Con horarios continuos de día y noche, siempre al servicio de sus enfermos.
Mi pariente y amigo Ángel Peces Martín, colaborador de este blog, me regaló en su día SUS MEMORIAS conocedor de mi interés por los temas sonsecanos para divulgar por este medio. Releyendo me encuentro con la biografía a don Samuel conseguida sobre todo por fuentes orales, sobre todo, del testimonio de sus hijas que aún viven, Rosario y Carmen Rosa. Me atrevo a incluir un resumen de ésta con la intención de que don Samuel, el que fue mi médico en la infancia y de tantos paisanos, que nos sanó visitándonos en nuestras casas, sea conocido y reconocido como se merece. Espero que entre Ángel y yo hayamos hecho un perfil de su persona lo más objetivo posible con nuestro respeto y admiración a su entrega profesional por nuestro pueblo.
Don Samuel Villamón Haltenhof. |
Nació en Lima, capital del Perú un 12 de enero de 1899. Su padre era Director de la Cámara de Comercio de Lima.
Cursó el bachillerato y la primera parte de la carrera de medicina en su ciudad natal. La Universidad cerró y se vino a España con varios compañeros a terminar la carrera en la Complutense de Madrid, especializándose en radiología.
Sus primeros trabajos los desarrolló en Cataluña tras licenciarse.
Se vino a Sonseca contratado para trabajar en la Beneficencia para los socios del Centro de la Amistad. Pronto comenzó a pasar consulta en su domicilio, tanto a particulares como a los que tenía abonados de Sonseca y pueblos limítrofes.
Edificio nuevo del Centro de la Amistad en la calle Mayor, del Horno y Cervantes. |
Su buen hacer profesional llegó hasta los oídos del doctor don Gregorio Marañón que le propuso pertenecer a su propio equipo.
Rechazó las propuestas al implicarse en el pueblo de tal manera que se consideraba un sonsecano más y quiso ofrecer sus servicios de por vida.
En 1928 se casó con la joven santanderina doña Virginia Pérez del Molino tras seis meses de noviazgo en la Iglesia de Santa Teresa y Santa Isabel situada en el barrio de Chamberí de Madrid.
El matrimonio se estableció en Sonseca, donde nacieron sus cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres. Los varones ya han fallecido.
La labor médica de don Samuel en Sonseca no tenía horas, era permanente, como sus compañeros de esos tiempos de posguerra en la España rural.
Iniciaba su jornada sobre las 8 h. de la mañana visitando a los enfermos en sus domicilios. Primero lo hacía a pie y más tarde conduciendo su SEAT 600. A las 11 h. pasaba la consulta en su casa hasta las 15 h. Por la tarde retomaba la visitas domiciliarias para ver a los enfermos que consideraba más graves, que necesitaban vigilancia más cercana. Rara era la noche que no tuviera que acudir a alguna urgencia: partos, cólicos, mareos, caídas...
Los serenos de esos tiempos ya tenían pactado con él una manera especial de llamar al timbre de su casa conectado a una campanilla que le despertaba para acudir en ayuda del necesitado de sus servicios.
Siendo un médico de medicina general, el sentía preferencia por curar casos relacionados con el reumatismos en los que él se consideraba más preparado.
La escasez de pruebas radiológica y de análisis específicos con cierta premura, la suplía gracias a sus conocimientos médicos, renovados con su estudio permanente en los ratos que le quedaban, y su gran experiencia a la hora de precisar dolencias, "ojo clínico".
Casa de don Samuel Villamón en la calle Mayor de Sonseca, ahora transformada. |
Recibía a muchos enfermos en su consulta, algunos con cita previa por teléfono, pues venían de los lugares más insospechados de nuestra geografía.
En los más de 50 años de médico le dio tiempo a tratar enfermedades como la viruela, sarampión, tos ferina, fiebres malta, calenturas tifoideas, paperas, paludismo, escarlatina, poliomielitis, difteria... en esa España aún en desarrollo económico, con una joven población y con escasos medios sanitarios.
Su celo profesional era tal que aunque el paciente se fuera de vacaciones seguía su evolución por teléfono, si era preciso. Si el enfermo no podía acudir a la consulta por estar alejado del pueblo, vivir en quintos, dehesas, fincas, él se desplazaba a caballo, en tílburi..., o medio de locomoción que le ofrecieran.
Esta disponibilidad absoluta en su trabajo alteraba, como no podía ser de otra manera su vida familiar y de ocio. En cuantas ocasiones no pudo celebrar con su familia las fiestas señalada como la Nochebuena o se le requirió sus servicios estando viendo una película en los cines San Juan o Echegaray.
