LOS SERIJOS AÚN SE HACEN EN SONSECA POR VETERANOS ARTESANOS, QUE TIEMPOS HA, FUERON PASTORES.
Según el DRAE, serijo es sinónimo de posón y posadero. Cierta especie de asiento que se hace de anea, espadaña, junco o de soga de esparto, de unos cuatro decímetros de alto (40 cm.), de hechura cilíndrica y de que se sirven comúnmente en tierras de Toledo y en la Mancha. También se hace de corcho en Andalucía.

De padre a hijos desde tiempo inmemorial los pastores de Sonseca han trabajado artesanalmente el esparto, fabricando con sus encallecidas y a la vez, hábiles manos utensilios, enseres para el uso doméstico: esteras, redores, seras, serones, espuertas, sarrietas, angarillas, ruedos para los carros... Pero es el serijo su obra artesana más lucida, por su dificultad, variedad, decoración, utilidad y cierta originalidad personal en sus hechuras.
El cambio económico surgido en el pueblo a mediados del siglo XX, pasando de actividades agropecuarias a la industrial, ha motivado que a los hijos pastores no les cojan el relevo los suyos a la hora de mantener la tradición artesana pastoril. Suficiente RAZÓN para aprovechar nuestra pequeña ventana abierta y con este trabajillo vocear a los cuatro vientos mensajes de supervivencia para que lleguen a quien corresponda:
¡ ASÍ SE HACE UN SERIJO!
ES CULTURA POPULAR
¿QUIÉN TOMA EL RELEVO?
EN TIEMPOS DE CRISIS DE TRABAJO...
Gracias a ÁNGEL MORA ROMERO "el espartero" (apodo procedente de su abuela paterna) uno de los más reconocidos serijeros de Sonseca, podemos explicarles el proceso de la fabricación de un serijo, que aprendió de su padre. Él nos ha brindado su sencillo taller, su tiempo y sobre todo su experiencia, dedicándose desde los 15 años a esta artesanía tan enraizada en nuestro pueblo, que aún él mantiene ya jubilado en sus ratos libres.













El arte de nuestros pastores, de esos que ejercieron su noble oficio en las fincas de de la meseta castellana, sobre todo en la vega del Tajo, se nos va si nos ponemos remedio.
De tradición oral
Vida triste y vida dura,
es la vida del pastor,
que no tiene ambiciones
ni emociones
y por eso es la mejor.
Ya, llegaba anochecido,
y se iba a su redil;
allí sufrió su condena,
sin conversación, sin cena,
sin camastro y sin candil.
Estos versos populares aprendidos por Ángel, de niño, ponen el remate y ambienta la vida del pastor, artesano de serijos.