COLABORACIÓN EN EL PROGRAMA DE FERIAS Y FIESTAS DEL 2013
cedida por su autora Julia Garrido Rodríguez
cedida por su autora Julia Garrido Rodríguez
Cuando
se inauguró mi escuela en 1930 yo aún no había nacido pero he
oído decir que el nombre de Rábana viene por la cantidad de rabanillos que por esa zona convivían con ásperos cardos.
Aún
recuerdo el puente del Pozo Bueno, camino hacia esa escuela por la calle Rábana tomada por cardos y rabanillos que cortábamos las niñas y
de sus semillas confeccionábamos pulseras y collares.
El
paisaje que de ella guardo en mi memoria, es de un gran patio con árboles, la mayoría de ellos moreras, los muros del edificio eran tan bajos que desde fuera no nos resultaba difícil saltar a coger hojas que servirían de sustento de nuestros gusanos
de seda.
En los bajos de esas paredes abundaban arriates llenos de flores, sobre todo de
olorosas azucenas, en el centro un pilón
con una fuente gris y un gran porche con poca luz, testigo de
fechorías infantiles donde no faltaba el cadáver de algún murciélago , dentro de este patio había tres aulas, una en cada extremo y otra central.
En el interior, de estas salas pupitres de madera
a juego con el piso y el zócalo , en uno de sus muros , una estufa de leña, único foco de calor en los
días de invierno , presenciando la clase , un crucifijo en la pared con la fotografía
de franco a su lado , en una de
las esquinas una repisa con la imagen de
la inmaculada concepción . Tres grandes ventanales servían para llenar el aula de luz.
Las
clases comenzaban a las nueve y
media de la mañana por la tarde a las tres. En aquellos tiempos
los alumnos asistíamos a la escuela
andando, lo mejor el trayecto este camino,
era mágico, los niños salían como
hormigas por cada calle de este pueblo donde los menores podían
ir solo sin ningún peligro.
Lo
primero que hacíamos al llegar a la clase era rezar y encender la estufa, la
imagen de doña Rosario con el gancho
removiendo las ascuas al mismo son que se movía su pelo ondulado aun hoy me hace sonreír. Luego daba paso a las lecciones , donde nunca se olvidaba
de platero y yo , a media mañana disfrutábamos del recreo,
jugábamos a la comba ,al
escondite , a la goma , a los alfileres ,a la roma .
Después
de comer por La tarde la dedicábamos a
las labores, como bordar en un paño de
panamá
Doña
rosario, la maestra ,era un tanto
peculiar , a veces tan severa que nos causaba cierto temor , como cuando
enfadada nos propinaba un buen tirón de orejas ,otras veces al contrario , se presentaba benévola y complaciente como cuando representábamos teatros de guiñol con marionetas que ella
misma nos enseño a elaborar , en otra
ocasión hicimos un belén con figuritas
de fieltro , ella nos inculco el amor a
las manualidades y a ser creativas.
Otra
de las cosas que me vienen a la memoria, es lo bien que lo pasábamos cuando
llegaba el camión de la leche que entre todas ayudábamos a descargar, lo peor
venia después no sé porque a ninguna nos gustaba su sabor pero…había que
tomárselo
Y como
no citar, el revuelo que formábamos en aquella
fuente que no daba abasto a nuestra sed
cuando en las tardes soleadas de
primavera, la maestra nos llevaba al campo
y a la vuelta casi deshidratadas
, protestábamos por ser la primera en
beber y mientras sofocadas nos
subíamos los calcetines o nos
recogíamos el pelo, ansiosas porque llegara nuestro turno.
- ¡Eeeh, tramposa que te has colado ¡
- ¡Estaba yo antes mentirosa ¡
- ¡A la señorita, que estás bebiendo a chupe ¡
- ¡Chivata¡
Las Escuelas de la Rábana pasado el tiempo fueron sede del Club Revuelo y del Centro de Salud |
Cuando llegaba el mes
de mayo,
levantábamos un altar con la virgen donde no faltaban las flores que cada niña, a
porfía traía de su casa, el último día del mes se hacia una procesión
con la imagen por el patio.
En
la víspera de Navidad se producía un ritual que nunca entendí, en el que cada
año mi madre me entregaba un presente para la maestra
-Toma hija esto se lo das a la señorita -
¿Que es madre?
-No lo abras mi niña, es una cajita de mazapán -
Era
el aguinaldo , la cajita de marquesas o mazapán dulces que la
mayoría de las alumnas no
probábamos en casa.Recuerdo también los
nervios del día que nos visitaba el inspector, el delantal blanco, el
fotógrafo, la alumna consentida de la
maestra, como siempre de familia
relevante. La niña prematuramente
desarrollada que en clase le visitó por
primera vez la regla, recuerdo nuestros cuchicheos y picaras risitas, fruto de la escasa
educación de esos tiempos
sobre temas tabú. Y como no las compañeras, Rosario, Josefina, Trinidad, Reme, Modesta, Mª
Blanca y tantas compañeras y amigas que
aun conservo
Poco a poco fueron llegando cambios, como la escuela mixta, el practicar deporte,
los jóvenes sacerdotes,Don Damián, Don Vicente ,
atrás quedaron los métodos de Don Castor, pues los jóvenes empezaron a salir de los muros de la
Iglesia para llevarla a las escuelas, nos enseñaban religión y a
cantar representamos una pastorela para Navidad, nos llevaban de excursiones como por ejemplo visitar a los ancianos de
Santa Casilda, o de convivencias en la alameda de
Casalgordo
Después
de estas historias, mi escuela ha pasado por varias etapas, fue centro cultural revuelo, centro de salud y hoy es un centro de ocio para los jóvenes,
pero en la memoria de aquellos alumnos, siempre serán las escuelas de la Rábana.