viernes, 13 de septiembre de 2024

LAS FERIAS Y FIESTAS DE SONSECA CELEBRAN EL NACIMIENTO DE LA VIRGEN BAJO LA ADVOCACIÓN DE LOS REMEDIOS EL DÍA 8 DE SEPTIEMBRE.

 "Estas Ferias no solo son una ocasión para el festejo, sino también un momento para reflexión y el reencuentro. Es la oportunidad de mirar hacia atrás y valorar todo lo que hemos conseguido juntos, de rendir homenaje a aquellos que nos precedieron y nos dejaron un legado de valores y costumbre"

                      Dolores Romero López, pregonera, en su presentación en el programa de Ferias y Fiestas


  7 de septiembre, sábado

   PREGÓN DE FERIAS Y FIESTAS

   Auditorio de Nelson Mandela de la Casa de la Cultura

   Dolores, como anteriores pregoneros/as, se ha dignado en ceder el pregón gentilmente a este sencillo medio para su universal divulgación por Internet con el propósito de compartirlo con todos aquellos que deseen leerlo, releerlo..., disfrutarlo.

  Muchas gracias por tu generosidad.

    [Buenas noches, Sonseca]

    [¡Qué emoción!] 

    “CON LOS LIBROS HICE CAMINO” 

    Pregón

    Ferias y Fiestas en Honor a la Virgen de los Remedios

    (2024)

    Dolores Romero López



    SALUDO INICIAL, AGRADECIMIENTOS Y CONTEXTO

    Distinguidas autoridades civiles y eclesiásticas, estimados alcaldes de los pueblos vecinos, querida alcaldesa y representantes de la Corporación Municipal, queridos miembros del Patronato de la Virgen de los Remedios, alférez, muñidor y miembros de la Compañía de Alabarderos, reina, damas y niña de la bandera con quieres este año comparto el honor de honrar a nuestra Patrona.

   Queridos vecinos de Sonseca:

   En primer lugar, quiero expresar mi gratitud a mis familiares y amigos por apoyarme en este reconocimiento institucional del pueblo en el que nací y a mi propia familia. No podría estar aquí hoy sin el apoyo incondicional de mi marido, Ernesto, y mis dos hijas, Beatriz y Andrea. Este momento es tan vuestro como mío.

  Como habréis observado, mientras habéis ido llegando y buscando acomodo, habéis visto algunas imágenes en carrusel sin ningún orden ni concierto, pues no tenían otro fin que evocar la historia y tradiciones de nuestro querido pueblo y potenciar el mensaje de mi pregón. Estas imágenes –que esperemos que algún día puedan estar debidamente catalogadas en el Ayuntamiento– han sido cedidas por la Asociación Fotográfica Gran Angular, el Archivo Fotográfico Salvador Peces y por particulares.

   Sé que muchos de vosotros me conocéis desde que nací. Fui una de las últimas niñas en nacer en mi casa, aquí en Sonseca, un domingo del mes de marzo de 1965.

  Me llamo Dolores, como la Virgen de nuestra Ermita del Cristo, pues mi madre, Pilar López Valentín –“Violina”, para más señas–, que deseaba tener una niña, rogaba con fervor a nuestra Señora, que le concediera su deseo a cambio de ponerme su nombre.

  Mi primer apellido, Romero, es frecuente en Sonseca. La familia de mi padre, Jacinto Romero Dorado, se asentó en una casa de vecinos de la calle Ballesta. Pero mi infancia son recuerdos de un patio empedrado y con olor a rosas y lilas de la calle San Quintín, en el barrio del Oteruelo, donde la familia de mi madre ha vivido desde principios del siglo XX.       En esta vivienda solariega se acomodaron mis padres para ayudar en las labores agrícolas a mis abuelos maternos y labrar juntos su futuro. 



