasiones, en ese ir y venir a la ermita de la Virgen.  Hablando del “Tiroriro”, no me resisto a contar una anécdota que  le sucedió a mi hermano Marcelino hace unos años: Se encontraba  con su amigo Juan en una fila, esperando para entrar a la catedral  de Barcelona, cuando les llegó a sus oídos esta musiquilla.    Con  extrañeza lo comentaban entre ellos, pues siempre habían  considerado que era propia solamente de nuestro pueblo, era  raro que sonara también por allí y, cada vez, se escuchaba más  cerca. Todo tuvo su explicación, cuando descubrieron detrás de  ellos a un buen imitador de todo tipo de sonidos, era su gran  amigo Florencio, a quién llevaba tiempo sin ver y que quiso presentarse y sorprenderles así, de esta forma tan sonsecana. 

 


   Sin duda lo más esperado era el paso de la procesión el día 8  de septiembre. Volvería a pasar el día de la Octava pero, en esta  ocasión, nuestro sentir era distinto pues suponía el final de la Feria. 

   Las banderitas de papel, tan atractivas para nosotros, nos  hacían estar pendientes de posibles lluvias que las pudieran  estropear. Aún, si había suerte y estaban intactas el tercer día de feria, sabíamos que no llegarían al domingo de la Octava.  El cuarto  día de feria, a media mañana, seguramente no serían los únicos,  aparecía por allí una cuadrilla de niños muy simpáticos y traviesos, 

eran los hijos de D. Antonio, el médico. Venían provistos de una  cuerda, a la que ataban una piedrecita en su extremo y, con 

lanzamiento certero, iban haciendo caer todas las tiras de  banderitas de la calle. 

 


    Mi padre fue alférez en la década de los sesenta y en 1.977 y  1.978 lo fue mi hermano José Enrique, así que en mi casa hemos  vivido muy de cerca esta tradición. La habitación, donde se  preparaban las alabardas con lazos y flores y donde se celebraban  las reuniones de la Compañía, se quedó con este nombre,  “habitación de las alabardas”. Mi abuelo Enrique, muy devoto de  la Virgen de los Remedios, fue tesorero de la cofradía durante  muchos años. 

   La casa de mis abuelos maternos, en la calle Mazarambroz  cruce con Ramón y Cajal, también me trae muy buenos recuerdos:  la panadería con el exquisito olor a pan de leña; el malacate, con  el incesante girar de la mula, que hacía de motor para el  funcionamiento de las maquinas; el palomar, con aquella escalera  destartalada, por donde subía con la abuela Ramona para coger  algún pichón que daría el mejor sabor a su cocido y las siestas de  domingo con mi prima Pili, deseando que sonara la corneta que  anunciaba la llegada del señor Máximo, el helaero, con su precioso  carrito de deliciosos helados. 

    Mis recuerdos de escuela me llevan a la Rábana (actual  Centro de Juventud), con sus suelos y pupitres de madera y altas  ventanas que le daban un aspecto tan acogedor, la estufa de leña,  carteras, plumieres, canciones, y todas, maestras y niñas con babis  blancos. El momento más esperado era el recreo, pero antes de  jugar debíamos tomarnos el vaso de leche en polvo que, a muchas  de nosotras, no nos gustaba nada, lo que si nos encantaba era prepararla y repartirla.    Entonces, no existía la figura de  “encargado”, eso que tanto les gusta a los niños de ahora y que  les va tocando ser, cada día, a uno de ellos, así que nos  quedábamos con las ganas, pues este cometido lo realizaban solo  algunas compañeras que tenían ese envidiado privilegio. 

   Si quisiera dar pistas sobre quien fue mi primera maestra de  primaria, lo haría así: “Platero es pequeño, peludo, suave; tan  blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva  huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual  dos escarabajos de cristal negro”.  

 

J.P. Manzaneque entrega el 2º premio de carteles a Borja Gª de Blas

   Pocos inicios de libro son tan conocidos como esta primera  descripción del burro protagonista de la obra de Juan Ramón  Jiménez, “Platero y Yo”, que mi maestra doña Rosario Álvarez,  pregonera en 1.994, nos dio a conocer. 

   Después llegó la época de la Academia, el instituto, la Escuela de Magisterio, la Bombonera con su máquina de discos, las  amigas, los bailes de verano y paseos, muchos paseos (en verano  por el Villaverde y durante el resto del año por el centro del  pueblo). 

