Aunque esté alejada del pueblo y solo la disfrutemos una
vez al año en la romería para venerar a San Gregorio, esta ermita tiene más
valor del que creemos. La podríamos encuadrar en un conjunto de edificaciones
dedicadas al culto religioso que forman parte del Patrimonio Arquitectónico
Rural de Castilla-La Mancha. Tiene unas características constructivas y
formales similares a otras de las que se tenía constancia desde el siglo XVI,
cuando se realizaron las Relaciones de los pueblos de España ordenadas por
Felipe II, las cuales tienen en común, entre otras características, su pequeño
tamaño y la situación alejada del pueblo al que pertenecen.
¿Por qué se
construyó esta ermita?
Se cree que nuestro Santo, San Gregorio Nacianceno,
actuaba de abogado contra las plagas que atacaban las cosechas en el campo,
aunque este cometido también se le atribuye a San Gregorio Ostiense.
Lo cierto es que por algún motivo esta tierra se vio en la necesidad de venerar a este Santo. Quizá este hecho tuvo que ver para que en 1575 se terminara de construir esta ermita situada en el campo. Según cuenta Francisco Gil Gallego en su libro "Historia de Sonseca en anales" la ermita fue inaugurada y bendecida por un Obispo, aun sin estar terminada la obra, a cuyo acto asistieron las autoridades civiles y religiosas de Sonseca entre otros. En aquel acto el Obispo otorgó cuarenta días de perdón a todos los que visitasen la ermita tal día como aquel.
Lo cierto es que por algún motivo esta tierra se vio en la necesidad de venerar a este Santo. Quizá este hecho tuvo que ver para que en 1575 se terminara de construir esta ermita situada en el campo. Según cuenta Francisco Gil Gallego en su libro "Historia de Sonseca en anales" la ermita fue inaugurada y bendecida por un Obispo, aun sin estar terminada la obra, a cuyo acto asistieron las autoridades civiles y religiosas de Sonseca entre otros. En aquel acto el Obispo otorgó cuarenta días de perdón a todos los que visitasen la ermita tal día como aquel.
¿Cómo y cuándo se
construyó?
La ermita comenzó siendo un espacio de planta cuadrada de
casi ocho metros de lado en el que la direccionalidad la marca un ábside de
tres lados en la cara Este que se podría inscribir perfectamente en un
pentágono regular. Desde su construcción a finales del siglo XVI mantuvo
durante algo menos de trescientos años forma cúbica. No se tiene constancia de
que la ermita hubiera sido ampliada hasta el primer tercio del siglo XIX.
En 1829 se le adosó en la cara Norte la actual sacristía que no tenía comunicación directa con la nave hasta finales del pasado siglo XX. Los últimos volúmenes añadidos fueron la sala situada en la parte posterior junto al ábside y el porche actual que sustituyó a otros anteriores como podemos observar en fotografías antiguas.
En 1829 se le adosó en la cara Norte la actual sacristía que no tenía comunicación directa con la nave hasta finales del pasado siglo XX. Los últimos volúmenes añadidos fueron la sala situada en la parte posterior junto al ábside y el porche actual que sustituyó a otros anteriores como podemos observar en fotografías antiguas.
¿Con qué se
construyó?
Los muros
La ermita se levanta sobre una base de mampostería de
piedra granítica. Únicamente las esquinas y los remates superiores se
construyeron con sillares labrados a medida para darle la forma cúbica que
tiene el conjunto. Los paños intermedios de las fachadas norte y sur se
hicieron con tapial, Actualmente están ocultos por un enfoscado de cemento y
verdugadas de ladrillo en la cara sur y un revestimiento de yeso en la cara
norte y caras interiores de la nave, aunque por encima del actual falso techo
de la sacristía se conserva visible el muro original construido de tierra.
Observando la fachada principal podemos ver cómo queda
constancia de los huecos o cajeados, actualmente rellenos, que fueron abiertos
para adosar el porche que existía antes que el actual.
Como dato de cierto interés existen algunas marcas
grabadas en la piedra de los muros de esta ermita. Concretamente en la fachada
Este, en la esquina inferior izquierda de la nave y en la del ábside. Estas
marcas hacen referencia al Monte Calvario, tienen carácter popular y de alguna
manera sacralizan el lugar. Quizá tengan algo que ver con algún acto religioso
o funerario.
Las cornisas
La parte más alta de los muros se remata de dos formas. Si
nos fijamos en el exterior, vemos que las cornisas de la nave son de ladrillo
formando dos hiladas, la superior dispuesta a tizón y la inferior colocada en
"diente de sierra". Pero en el ábside la cornisa es de piedra
tallada. Ésta última es original y la primera que se construyó ya que los
edificios de culto religioso como éste siempre se comenzaban a construir por el
ábside. No podemos asegurar con certeza que la cornisa de ladrillo de la nave sea
la original. Pero el formato de ladrillo utilizado era bastante común en la
construcción en el siglo XVI, lo que podría hacernos pensar que una vez
construido el ábside, siendo conscientes del coste de ejecución de una cornisa
de piedra tallada, se decidiera terminar la nave con la cornisa de ladrillo que
vemos actualmente.