    UNA VIDA QUE COBRA SENTIDO HISTÓRICO

   Quizá penséis que es fácil escribir unas cuantas líneas y leerlas ante un público diverso y con ganas de divertirse. Si he aceptado pronunciar el pregón de Ferias y Fiestas de nuestra Villa es porque –en la madurez de mis días y pese a la dificultad de poner en palabras mis emociones– tiene sentido dar gracias a nuestra Patrona, la Virgen de los Remedios, por ser sonsecana. Tengo que confesaros que, siendo estudiante de EGB en Sonseca y de BUP y COU en Mora, me acercaba frecuentemente a la Ermita de los Remedios solicitándole ayuda para aprobar mis asignaturas y fuerza para superar dificultades.

   Ahora, desde la experiencia de mi vida personal y mi carrera profesional y en la añoranza de mis años jóvenes, me pregunto de dónde saqué yo mi afición por la literatura, qué había en Sonseca a finales de los años setenta y principios de los ochenta que despertó mi interés por los estudios y más concretamente por leer libros de ficción con tanta pasión y denuedo que hice de ello mi profesión. Las respuestas a estas preguntas constituyen las reflexiones que ahora quiero compartir con vosotros.

   Como los años de infancia son los de formación del carácter, vamos a recordar brevemente cómo era Sonseca a través de ese viaje que va de mi niñez a mi juventud.

   Mis padres han sido el pilar y la inspiración de mi vida. Ellos me dejaron el valioso legado cultural de las familias labradoras de Sonseca, enseñándome a valorar el trabajo de sol a sol, a superar la incertidumbre de quien espera la cosecha, a respetar nuestras tradiciones orales con sus palabras y dichos coloquiales. Todavía recuerdo cómo mis abuelos trillaban en las eras y guardaban los frutos de la primavera y el verano en las cámaras de sus casas para disponer de viandas durante el otoño y el invierno. En palabras de hoy diríamos que la generación de nuestros abuelos fue la última que practicó la sostenibilidad por necesidad. Estas tradiciones las recogí en mis dos primeros libros La besana de la memoria. Estudio filológico de la cultura rural toledana y Canciones y romances de la villa de Sonseca, publicados siendo yo aún estudiante en Salamanca.

    Mientras Sonseca destacaba por su industria textil, de la madera y el mazapán, la generación de mis padres llevó a cabo la primera mecanización del campo. Mi padre fue uno de los primeros agricultores del pueblo que se compró un tractor y fue socio fundador en 1967 de la Cooperativa Agrícola que también lleva el nombre de nuestra Patrona. Quiero rendir homenaje en este pregón a todas las familias sonsecanas que han vivido y viven de la producción agrícola y ganadera. Especialmente quiero mencionar a las mujeres rurales que siempre han apoyado con su fuerza y valentía el ciclo de siembra, cultivo y recolección. Me vienen a la memoria las hortelanas, las cuadrillas de espigadoras, escardadoras, las que rebuscaban en los suelos las aceitunas después de varear las olivas, las vendimiadoras y las que ayudaban a la economía familiar con el ordeño o el cuidado del ganado. Los niños nos criamos a su amparo. Además, en la temporada del mazapán, estas mujeres, –mi abuela y mi madre entre ellas–, se sacaban un jornal en la fábrica de mazapanes uniéndose así a las mazapaneras. Es el momento de valorar y agradecer su entrega para sacar adelante a sus seres queridos.




   Muchas de esas familias se dieron cuenta de que la única forma de que sus hijos vivieran mejor era dándoles estudios. Su memoria vive en mi corazón cada día y no dejaré nunca de darles las gracias por habernos enseñado, mediante el ejemplo, que el trabajo tiene su recompensa, si no inmediatamente, sí a lo largo del ciclo de la vida.

   Si el esfuerzo de nuestros padres ha sido la entraña de quienes compartís conmigo este devenir generacional, no es menos cierto que nuestro acceso a la educación fue la gran oportunidad de nuestras vidas.