   El centro del pueblo que, para quienes no lo conocieron entonces, he de decir que nada tenía que ver con lo que es ahora.  Desde la Iglesia hasta la calle Mayor, pasando por la Plaza todo  estaba lleno de establecimientos: tiendas de ropa, el casino, casa  Braulio, estancos, peluquerías, tinte, relojería, todo tipo de  tiendas de alimentación, zapaterías, oficina de Correos, oficina  bancaria, ferreterías, droguerías, mercerías, hasta cuatro confiterías y la cafetería del Lego con su toque de modernidad. El  buen ambiente por esta zona estaba asegurado. 

 


    Mención especial tiene la tienda de D. Dimas, de juguetes y  objetos de adorno, que hacía las delicias de todos los que  pasábamos por allí, solo con mirar el escaparate. Con suerte, para  Navidad podríamos comprar alguna figurita de barro para El  Nacimiento, que hacíamos con musgo natural, por entonces todavía no estábamos concienciados con el cuidado y  conservación del medio ambiente. 

    Durante este tiempo, la industria de Sonseca, géneros de  punto, muebles y mazapanes fue desarrollándose hasta alcanzar  un nivel muy destacado en España. Aquí no existía el paro, así que  nuestro mercado laboral servía como reclamo para habitantes de  otras localidades vecinas y también de otras personas venidas de  mucho más lejos con la ilusión de ganarse la vida en nuestro  pueblo. 

 

Laura Cerdeño, bailaora.

   Por el textil se nos conocía como la Pequeña Cataluña.  Estando de maestra en el Oteruelo, hablando sobre lo que les  gustaría ser de mayores a los niños, descubrí un oficio nuevo. Algún alumno manifestó su deseo de ser repartidor de prendas,  debía parecerle muy atractivo conducir aquellas furgonetas que  llevaban trabajo a muchas casas de Sonseca. 

   Camiones de mueble salían para distintos países de Europa, sobre todo con destino a Alemania. A la una del mediodía, al sonar  la sirena, un gran ajetreo se vivía en todo el pueblo con la salida  de los trabajadores de las fábricas. Un efecto especial se producía  en la calle Los Remedios, los carpinteros y ebanistas que venían  de Moraleda a paso ligero la llenaban y, por unos minutos, se  vestía toda ella con el inconfundible color azul de sus monos de  trabajo. 

   Los mazapanes terminaron llegando a cualquier parte del  mundo, en la actualidad y afortunadamente esta industria sigue  en expansión. 

 

Laura Cerdeño baila y José Ignacio González toca la guitarra.

   Disfrutábamos de un importante desarrollo industrial, pero  esto no se correspondía con el avance en infraestructuras y  servicios. Sin embargo, con el paso del tiempo y el esfuerzo de  muchos, Sonseca ha ido alcanzando un buen nivel en este sentido. 

   El desarrollo cultural de nuestro pueblo tiene un gran  referente, el Centro Cultural Revuelo. Sus componentes eran  jóvenes entusiastas que disfrutaban y nos hacían disfrutar con las  múltiples y variadas actividades que programaban.  Sería  interminable entrar en detalle sobre ello. Eran muy esperadas las  Semanas Culturales que se organizaban en verano: recitales  poéticos, obras de teatro, debates, conferencias y un sinfín de  actividades más. Fue un auténtico movimiento de cultura popular que dejó una profunda huella. 

    Entre estos jóvenes se encontraba mi hermano Moisés.  Recuerdo con qué ilusión preparó la audición de música  sudamericana, que tendría lugar en el teatro Echegaray, para la  primera Semana Cultural que se celebró en agosto de 1.975.   Debía  revisar una gran cantidad de diapositivas que había traído  prestadas de algún archivo de Madrid, eligiendo las mejores  imágenes para acompañar las canciones de cantautores como Víctor Jara y Violeta Parra. Alguien escribió sobre él “No te dieron  mucho tiempo, pero fue bueno”. Mi hermano ha sido para mí un  ejemplo de solidaridad y lucha por un mundo mejor, siempre  estará en mi recuerdo. 

 

  Cantaor, guitarrista y bailaora forman parte de la Peña el Quejío de Toledo.

   Por iniciativa del Revuelo surgió la idea de una Casa de la  Cultura para Sonseca. Conseguir los terrenos fue la primera  dificultad. Otras entidades se unieron a este gran proyecto dando  lugar a lo que se llamó Unión Sonsecana pro Casa de la Cultura: el  colegio, la parroquia, el movimiento junior, la JOC, los casinos,  asociaciones de vecinos, partidos políticos y sindicatos, entre  otras. En 1.985, el 5 de mayo, vísperas de san Juan, se inauguraba  la primera fase de la Casa de la Cultura. Desde entonces, todos los  sonsecanos y sonsecanas hemos podido disfrutar de todo lo que  nos ofrece.

