Habíamos vencido un duro invierno en uno de aquellos de los duros años 40, nevadas en enero y fuertes heladas en febrero. Marzo y abril se despertaban con copiosas lluvias que favorecían la despensa de los pobres. Gracias a ellas, en la finca de Villaverde, se criaban en abril y mayo cardillos, achicorias, alberjanas, que podíamos comer. Con el suero de las queserías de los señores "Cano" Serrano y Arturo íbamos traspaleando el hambre, protagonista en muchos hogares de "cardaores", albñiles, zapateros... Los pastores, campesinos y hortelanos eran otra historia, estos por lo menos tenían siempre algo que echarse a la boca.
Los cardillo saciaban el hambre en los años 40 y... |
Podemos empezar el recorrido por todas ellas en Navidad: con el cantar de las coplas, los danzantes, la misa el Gallo.
Llegada la primavera, se celebraba San José. En Semana Santa, José Peces, el sacristán montaba el Monumento en la iglesia, sacábamos las imágenes en procesión el Jueves y Viernes Santo y los Vía Crucis.
A la vuelta de la esquina, teníamos mayo florido y hermoso: mes de María. Al comienzo, San Juan, inmediatamente San Gregorio y San Isidro en la mitad del mes.
Todos los domingos de mayo había rosario de la Aurora cantado por las calles. Eran fiestas de las Hijas de María, con ofrendas de flores a la Virgen al toque de oración. Los niños, por nuestra parte, colocábamos un altar en los colegios con la Purísima. Le cantábamos:
Venid y vamos todos
con flores a porfía,
con flores a María
que madre nuestra es.
La ermita de la Virgen y árboles con "pan y quesillo" |
Cuando ya los campos olían a mies, las algarrobas estaban arrancada, las viñas "espollonadas"..., llegaba la Feria Chica.
En aquellos años, el presidente, Julio Monroy, el tesorero Enrique de la Cru, Tomás Sánchez y Leandro López preparaban la Fiesta. El señor Jesús "penas", Máximo Sánchez y Leonardo Rodríguez anunciaban la Feria Chica. Iban casa por casa de todos los cofrades con el cartel anunciador de los actos religiosos y populares. También se vendían papeletas para la rifa de una merienda, una batería de cocina y alguna que otra vez un cordero. Así se sacaba un dinerillo extra.
Los directivos de la Cofradía en pleno acordaban donde correspondía la mayordomía, que festejos populares organizar y la hora de la novena.
Campanario de la ermita de la Virgen de los Remedios de Sonseca |
Me acuerdo que uno de estos años el mayordomo era mi tío Juan Sánchez de la Cruz, que vivía en la calle Triana.
El día de la Fiesta se celebraba la misa a las 10 de la mañana. Los cofrades para asistir a ella salían todos juntos de la mayordomía, casa del mayordomo. Leonardo Rodríguez encabezaba la comitiva con el estandarte, le seguía la Banda de Musica de don Ceferino Ruiz "el ciego" en la que formaban parte sus propios hijos, Felipe y Emilio, los hermanos, llamados "toreros", Marciano, Candelas y Teófilo; Rafael, Clemente, Mariano, Pablo Cerdeño, Gabino Moledero y algunos más que no me vienen a la memoria.
Calle San Quintín y al fondo la plaza Malpica en los años 80 |
El sacerdote celebraba la misa en latín y de espalda a los fieles. Le respondía el coro parroquial formado por las hermanas Remedios y Sagrario López Rielves, Victoria Ventas, Nicanora Sánchez, José García-Ochoa, Domingo Sánchez y Manuel Peces Rodríguez en la voces; Emilio y Felipe Ruiz, Clemente y Anastasio Romero formaban la orquesta. Tan bien sonaban esos quiries y glorias, que eran dignos de poder ser escuchados en la más suntuosa catedral.
Terminada la misa, volvían a la mayordomía por el mismo camino pero a la inversa.
Mi tío Juan les ofrecía al señor párroco, presidente y miembros de la cofradía unas madalenas, galletas de horno, tostones y limonada en su pequeño comedor. La Banda de Música amenizaba con pasodobles en el patio. Era todo un acto de confraternidad.
Por la tarde, otra vez se iba a la ermita. Al finalizar la novena, se cantaba la Salve Regina. Inmediatamente, empezaban los actos populares. La bando de don Ceferino daba un concierto en el quiosco. Los globos de papel se lanzaban hacia el cielo, pero escasamente subían. El señor Cesáreo vendía sus cacahuetes en la plaza, al igual que los helados guardados en su carrito Máximo Rielves. La señora Juana rifaba sus caramelos en la ruleta con la baraja de cartas.
¡Qué bien nos lo pasábamos los chiquillos, jóvenes y mayores!
Era una Feria Chica en la que predominaban los actos religiosos y la devoción a la Virgen de los Remedios.
Virgen de los Remedios, Patrona de Sonseca |
Gracias a Félix Rodríguez-Malo Sánchez por haberme permitido divulgar por este blog sus recuerdos de niñez con unos valores históricos tan entrañables y cercanos.