   Mi casa está cerca de las entonces Escuelas de El Oteruelo. Aprendimos en ellas no solo a leer, escribir y las primeras reglas matemáticas, sino también el valor de la amistad y el compañerismo. Lo que más nos gustaba a los muchachos era que los maestros nos sacaran en primavera de excursión al campo, a San Gregorio, a veces a Casalgordo y en alguna ocasión a la ermita de San Pedro de la Mata.

  Al lado de las Escuelas del Oteruelo estaba la tienda de la Saturnina en la que nos comprábamos chucherías e intercambiábamos cromos. En esa misma acera estaba la Biblioteca Municipal a la que íbamos a leer después de salir de clase; eso sí con las manos bien limpias, algo que no era tan fácil porque nos gustaba jugar en la peana a las chapas, a los bolindres, al escondite inglés, a pídola, ¡a lo que se terciara! Aquella Biblioteca Municipal sorprendía a cualquier niño por el orden con el que se disponían los libros en sus estanterías, bien por temas –Literatura, Historia, Filosofía...– o por géneros –Poesía, Novela, Teatro, Cuentos Infantiles y Juveniles–. De aquella época seguro que os acordáis de haber leído algún libro de la serie de Los cinco, Robinson Crusoe o Peter Pan... aventuras, en fin, de jóvenes curiosos, inquietos y con ganas de explorar el mundo, como nosotros entonces.

   Desde las Escuelas de El Oteruelo pasamos al recién estrenado Instituto san Juan Evangelista, con su biblioteca, comedor, gimnasio y campos de fútbol. Nuestros entusiastas profesores trataban de inculcarnos los saberes de las letras y las ciencias, pero a nosotros nos divertía mucho más aprender a tocar la flauta, bailar jotas manchegas, recitar poemas y formar equipos de fútbol o balonmano masculinos y femeninos. Con estos profesores hicimos excursiones a Madrid, a ver el Guernica, y a Mallorca en barco, como viaje fin de curso. En el Instituto, junto a la secretaría, había otra Biblioteca a la que se podía ir a leer durante los recreos. En ella leímos a clásicos españoles. Recuerdo el impacto que me dejaron dos lecturas: La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela por su exagerado tremendismo narrativo, y Cinco horas con Mario de Miguel Delibes sobre las confesiones íntimas de la protagonista a su recién fallecido esposo.

   Las actividades curriculares del Instituto tenían su proyección después en otro espacios culturales recién inaugurados en Sonseca. La Biblioteca Municipal de El Oteruelo se trasladó a una nueva localización, más céntrica, en la calle Toledo. Y los niños que bajábamos a leer a la Biblioteca nos sumamos a un grupo de adolescentes mayores que nosotros que daban un nuevo sentido al cercano Centro Cultural Revuelo Pro-Casa de la Cultura, una verdadera Movida sonsecana cuyo objetivo era elevar el nivel cultural de los jóvenes en un momento crucial para la historia de nuestra recién estrenada Democracia. La cultura popular se convirtió en todo un símbolo de naciente libertad, o al menos así lo vivimos algunos de nosotros. Nos apasionamos por la pintura, por la música, por el nuevo cine, por el teatro... Nuestra juventud era un hervidero de iniciativas populares que se proyectaban como herencia de La Academia, cuyo objetivo era hacer que los hijos de los más necesitados tuvieran acceso a una carrera y apoyar el resurgimiento de las enseñanzas medias en Sonseca. Mi hermano Fernando estudió en La Academia y pudo concluir con éxito sus estudios de Magisterio en Toledo. Sin su ejemplo y el deseo de mis padres de darnos a los dos las mismas oportunidades, yo no hubiera cursado estudios superiores.

   Escuela, cultura e iglesia fueron de la mano en esos años de la Transición en Sonseca. Mi generación no conoció directamente la labor de La Academia, pero sí la de otros sacerdotes jóvenes que promovían la conciencia moral lúcida y el trabajo con los creyentes en un clima de apertura y diálogo. Salió adelante un coro de iglesia en el que participábamos con los conocimientos musicales que aprendimos en el Instituto.