    Actualmente Sonseca, a pesar de haber perdido parte de su  tejido industrial, sigue siendo un lugar atractivo para vivir. Las  infraestructuras y servicios de que disponemos y la, más que  aceptable, oferta en formación, cultura y deporte lo hacen  posible. 

    Entre todos los logros conseguidos, es justo destacar la  consecución para Sonseca de un instituto a finales de los 80. Junto  con el ayuntamiento, fue la asociación de padres de entonces,  quienes pusieron todo su esfuerzo para conseguirlo. Hoy  disponemos de un gran Instituto de Secundaria y Bachillerato “La  Sisla” con, cada vez, más Ciclos Formativos. Este próximo curso  comenzará a impartirse un nuevo ciclo de grado medio: “Técnico  en atención a personas en situación de dependencia”. 

 


 

    Destacar también en este sentido, la enorme labor que lleva  a cabo la Escuela de Adultos, con una amplia oferta formativa, que  se ofrece a jóvenes, adultos y mayores sonsecanos, que aspiran a  un mayor desarrollo personal, profesional y social. 

   Aprovecho también para resaltar la labor de la Escuela de  Música que hace posible que podamos disfrutar de esta magnífica banda. 

    En cuanto al deporte y como aficionada a la bicicleta, diré que tenemos la suerte de contar con una extensa red de caminos  públicos, entre los cuales destacaría los que se adentran en  nuestros montes más cercanos. Puede que alguno no sepa que  estos caminos, que ahora recorren, estuvieron desaparecidos en  un tiempo, después de que dejaran de transitar por allí arrieros y  carboneros y se vallaran y araran por los propietarios de las fincas.  Fue a finales de los ochenta cuando empezaron a recuperarse. 

 


    Mi hermano José Enrique, muy aficionado a la bici, fue uno  de los primeros que, con ayuda de mapas, brújulas y la valiosa  información de antiguos usuarios, consiguió ir localizando el  trazado de estos caminos. A veces, hubo que arrastrarse por  debajo de la maleza, qué suerte encontrarse una herradura, señal  de que iban bien. Fue la Peña la Bota, principalmente, la que llevó  a cabo las tareas de limpieza y desbroce de parte de esta red de  caminos de uso público. Puedo citar: camino Rincón de la  Garganta, Vereda del Fraile, Valhondo, Terrizo, Naciente,  Valdepalacios, Puerto Albarda y camino del Puerto de la Cruz del  Fraile, entre otros. Ahora son rutas muy frecuentadas por ciclistas  y senderistas sonsecanos y forasteros que pueden disfrutar de los  paisajes que ofrece este medio natural tan singular.  

    Lo mejor de Sonseca, sin duda, son sus gentes. Mujeres y  hombres trabajadores que han sabido ir adaptándose a la  situación provocada por las distintas crisis económicas que hemos  venido padeciendo, formándose para poder desempeñar otros  tipos de trabajo, muy distintos a los que estábamos  acostumbrados. El talante emprendedor nunca ha faltado en  nuestro pueblo y tenemos múltiples ejemplos de ello, sobre todo  jóvenes que buscan, de forma creativa, nuevos campos de trabajo  y desarrollo. 

 

  La Cruz Roja recibió el reconocimiento a su labor en la pandemia.

    Pero lo que más nos enorgullece como sonsecanos es  nuestro carácter solidario. En estos tiempos de dificultad y  emergencia han sido muchos los vecinos y vecinas que se han  implicado y comprometido para tratar de paliar la situación: fabricando mascarillas en los primeros momentos cuando había  escasez de material, llevando la compra a quienes más difícil lo  tenían, ayudando económicamente o poniendo a disposición del  pueblo tractores y maquinaria, bien para fumigar o para limpiar  las calles de nieve. La labor desarrollada por Cáritas y Cruz Roja ha  sido muy importante en estos momentos tan complicados. 

 

 La presidenta del Cáritas, Juana Ávila, recibe el reconocimiento a su labor en la pandemia.

    Nos hemos dado cuenta de la importancia de muchos  colectivos que han resultado ser esenciales para dar respuesta a  todas las necesidades que surgieron en los momentos más  difíciles de la pandemia: trabajadores de supermercado, cuidadores, servicios de limpieza, cuerpos de seguridad,  conductores y transportistas entre otros. Gracias a todos ellos. 

