jueves, 28 de septiembre de 2023

PROGRAMA DE FERIAS Y FIESTAS DE SONSECA DE 1922 y OTROS HECHOS ACAECIDOS ES AÑO

   Rebuscando en mi carpetas hechos acaecidos en Sonseca de los que pudiéramos celebrar su efemérides centenaria me encuentro un programa de Ferias y Fiestas de 1922 en un díptico octavillado. Se me ha pasado un año, por lo tanto, celebraremos sus 101.

  La programación festiva es un reflejo de la sociedad sonsecana, por eso lo transcribo tal cual para darles la oportunidad de remontarse al Sonseca de hace un siglo y así conocerlo mejor.

  Completo con algunos hechos significativos de ese año, antes y después de la fiestas.



     PROGRAMA

   de las solemnes Fiestas que en honor de Nuestra Excelsa Patrona la Milagrosa Imagen de los Remedios, se celebrarán en esta Villa de Sonseca, los días 7, 8, 9, 10 y 11 de septiembre de 1922.

DÍA 7

    A las seis de la mañana.-  La Banda musical que dirige D. Juan Francisco Carrasco, recorrerá las plaza y calles con una clásica.

                                                   ==== D I A N A ====

   A las doce.- Repique general de campanas en la Parroquia y en la Ermita de nuestra Señora de los Remedios.

   A las cuatro

                            VÍSPERAS SOLEMNES

a gran orquesta, con asistencia de todo el Clero de la villa y de la Compañía de Alabarderos de la Virgen.

   A las nueve de la noche.- Brillante

      ILUMINACIÓN ELÉCTRICA

en la Ermita de la Santísima Virgen y Salve solemne ejecutada a gran orquesta.

   Terminada la Salve, en la Glorieta de la Ermita habrá 

              CONCIERTO MUSICAL

y se quemará una vistosa función de 

              FUEGOS ARTIFICIALES

dirigida por el afamado pirotécnico D. Eleuterio Díaz, vecino de Recas (Toledo).

DÍA 8

Al amanecer.- Diana por la citada Banda.

A las nueve de la mañana.- Solemne

         FUNCIÓN RELIGIOSA

a gran orquesta, en la que ocupará la cátedra del Espíritu Santo el Sr. D. Francisco Peces Martín de Vidales, Presbítero.

   A las doce.- Solemne acto de Ofrecimiento, al que concurren innumerable multitud de devotos de diferentes regiones de España y el pueblo entero, a ofrendar a tan milagrosa Imagen.

   A las cuatro de la tarde.-  Solemnes Vísperas y Novena a la Santísima Virgen. Terminada ésta, saldrá procesionalmente de la expresada Ermita la venerada Imagen de Ntra. Sra. de los Remedios, recorriendo en triunfo su tradicional itinerario.

   Por la noche.- Profusa iluminación eléctrica y concierto musical en el Ferial.

DÍA 9

   A las seis de la mañana.- Diana

   A las ocho y media.- Misa solemne y tradicional Rifa de los objetos ofrecidos, como igualmente por al tarde.

   A las diez.- Distribución en el Ayuntamiento de una abundante limosna de pan a los pobres de la localidad.

   Por la noche.- Novena, Salve solemne y concierto musical en el Ferial.

DÍA 10

   A las seis de la mañana.- Gran diana

   A las ocho y media.- Misa y Rifa como el día anterior.

   A las cuatro y media de la tarde

  GRAN CORRIDA DE NOVILLOS-TOROS

de la acreditada ganadería de D. Diego Zaballos, en la que tomarán parte los afamados diestros

             Juan Arias (Pollero)

                             y

    Manuel Alcántara (Cantaritos de Sevilla)

con sus correspondientes cuadrillas.

   Por la noche.- Concierto musical en el Ferial.

DÍA 11

   Como los días anteriores; y por la tarde, a las cuatro y media, otra gran corrida de novillos-toros de la afamada ganadería de D. Miguel de la Morena, vecino de Salamanca, por las cuadrillas de los valientes diestros.

         EUSEBIO ZAZO

                    Y

      TEÓFILO HIDALGO (de Toledo)

     Por la noche, como los días anteriores.

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    En los días 8,9 y 10, habrá cine público en el Real de la Feria desde las diez de la noche hasta la una.

   Durante los días 8, 9, 10 y 11, actuará en nuestro Coliseo Echegaray la compañía cómico-lírica que dirige D. Francisco González Lemos.

                                                                           LA COMISIÓN

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Toledo.- Imprenta de la Editorial Católica Toledana

   Ampulosos adjetivos nos ofrece el redactor del programa.

  OTROS HECHOS OCURRIDOS EN 1922 PARA AMPLIAR LA HISTORIA.

   El ordinario, Anastasio Sánchez Fernández, "Colorín", cobró 1,5 pesetas a cada uno de los toreros que transportó desde Sonseca, donde torearon, a la estación de ferrocarril de Toledo una madrugada de septiembre. Había creado el servicio ordinario a Toledo. Se lo traspasaría a su hijo Vicente. Contemporáneo en el mismo oficio fue Mariano Sánchez-Mayoral.

   Don José López Ahijado, maestro nacional, fundó una rama de la Cruz Roja Española en Sonseca. Su número como socio era el 17.874.

   Se gastaron 6.000 pesetas en abrir nuevos pozos para aumentar el caudal de agua potable y se ampliaron los existentes.