   Un nuevo “Padre Nuestro” –¡ahora cantado! – y canciones como “Una nueva vida”, “Pueblo mío”, y tantas otras... hacían la misa de niños del domingo entretenida y alegre para todos.

   Por entonces, se puso en marcha el llamado Movimiento Junior cuyos monitores nos reunían en grupos mixtos para hablar de los valores cristianos. Nos enseñaron a tener fe en Dios y en nosotros mismos, es decir, un humanismo cristiano activo basado en potenciar la vida espiritual y colectiva como pueblo. Participamos en proyectos como la recogida de alimentos, la organización de actividades para los ancianos y jornadas de reflexión, compromiso y celebración. Estas experiencias no solo nos hicieron mejores personas, sino que marcaron el recuerdo indeleble de verdaderos amigos como quedó de manifiesto en la celebración de la Quinta del 65, cincuenta años después.

   A esas entrañables canciones del coro se fueron sumando otras que grupos musicales recién formados cantaban en la Plaza o en la Feria, y el pueblo que camina se hizo errante peregrino en busca de un destino que tenía sueños de libertad. Así las canciones de Jarcha, Cecilia, María Ostiz, Nino Bravo... y otros aún más jóvenes que venían pisando fuerte como Alaska, Mecano y Miguel Bosé... llenaron de alegría nuestros primeros guateques, que solíamos celebrar en alguna casa antigua. Y entre todos nos esforzamos por avanzar, por modernizar nuestro pueblo, no solo trabajando, estudiando, asfaltando las calles, llevando alcantarillado y agua corriente a todas las casas, reformando las viviendas, sino también fortaleciendo la confianza en la igualdad para todos, en la pluralidad política y en una nueva educación. Los más jóvenes queríamos transitar por caminos propios buscando la construcción de un mundo mejor.

   Ese viaje físico y simbólico que ahora os narro estuvo acompañado –en mi caso– de un proceso lento y tranquilo –como el tiempo de la labranza– que me permitió desarrollar mi gusto por la observación, el estudio y la lectura. En ese contexto debo hablar brevemente de un último espacio que determinó mi vocación profesional y nos ayudó a muchos a fraguar un futuro. Me estoy refiriendo a la librería La Cava, situada en la calle La Unión, la calle comercial del pueblo en aquel entonces. A todos nos encantaba ir a comprar cositas de papelería a La Cava. Además, se puso de moda coleccionar fascículos de todo tipo. En mi caso, me acercaba a La Cava todas las semanas para coleccionar novelas de Literatura Española y de Literatura Universal publicadas por Ediciones Orbis. Recuerdo la lectura de novelas de Dickens, Flaubert, Proust o Borges durante los largos veranos. Aún tengo en mi biblioteca personal esas ediciones baratas, subrayadas con lápiz y anotadas al margen con el significado de algunas palabras que después transcribía en lo que fue mi primer diccionario de términos desconocidos.

   Esta práctica de lectura atenta coincidió con mis años de estudio de BUP y COU en Mora de Toledo en los que un profesor de Lengua y Literatura Española fue mi verdadero mentor y quien me asesoró para realizar estudios de Filología. Después de leer y releer todo lo que iba cayendo en mis manos, me di cuenta de que la lectura era para mí algo más que una narración de hechos ficticios. La lectura de textos literarios da las claves de acceso a la interpretación íntima de hechos históricos. La lectura da la lucidez necesaria para ver las cosas desde distintas perspectivas y sin adoctrinamiento.

   A través de la lectura, la vida se abre a experiencias que nunca tendremos ocasión de vivir. La lectura sacia la curiosidad y da vuelos a la imaginación, pues no hay nada más humano que el deseo de descubrir nuevos mundos y de ser protagonistas en ellos. Por eso os animo a leer, a leer lo que sea y siempre.