    Es obligado destacar la labor de nuestros sanitarios, que han  demostrado una entrega, calificada de heroica en muchos casos,  poniendo en riesgo su propia salud, para hacer frente a las  necesidades extraordinarias que la pandemia ha provocado. Ha quedado evidenciado la necesidad de mantener un buen Sistema  de Salud para todos. Las carencias que se han puesto de  manifiesto deben ser subsanadas. Es obligación de las distintas  administraciones dedicar los recursos necesarios para ello.  

 

El cabo de la Policía Local recibe el reconocimiento por su labor durante la pandemia.

    Quisiera hablar ahora sobre la importancia de la educación. Si algún mérito puedo tener para estar aquí es haberme dedicado,  casi cuarenta años, a la educación como maestra en mi pueblo, en  la Escuela Pública. 

    En este tiempo, tan complicado para todos, toca hacer un  merecidísimo reconocimiento a la Comunidad Educativa. Equipos  directivos, maestros, profesores y familias han hecho todo lo  posible para mantener el ánimo de nuestros niños durante esta  pandemia que aún estamos sufriendo. Maestros y profesores no  lo han tenido nada fácil para dar sus clases. El 14 de marzo del  2.020 se declaraba el estado de alarma, los centros educativos, de  un día para otro, echaron el cierre presencial y comenzaron a  darse las clases online con todas las dificultades que ello conlleva. 

 

  La Guardia Civil también tuvo también su reconocimiento por su labor en la pandemia.

    Se temía el comienzo de curso 2.020-2.021, con la  incertidumbre de si las medidas tomadas serían suficientes para  volver a las aulas. Haciendo limpieza del móvil, encontré una  conversación mantenida con una compañera allá por enero de  este año, que refleja perfectamente la situación, me decía: “En el  cole todo es más complicado, casi no vemos a las compañeras  porque cada clase es una burbuja y no podemos relacionarnos.  Trabajar toda la jornada con mascarilla ni te cuento, aunque llegas  a acostumbrarte. Y trabajar online una pesadilla, pero vamos  aguantando bastante bien de momento”. A ello hay que añadir:  organizar los espacios, ventilación cruzada con ventanas abiertas  en invierno, controlar que se cumplan las medidas sanitarias y, sobre todo, la fatiga pandémica que esto ha producido. 

    Al final se podría decir que los Centros Educativos han sido  un gran ejemplo de buen funcionamiento en esta época de  pandemia, con un reconocimiento especial a los más pequeños  por su buen comportamiento. En Sonseca lo hemos podido  comprobar. 

 

Representantes del sector Sanitario reciben el reconocimiento por su labor en la pandemia.

    La importancia de la educación en la vida de las personas es  indiscutible. Es la base del bienestar, aquellas sociedades donde  existe un alto nivel de educación, disfrutan de una mejor calidad  de vida. 

    Educar es mucho más que transmitir conocimientos. Igual  que se aprenden matemáticas, idiomas o cualquier otra disciplina,  es muy importante promover valores tan necesarios para la  convivencia y el progreso social como la empatía, la igualdad, la  solidaridad, el pensamiento crítico y sobre todo el respeto (a uno  mismo, a los demás y al mundo que nos rodea). Para hacerlo  posible es imprescindible una buena y estrecha relación entre  Familia y Escuela.  

     Me gustaría ahora tener la facilidad para declamar que  tienen algunos, pero me conformaré con hacerlo sin  emocionarme demasiado. Se trata de un poema, en el que se nos transmite la importancia de la educación como herramienta  imprescindible en el niño, que perdurará a lo largo de la vida. Quisiera dedicárselo, de forma especial, a las compañeras y  compañeros, alumnos y alumnas que he ido teniendo a lo largo de  mi vida de trabajo en la escuela. 

 

 J.L. Martín, recicibe el reconocimento a su labor como  representante de los agricultores.

   “Educar” de Gabriel Celaya 

Educar es lo mismo 

que poner motor a una barca… 

hay que medir, pesar, equilibrar… 

y poner todo en marcha. 

Pero para eso, 

uno tiene que llevar en el alma 

un poco de marino, 

un poco de pirata, 

un poco de poeta, 

y un kilo y medio de paciencia concentrada. 

Pero es consolador soñar 

mientras uno trabaja, 

que esa barca, ese niño 

irá muy lejos por el agua. 

Soñar que ese navío 

llevará nuestra carga de palabras 

hacia puertos distantes, hacia islas lejanas. 

Soñar que cuando un día 

este durmiendo nuestro propio barco, 

en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada

 

Virginia Serrano y Rubén Martín cantaron en el escenario el Himno a Sonseca.