El tiempo lo aprovechó al máximo. Ejerció siempre que pudo su papel de padre atendiendo a la educación de sus hijos con la transmisión de valores humanos y culturales. Le gustaba jugar con sus hijos a los juegos de mesa como el parchís, dominó, la oca..., y leerlos algún pasaje de El Quijote antes de cada comida y comentarlo en familia.
Su imagen exterior a los demás era de persona seria, en la cercanía era totalmente distinto, afable y cariñoso.
En la España que le tocó vivir las familias numerosas predominaban, por lo que tuvo que atender a muchos partos y a veces complicados. Hacía cesáreas si era necesario para el buen alumbramiento del bebé. Atendió a los partos de sus propios hijos y el de su segunda nieta antes de jubilarse. Utilizaba el bisturí con pericia para sanear heridas, cortes...
Al margen de la MEDICINA, don Samuel era un gran melómano. Sentía predilección por el sonido del violín. Todos los días leía el diario ABC para estar informado de los cercano y lo lejano. Le encantaban los alimentos cocinados con especias "alegres".
Algunos domingos, sobre todo de primavera, solía irse con su familia a la finca de la Alcantarilla a pasar la tarde junto al arroyo Guajaraz y contemplar los restos de presa romana.
Paredones de la Alcantarilla, antigua presa romana y el arroyo Guajaraz. (Mazarambroz) |
De sus fobias se podía hablar del miedo a los perros. Si alguna vez entraba en una casa y había un perro suelto, don Samuel no pasaba a visitar al enfermo mientras no ataran el can con una cuerda.
El poco tiempo libre de que disponía lo compartía con algunos amigos en el Centro de la Amistad (Casino de los Ricos) jugando al ajedrez o al tresillo, entre ellos don Ramiro, el farmacéutico, don Manuel, el veterinario...
Don Samuel junto a don Vicente Gª-Aranda, don Constantino Pérez, párroco, y don Francisco de Asis |
Otras de sus aficiones era jugar a la lotería y echar la quiniela, con la suerte que le tocó un buen pellizco del PREMIO GORDO DEL NIÑO.
El diario El Alcázar del 5 de enero de 1965 publicaba como titular:
AL MÉDICO, HOY MILLONARIO, LE INTERESAN SUS ENFERMOS.
Resumiendo la noticia ( pueden leerla completa en la entrada de este blog: PRENSA 1965: LA LOTERÍA DEL NIÑO CAYÓ EN SONSECA) en lo principales datos: Le tocó a don Samuel Villamón el Premio Gordo de la lotería del Niño en el Nº 1357. Llevaba cinco décimos, un de ellos se lo cedió a un amigo de Madrid. También fueron afortunados varios sonsecanos que llevaban participaciones.
Algunas anécdotas se sucedieron previas a tocarle el Gordo del Niño que muestras su personalidad.
Antes del sorteo, un enfermo que acudió a su consulta le dijo que no podía pagarle. Don Samuel le regaló una partipación del número agraciado escrita en un papel y sin firmar, solo con el número, y la cantidad a jugar. Le dijo que con ella si le podría pagar porque tocaría. Y así sucedió. Pasado el sorteo le dio lo que le correspondía, manteniendo su palabra.
También hizo lo mismo con otras dos personas, una de ellas un dentista amigo.
Políticamente, don Samuel no se manifestó públicamente, independientemente de las ideas que tuvieran sus pacientes. A todos los veía como personas necesitadas de su ayuda sin ningún distingo.
Religiosamente se se manifestó católico. Todos los domingos acudía a misa acompañado por su mujer e hijos. Su amor por la Virgen de los Remedios fue muy grande. Escribía poesías en su honor, y algunas de ellas fueron publicadas en la revista parroquial de mediados de los años 50.
Según sus hijas, siempre siempre se sintió muy identificado con el pueblo y volvió a Perú una vez jubilado con toda su familia, donde permanecieron varios días para conocer sus raíces y parientes con los que mantenían contacto a través de correspondencia y vía telefónica.
En Sonseca, don Samuel Villamón da nombre a una plaza permetuándose así en el tiempo y a la vez ser motivo de curiosidad por saber sobre su biografía.
Además de este reconocimiento por parte del Ayuntamiento de turno en nombre del pueblo de Sonseca, don Samuel fue reconocido con dos diplomas a su dilatada y meritoria labor profesional por el Ilustrísimo Colegio de Médicos de España con fechas del 24 de marzo de 1968 y de 8 de febrero de 1973.
Murió a los 80 años. Sus restos reposan acompañados por de su mujer y su suegra en el cementerio de Sonseca, pueblo al que dedicó sus conocimientos médicos en el arte de curar y del que se consideró un sonsecano más pese haber nacido a miles de kilómetros.