Con el título SUCEDIÓ EN SONSECA, Manuel Ballesteros Peces publicó en el número 2 de El Eco, Revista de interés comarcal, este pasaje de nuestra historia reciente digna de recordar conmemorando su efemérides.
A finales del siglo pasado, Sonseca, como la totalidad de los pueblos de esta comarca y la mayoría de los de España, sólo se alumbraban por la noche con la luz que recibían de la luna, cuando la había, y en algunos puntos especiales con faroles de aceite, que encendía y apagaba la persona responsable de ello. Este tipo de iluminación fue el que se puso en 1869 en la plaza del Ayuntamiento, en la fuente Vallejo y el paseo de José López Ahijado. Para ello se gastaban 30 escudos al año en aceite y otros 10 escudos más para la persona responsable de dichos faroles.
Los faroles, velones, candiles, quinqués y otros aparatos similares eran los que iluminaban las casas por las noches y a sus tenues luces, en amenas conversaciones, las mujeres bordaban primorosas labores.
Pero, se inventó la luz eléctrica, por lo que el 27 de septiembre de 1897, D. Leoncio Torres propuso al Ayuntamiento poner este sistema de iluminación en la villa, si éste le abonaba con una cantidad fija proporcional al número de luces a instalar en las calles. El Ayuntamiento accedió.
Un año después, D. Francisco Rodero, en nombre de la empresa que iba a poner esta luz eléctrica en Sonseca, manifestaba que no se podía cumplir lo estipulado. El Ayuntamiento protestó, lo que sirvió para que dos meses después se volviera a estudiar el asunto y se pidiera permiso para instalar la fábrica de la luz en la entonces conocida Glorieta.
El Ayuntamiento facilitaría gratis el agua de los pozos, fuentes o arroyos, así como la fijación de los postes y palomillas para los transformadores y cables aéreos. La fábrica pondría por su parte las lámparas de 10 bujías necesarias para el alumbrado público, que lucirían desde el anochecer hasta las 12 de la noche. El Ayuntamiénto también se comprometía a pagar 3 pesetas al mes por cada lámpara.
Otras condiciones completaban el contrato que se firmo, como el horario de funcionamiento, hasta la 1 h. de la madrugada en las calles y hasta el amanecer en las casas particulares.
La puesta en marcha de los acordado tardó en ponerse en marcha, en julio de 1899 todavía nos encontramos en las gestiones previas. Poco a poco las dificultades y diferencias se fueron disipando. Hubo cesiones por parte de unos y otros hasta un final acuerdo en 1902, siendo responsables del montaje de esta luz eléctrica y su fábrica la sociedad Talló y Mingot que se lo habían comprado a sus antecesores. Su representante era D. Mariano Miguel.
En junio de este año, 1902, ya se había construido la fábrica en el solar cedido por el Ayuntamieto, en la conocida fábrica de harinas, entre la ermita del Cristo y La Rábana.
En el acuerdo final figuran como condiciones:
- Cada lámpara de 10 bujías pagará 3 pesetas al mes por adelantado.
- El contrato durará 20 años, prorrogables por otros 20 más.
- La compañía tendría el agua como un vecino más.
- Se pondrían 200 bombillas por todo el pueblo, etc.
Con todo esto la compañía se comprometía a dejar todo totalmente terminado y dar luz ya en el MES DE OCTUBRE de dicho año de 1.902. Así se cumplió, siendo lo más probable que inaugurara el día 19 de dicho mes. (Hoy, día que se escriben estas letras, hace 110 años)
El generador de corriente estaba movido por un motor de 80 caballos, último modelo de la casa Brosley, de gas.
Desde dicha fábrica se proyectaba suministrar esta energía a otros pueblos como Mazarambroz, Ajofrín y Orgaz, que aún no disponían de ella.
De esta fábrica de luz, un ingeniero industrial de la época decía que "no había tres poblaciones de España, grandes o chicas, que tuvieran su instalación de tan perfecto funcionamiento debido a la excelencia de sus máquinas".
El Ayuntamiento, para celebrar este hecho histórico, pensó hacer un banquete, pero se sustituyó por otra propuesta: mejor sería dar un socorro de media hogaza de pan, media libra de arroz y media libra de bacalao a cada pobre. Así se hizo.
Pese a las opiniones de citado ingeniero, el funcionamiento de este revolucionario sistema de iluminación estaba aún muy en mantillas por lo que las interrupciones en el suministro eran más frecuentes que las deseadas por todos. Su rendimiento económico era escaso.
La empresa pasó a manos de Emilio Rodríguez, dueño de la primera fábrica de mazapán de Sonseca el 1 de enero de 1904, asociado con otras personas, entre ellas D. Nicolás Guzmán García-Aranda. el farmacéutico de entonces, que afirmaba que perdía mucho dinero con esta fábrica de luz.
La luz eléctrica además de dar luz a calles y casas particulares mejoró mucho el funcionamiento y rendimiento de las máquinas de fábrica y talleres en Sonseca.
Junto a la fábrica de luz se construía en esos tiempos la fábrica de harinas.
