al mundo viniste en esta
región de España que todos
llaman Castilla la Nueva;
región que produce hombres,
a pesar de su pobreza
gallardos y aventureros,
que recorrieron las tierras
y enriquecieron al mundo
con sus heroismos y gestas.
Grabado de Fray Gabriel de la Magdalena |
Pero tú eras muy distinto,
Gabriel de la Magdalena.
Naciste en Castilla noble
y en un pueblo: SONSECA,
villa de dura labranza,
de telares y ruecas,
con sus gentes laboriosas,
con sus costumbres austeras.
A ti no te seducían
las mundanales grandezas
glorias, honores, aplausos,
oro, saraos y fiestas,
engañosas seducciones,
efímeras, pasajeras,
que, lo queramos o no,
hay que dejar en la tierra.
Tu corazón de gigante
ansiaba glorias eternas
y te hiciste franciscano,
pisoteando riquezas
Todo lo sacrificaste
(¡cuánto humanamente cuesta!)
porvenir, amor, familia,
como incienso que se quema
en tu ardiente corazón,
altar vivo, no de piedra.
Sin regatear esfuerzos
uniste la humana ciencia,
cual joya en oro engarzada,
a tu varonil entrega:
ciencia que cure los cuerpos
y la fe en el alma encendida.
Fray Gabriel de la Magdalena en la calle Mora |
Quijote de evangelio,
Gabriel de la Magdalena,
otro divino impaciente,
que nuestro Pemán dijera,
con alegre decisión
marchaste a lejanas tierras
a esparcir rayos de luz,
a iluminar las tinieblas
en un mundo aún pagano
a sembrar a manos llenas
la verdad de salvación
que la mundo Cristo trajera.
Talla de madera de Fray Gabriel de la Magdalena |
Y en el remoto Japón,
a muchos miles de leguas,
imperio del Sol Naciente,
de misteriosas leyendas,
de los cerezos en flor,
los samuráis y las gheisas,
fuiste a derramar tu sangre
por mil heridas, abiertas
a golpe de llamas, cual rosas
en el jardín de la Iglesia.
Sangre que hasta allí llevaste
desde Castilla la Nueva;
sangre martirial de España,
sonsecana sangre nuestra.
Al recordar este día,
Gabriel de la Magdalena,
con distancia ya de siglos,
tu personalidad recia,
nuestro mejor homenaje
sería que tú sirvieras
de ejemplo a la juventud
que, rebelde y descontenta,
sigue buscando ideales
por los que valga la pena
vivir, luchar y morir,
si es preciso en una hoguera
como la tuya: con fuego
de amor por dentro que quema
como purísimo incienso
el alma dulce y serena
la existencia de la vida
en gloriosa primavera.
El beato Fray Gabriel de la Magdalena en azulejos y platos de cerámica |
Gabriel de la Magdalena,
que el fuego que te abrasó
ilumine nuestras sendas.
UVEME
Publicado en el programa de Ferias y Fiestas en HONOR DE LA STMA. VIRGEN DE LOS REMEDIOS DE SONSECA DE 1984.