  Y así, como quien no quiere la cosa, os he recordado mi pequeña historia en la historia compartida de Sonseca. En mi recuerdo se me agolpan los espacios personales, como mi casa, con otros públicos como las escuelas, las bibliotecas, la Iglesia y la Casa de la Cultura. Este recuerdo que cobra ahora forma de pregón es un viaje físico desde el Oteruelo a la Feria, pero también vital desde la niñez a la juventud desde el juego a la cultura, desde la inocencia a la madurez, desde la inconsciencia a la búsqueda de un espíritu crítico. He intentado narrar en pocas palabras cómo en ese viaje fue surgiendo mi gusto por el estudio y por la lectura para justificar así mi vocación y mi profesión.

   Después, vinieron nuevos retos, lejos del pueblo que me vio nacer. Los años vividos de actividad cultural en Sonseca coincidieron con una gran tensión política y efervescencia cultural en Madrid. Muchos de mis compañeros de estudios de Mora se fueron a las universidades madrileñas a cursar sus carreras, pero mis padres no querían dejarme ir a estudiar sola a la capital. Con la recomendación de mi hermano que ya estaba ejerciendo su magisterio y con gran esfuerzo emotivo y económico, decidimos que lo mejor era cambiar mi expediente a la Universidad de Salamanca y vivir en un Colegio Mayor cercano a la Facultad de Filología. Estudiar en Salamanca suponía para mí alcanzar un sueño: era la tierra de El Lazarillo de Tormes y La Celestina; pero, además, era la universidad de Miguel de Unamuno, el gran intelectual español de la modernidad.

   Comencé con gran ilusión mis estudios de Filología en Salamanca pensando en que era mi vocación, pero debo admitir que en muchas ocasiones me sentí sola, lejos de mi familia –que también me añoraba– y tuve que sacar fuerzas de flaqueza para afrontar mi propia vida con precaución y valentía. En Salamanca fue surgiendo una nueva vocación, la investigación filológica, a la que dediqué otros cinco años de formación predoctoral y una etapa posdoctoral de tres años en el Reino Unido. Durante este largo periodo aprendí que el cambio es la única constante en la vida, que merece la pena arriesgarse casi siempre, que todos los problemas tienen ventanas y que tenía conocimientos suficientes para aportar una visión del mundo propia.

   En ese tránsito de mi investigación tuve la suerte de formar mi propia familia. Juntos emprendimos viaje al Reino Unido para ampliar estudios de máster y un nuevo doctorado en la Universidad de Nottingham. La distancia de Sonseca se acrecentó aún más, en una época en la que los pasajes de avión eran caros y no había Internet. Terminamos lo que habíamos ido a hacer allí y nos vinimos para España con muchas ganas de sol, fiesta, paella y tortilla. Poco a poco fuimos recobrando amigos que habíamos dejado en Sonseca y en Salamanca. Y hoy puedo decir con orgullo que cuando venimos al pueblo nos sentimos bien arropados y queridos por mi familia, amigos, vecinos y conocidos. ¡Os lo agradecemos de todo corazón!

   Después ya vinieron mis años de reincorporación a la universidad pública española, primero a la UNED y, desde 2002, a la Universidad Complutense de Madrid donde ahora ejerzo como catedrática de Literatura Española. Los profesores universitarios impartimos docencia, pero en lo que verdaderamente debemos invertir nuestro esfuerzo es en llevar a cabo una investigación puntera que sea capaz de marcar el camino que debe seguir nuestra sociedad. En mi caso, dirijo un grupo de investigación experto en escritoras y escritores olvidados y coordino el nodo CLARIAH de la Comunidad de Madrid cuyo objetivo es acercar la transformación digital a los estudios en Humanidades. Fruto de la investigación de nuestro grupo es la Biblioteca Digital Mnemosine, una biblioteca de la memoria, a la que todos Vds. pueden acceder a través de Internet y leer libros españoles de principios del siglo XX.

    Por concluir y parafraseando el lema de Sonseca: “Con los libros hice camino”.