    “LA EDUCACIÓN ES EL ARMA MÁS PODEROSA QUE PUEDES  USAR PARA CAMBIAR EL MUNDO”. Esta es una de las grandes  frases que Nelson Mandela nos fue regalando a lo largo de su vida.  

     Este auditorio lleva su nombre. Y es por ello que me parece  oportuno detenerme en su figura. Nelson Mandela ha sido,  indiscutiblemente, una de las figuras más importantes del siglo XX,  reconocida y valorada de forma casi unánime en todo el mundo.  Siempre defendió radicalmente la igualdad social, especialmente  la del pueblo africano. Destacó por su lucha por los derechos  humanos, la paz y la justicia. Por este motivo fue detenido y  encarcelado varias veces. Permaneció 27 años en prisión, en  medio de largas campañas internacionales para pedir su  liberación, que llegó en 1.990. Siguió su lucha y se convirtió en el  primer presidente negro de su país, Sudáfrica. Entre los  numerosos galardones que recibió por su lucha en defensa de los  derechos humanos destaca el Nobel de la Paz en 1.993. 

    No quiero terminar sin recordar también a todos los  sonsecanos y sonsecanas que, por distintas razones, no pueden  estar aquí y que se acuerdan con nostalgia de su pueblo en estos  días. 

    El sentirme ciudadana del mundo, no me impide pregonar  con todas mis fuerzas que Sonseca es nuestro pueblo, el de  nuestros antepasados y el de nuestros descendientes y que en él  hemos encontrado lo mejor que la vida nos ha podido dar, el amor  a nuestras raíces y a nuestra gente. ¡Me siento orgullosa de ser  sonsecana! 


  Componentes del Patronato de la Virgen de los Remedios cantando el himno a Sonseca.

   Por un Sonseca y un mundo mejor el “Poema al NO” de Gloria  Fuertes, breve pero cargado de contenido. 

No a la tristeza 

No al dolor. 

No a la pereza. 

No a la usura. 

No a la incultura. 

No a la violencia. 

No a la injusticia. 

No a la guerra. 

Sí a la paz. 

Sí a la alegría. 

Si a la amistad. 


  María Teresa Caberta, pregonera, canta el himno a Sonseca con su marido Jesús García-Ochoa.

    Hoy es siete de septiembre, comenzamos a celebrar unas  fiestas diferentes, con mascarilla, distancia social, prudencia y  responsabilidad. Necesitamos recuperar la ilusión, la esperanza, la  motivación, el optimismo y la alegría para seguir adelante y  afrontar un futuro que, con el esfuerzo y la colaboración de todos  y todas, seguro será mejor. Estos días pueden ser una gran  oportunidad para conseguirlo. Sé la ilusión y empeño que ha  puesto el concejal de festejos Juan Pedro, María José y  colaboradores en buscar y organizar aquellas actividades que se  pudieran realizar con todas las medidas de seguridad obligadas en  este momento. Esto ha sido posible gracias a que Sonseca dispone  de esta Casa de la Cultura con un extraordinario auditorio al aire  libre.  

    ¡Salud y felicidad para todos! No perdáis ni un momento la  posibilidad de hacer felices a los demás. ¡Ojalá, pronto  recuperemos los abrazos! 

    Desde aquí quiero enviar un gran abrazo a mis familiares, a  mis amigos, a mis vecinos de la calle Ramón y Cajal y demás  vecinos de Sonseca y uno muy especial, “un abrazo de escalera”, a mis queridos y preciosos nietos Pablo y Diego y a mi grupo  favorito de WhatsApp “Dear Family”  

 


     Con mi madre en el corazón diré: 

    ¡Viva la devoción a la Virgen  de los Remedios! 

   ¡¡Viva Sonseca!!

 

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Gracias amigo visitante por compartir este paseo por esta singular visión de mi pueblo, fruto de inquietudes recopiladoras desde...

Gracias, por ocupar parte de su tiempo en descubrir estos retazos, fragmentos, pinceladas de un laborioso pueblo como Sonseca, que ha demostrado a lo largo de su Historia saber superar con inteligencia creadora y ejecutiva las circunstancias más desfavorable.

Gracias, por leer y observar mis "entradas" metidas a golpe de corazón, como intuyendo lo que nos une y nos anima a seguir ampliando nuestros límites personales afianzando lo que somos y de donde venimos.

Disculpas por las erratas que siempre lleva un texto escrito aunque se haya realizado con lo mejor que uno ha aprendido.
























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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