La cubierta
La cubierta de la ermita está acabada exteriormente con
las tradicionales tejas árabes, probablemente repuestas ya varias veces a lo
largo de los más de cuatro siglos que han pasado desde su construcción. Originalmente
se componía de cuatro faldones o vertientes de las cuales una (la situada al
norte) se prolongó en el siglo XIX para cubrir la actual sacristía. Ésta es la
única zona donde se puede confirmar que la estructura que soporta el tejado es de
madera, formada por vigas inclinadas para dar la pendiente adecuada y vigas
horizontales que servían de estructura sobre la que colgaría un falso techo
antiguo hoy desaparecido. Respecto al resto de la cubierta, que protege la bóveda,
desconocemos cómo es exactamente, aunque, por el espesor total que se observa
en el levantamiento de planos realizado, es posible que no tenga estructura de
madera y por lo tanto esté apoyada directamente sobre la propia bóveda.
La capa de cobertura que se puede ver por encima del
actual falso techo de la sacristía está compuesta por una mezcla de chamizo y
barro trenzado que servía de plano de apoyo del tejado. En las fotos podemos
ver el estado en el que se encuentra y darnos cuenta de su inmediata necesidad
de restauración, pues la mayoría de la vigas están partidas o apunto de romperse.
Otros elementos
constructivos
Sabemos cómo se construyeron los muros, las cornisas e
incluso la cubierta de la ermita original, pero existen dudas sobre cómo se
construyó la bóveda que cubre la nave y cómo es realmente la estructura de
cubierta que la protege. Aunque se advierte que la bóveda puede estar hecha con
rosca de ladrillo, lo descubriremos cuando comience la obra de restauración de
la cubierta donde seguro que encontramos más información de interés sobre su
construcción original.
¿Qué interés tiene
la ermita de San Gregorio?
Tenemos la suerte de conservar una ermita que es
comparable a otras situadas en otros pueblos de Castilla la Mancha e incluso de Madrid
que ya han desaparecido o han sido sustituidas por otras de construcción
posterior. Este tipo de edificios que forman parte de nuestra arquitectura
popular ya fueron reflejados en fuentes bibliográficas conocidas como por
ejemplo las ya mencionadas "Relaciones" de Felipe II (1576), las
"Descripciones del Cardenal Lorenzana" (1785) o los datos que recoge
Pascual Madoz en su diccionario (1847) donde ya se describía el pueblo de
Sonseca en esa época.
Este tipo de ermitas solían estar poco frecuentadas debido
a que no tenían un culto permanente. A ellas acudía la gente que pasaba de
camino o que intencionadamente quería hacer un pequeño peregrinaje para rezar
al Santo. La situación alejada del pueblo dificultaba el cuidado de la ermita.
En algunos casos había un ermitaño que se encargaba de conservarla, en otros,
el cuidado estaba a cargo de la cofradía, como ocurre hoy y seguramente haya
ocurrido siempre en nuestro caso.
Éstas ermitas se concibieron en muchas ocasiones para
estar abiertas al caminante o al campesino. Si nos fijamos en el hueco de la
entrada original, formado por un arco de ladrillo de medio punto apoyado sobre
el muro de piedra, vemos que es mucho mayor que el hueco actual de acceso. Es
muy probable que la ermita estuviera abierta aunque protegida quizá con un
enrejado para que la gente pudiera rezar a San Gregorio sin necesidad de estar
dentro. De hecho no existe ningún hueco o ventana, a parte de la puerta, que de
luz al interior, lo que reforzaría esta hipótesis.
Consideraciones sobre la conservación del nuestro Patrimonio Popular.
Llamar la atención sobre casos como este, donde la
arquitectura de pequeña escala y de carácter rural pasa muchas veces
desapercibida, puede ser dificultoso porque aparentemente parecen no tener una
trascendencia social suficiente. Esto ocurre a menudo con la arquitectura
popular, que en la mayoría de ocasiones no estaba dirigida por arquitectos si
no por el saber hacer de aquellos que, pertenecientes a un lugar, construían
con los materiales de su tierra empleando para ello las técnicas constructivas
que tradicionalmente se habían transmitido de padres a hijos y de oficiales a
peones.
Queramos o no este tipo de construcciones, dentro de las
cuáles se incluye esta ermita, forman parte de nuestro entorno y dan identidad
al lugar al que pertenecen. Se integran dentro del Patrimonio Arquitectónico
Rural que tan rico es en Castilla La
Mancha y constituyen una parte muy importante de nuestra
tradición popular.
Conservar el patrimonio cultural es importante siempre,
pero los es más cuando su estado actual puede dar lugar a un agravamiento que
produzca más deterioros y daños que en este momento se pueden prevenir como es
el caso de esta ermita.
Sonseca 9 de Mayo de
2013
Gracias, Francisco, por ilustrarnos con tu pluma, pincel y cámara sobre tan popular ermita para los sonsecanos.