SU FUNCIONAMIENTO: HONOR Y DISCIPLINA
El funcionamiento de la Sociedad tenía su eje en las reuniones mensuales de la Junta Directiva y en la Asamblea del conjunto de Socios que se celebraba con carácter anual (en los primeros años, el 25 de julio, siempre en el Teatro Echegaray; en 1903 se cambiaría al salón de quintas del Ayuntamiento, y variaría a fecha).
En 1903, el Teatro Echegaray llevaba menos de una década inaugurado. |
También era obligatoria la participación en las Asambleas Generales, salvo causa legítima y de obedecer las decisiones de la Junta. Además, se preveía la obligación de prestar gratuitamente trabajo intelectual y material. Esta previsión se llevó a cabo en numerosas ocasiones. Una de ellas fue la construcción del edificio en el que actualmente nos encontramos, llevada a cabo en 1924. No fueron pocos los socios que estuvieron trabajando en esta remodelación por un precio inferior al de mercado (en algunos casos, cobrando solo los materiales, pero no la mano de obra). Seguro que entre los aquí presentes se encuentran hijos de algunos de los socios que prestaron su ayuda.
Para la gestión ordinaria de los socorros, se contrató aun recaudador, cuya función consistía en cobrar y dar cuenta de lo cobrado, pero no solo: también se le encomendaba la función de visitar todas las semanas por lo menos a una vez, a los socios enfermos (también para, de paso, "echarles un ojo" y controlar si verdaderamente lo estaban) y, por supuesto, de entregar puntualmente el socorro acordado por la Junta.
Se ejercía la caridad y la ayuda, pero siempre de manera controlada, para evitar y castigar abusos. De este modo, todo aquel socio que cayera enfermo o sufriera accidente debía pasar un control médico (fueron creciendo los médicos que prestaban este servicio, que tuvo que ser finalmente remunerado ante el aumento del trabajo que tenían como consecuencia del importante crecimiento de la Sociedad); la suma de los socorros se limitaba a lo suficiente para subsistir y se concedían siempre por tiempo limitado (si bien en ocasiones, en atención a las circunstancias personales del socio, se aumentaba el socorro o el tiempo de concesión y, además, para los enfermos crónicos y para los pobres de solemnidad se garantizaban socorros especiales); quien recibía el socorro debía permanecer en casa y, si deseaba salir, debía obtener la llamada papeleta de paseo con la preceptiva firma del presidente de la Sociedad, y el visado del alcalde y del párroco, bajo pena de pérdida del derecho y, en su caso, de expulsión. Pero, aunque controlada, se ejercía la caridad.
Son numerosas las decisiones que pueden verse de concesión de ayudas a socios cuyo socorro había sido suspendido por ser su enfermedad de carácter crónico, dado el hecho de que seguían enfermos y visto su estado de pobreza. Asimismo, será una constante la decisión de aumentar los socorros cada vez que aumentaban los fondos de la Sociedad, en prueba de la ausencia de ánimo de lucro de la misma.
Don Constantino Pérez y Gómez era el párroco en estos años de principios del siglo XX |
Aún así, también pueden verse muestras de generosidad incluso en la aplicación del Reglamento. Un caso curioso es el acontecido en 1902 con uno de los socios, que había recibido socorro por seis meses, durante los cuales había estado trabajando. Vista su situación personal, la Junta decidió, "guiada por un espíritu de concordia" socorrerle con un cantidad no gravosa para la Sociedad, aunque el socio no tuviera derecho.
CONTINUARÁ