    Desde la Biblioteca de El Oteruelo hasta la Biblioteca Digital Mnemosine mi camino ha sido largo y lleno de experiencias.



   UNIÓN Y OPTIMISMO PARA UN PUEBLO CON FUTURO

   Hoy Sonseca tiene enormes retos y grandes oportunidades que debe abrazar con valentía y optimismo: la transformación digital se debe integrar en los procesos industriales, culturales y educativos; nuestra economía tendrá que ser cada vez más circular y la inteligencia artificial se aplicará a campos concretos sin olvidar nunca la ética y el sentido común. Tenemos que seguir trabajando, trabajando y trabajando con fuerza y pasión –como lo hicieron nuestros mayores– para desarrollar talento específico. Estamos, pues, ante un proceso de transformación imparable del que Sonseca debe salir fortalecida porque aquí la calidad de vida es buena y existe una comunidad humana en convivencia activa. En cuanto conectamos somos capaces de hacer cosas increíbles. Apostemos por la educación, la cultura y el cuidado de nuestras tradiciones para asegurar un futuro digno a nuestros jóvenes.

 

  Y ahora, os invito a todos a disfrutar de estas Fiestas con alegría y respeto.

  Además, quiero expresar mi más profundo agradecimiento a la Virgen de los Remedios. ¡Que su bendición nos guíe y nos proteja siempre!

  Y ahora todos juntos:

 ¡Viva la devoción a la Santísima Virgen de los Remedios!

 ¡Viva Sonseca!

[Leído al público en la Casa de la Cultura de Sonseca (Toledo) el día 7 de septiembre de 2024 a las 9:30 de la noche]





  
    Día 8 de septiembre, domingo

   LA FUNCIÓN, FIESTA MAYOR
   Alrededor del Ofrecimiento














       PROCESIÓN
     Detalles finales





     
     9 de septiembre, lunes
     PASACALLES A CABALLO Y DEGUSTACIÓN DE UN VINO ESPAÑOL.
     En el recinto ferial.
     ORGANIZA: Asociación Cultural Ecuestre "El Arreón"
















      Entrega del galardón: "Caballo de Oro 2024" a D. Salvador Peces Sánchez porque al curiosear por la vida nos ha mostrado lo mejor que ha visto.


Hizo la entrega Ataulfo Bermúdez.

Felicitación del presidente de la Asociación, Raúl Cerdeño

El premiado y su esposa con la Junta Directiva de El Arreón.

Con la alcaldesa, María Victoria y la concejal de Cultura, Lorena.

Margarita Mora fue la afortunada con el jamón de la rifa de El Arreón.

  
    EXPOSICIONES VARIAS:
    Se celebran previas a la Ferias y Fiestas y durante éstas.


















"RIFA", SUBASTA DE LO OFRECIDO A LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS EL DÍA 8.




   FIESTA DE LA OCTAVA, domingo 15 de septiembre.
   PROCESIÓN
   












  CAMBIO DE ALABARDAS A LA NUEVA COMPAÑÍA.


 










     CON LA "RIFA" DE LA BANDERA SE TERMINARON LAS FERIAS Y FIESTAS 2024 DE SONSECA



CONTINUARÁ
   

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EL OTRO tiempo DE UN PUEBLO...

DE BUEN NACIDOS ES...


Gracias amigo visitante por compartir este paseo por esta singular visión de mi pueblo, fruto de inquietudes recopiladoras desde...

Gracias, por ocupar parte de su tiempo en descubrir estos retazos, fragmentos, pinceladas de un laborioso pueblo como Sonseca, que ha demostrado a lo largo de su Historia saber superar con inteligencia creadora y ejecutiva las circunstancias más desfavorable.

Gracias, por leer y observar mis "entradas" metidas a golpe de corazón, como intuyendo lo que nos une y nos anima a seguir ampliando nuestros límites personales afianzando lo que somos y de donde venimos.

Disculpas por las erratas que siempre lleva un texto escrito aunque se haya realizado con lo mejor que uno ha aprendido.
























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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