  Se construyó de nueva planta la fábrica de hilos de lana para paquetería, toquillas y alfombras de Emilio García TEXTI LANERA TOLEDANA con maquinaria de una capacidad máxima. Su especialidad eran las lanas brillantes y rizadas, gran novedad, para labores. Además tenía sección de tintorería y depósito en la calle Delicias 13 de Madrid.

   En Sonseca había once tenderos, y un tahonero francés del Cantal.

  Curiosidad: El torero Teófilo Hidalgo era natural de Fuensalida. Murió con 27 años de una cogida mortal en la plaza de Bustarviejo un 14 de septiembre de 1930.

  

domingo, 24 de septiembre de 2023

EL SONSECANO ISAAC MARTÍN DELGADO, CATEDRÁTICO DE DERECHO INTERNACIONAL EN LA UNIVERSIDAD DE CASTILLA LA MANCHA, PREGONERO DE LAS FERIAS Y FIESTAS 2023 DE SONSECA

  Desde el año 1983 se viene celebrando en Sonseca el pregón de Ferias y Fiestas cada 7 de septiembre.

  El pregonero nos ha cedido gentilmente el texto de su pregón para que le podamos degustar detenidamente leyendo o releyendo gracias a este medio universal de internet que da cobijo a un sencillo blog.


Virgen de los Remedios           Fotografía de Borja García de Blas

 MADRE MARÍA, ABOGADA NUESTRA

ISAAC MARTÍN DELGADO

Distinguidas autoridades civiles y eclesiásticas; querida Alcaldesa y resto de miembros de la corporación municipal; alcaldes de los pueblos vecinos que habéis querido acompañarnos en esta noche; queridos hermanos sacerdotes y miembros del Patronato de la Virgen de los Remedios; querido Alférez, muñidor y miembros de la Compañía de Alabarderos, Reina, Damas, niño de la bandera, con quienes este año comparto el privilegio de escoltar la imagen de nuestra Patrona; querida familia; muy querida Irene –mi mujer, mi vida– y muy queridos hijos –Marcos, Ángela, Alberto, Mariam–; queridos amigos; queridos vecinos de Sonseca; señoras y señores:

Quiero iniciar mi intervención confesándoles un sentimiento personal:  no me siento digno de dar este pregón.

La tarea que se encomienda a un pregonero consiste en realizar un discurso elogioso en el que se anuncia al público la celebración de una festividad y se le invita a participar en ella. En nuestro caso, nada menos que la Natividad de María, que celebramos mañana en toda la Iglesia universal, constituyendo el día central de nuestras fiestas. Hablar de lo que ha significado y significa María en la historia, en las tradiciones de Sonseca y en nuestras vidas es un reto difícil de asumir, por la riqueza que implica la figura de nuestra Madre. También lo es dirigirme a todos ustedes. Es cierto que hablar en público forma parte de mi día a día, por mi profesión y por mi compromiso eclesial. Pero esto es distinto, muy distinto.

Se me ha encomendado el inmenso honor de pregonar las Ferias y Fiestas en Honor a la Santísima Virgen de los Remedios de Sonseca, mi pueblo, donde siempre he vivido, ante mis vecinos, muchos de los cuales constituís un referente para mí. He leído en estos días los nombres de las personas que han recibido este honor a lo largo de los últimos lustros –desde el año 1983, en que comenzó la práctica de iniciar las ferias con el pregón– y, ciertamente, la inmensa mayoría de ellos son personalidades muy relevantes, no sólo por lo que han hecho en nuestro pueblo, sino, en algunos casos, por sus aportaciones a nivel nacional e internacional. Mucho me temo que estoy lejos de ese perfil.

A este sentimiento que les he confesado se unía, además, una cierta inseguridad. Tras aceptar la invitación de nuestra alcaldesa a ser pregonero de las Ferias y Fiestas de este año, algo sobre lo que no tuve duda, les reconozco que no sabía muy bien cómo enfocar este pregón. Soy una persona sencilla, con poco que contar porque mi vida no tiene grandes puntos de interés. Un profesor universitario de Derecho que, agradecido por la fe recibida de mis padres y alimentada en comunidad, trato de vivir mi vida haciendo el bien y sirviendo a quienes están a mi lado, aunque no siempre lo consiga. Hacer un pregón en clave jurídica, en coherencia con mi profesión, hubiera resultado un auténtico desastre, incluso para quienes han sido o van a ser alumnos míos, algunos de los cuales están aquí presentes (ellos no tienen más remedio que aguantarme). Así pues, consciente de mis limitaciones, decidí pedir consejo a quienes me rodean habitualmente acerca de cómo enfocar esta intervención. Uno de mis hermanos me dijo que podía hablar de mis raíces y de mis orígenes entre cerdos ayudando en la empresa familiar y cómo logré realizar mi vocación como profesor con la ayuda de la Virgen de los Remedios; no es mal consejo, pero les aburriría, precisamente porque no podría contar grandes anécdotas. Una amiga –hay que quererla– me ofreció 50 euros si decía a lo largo del pregón la palabra “calzoncillos”; le estoy muy agradecido, porque nunca he ganado dinero tan fácilmente, la verdad. No pocos de vosotros me habéis aconsejado que, ante todo, fuera breve, lo cual se me ha grabado a fuego porque sé que si no lo cumplo empezaré a divisar desde este lugar privilegiado en el que todo se ve cómo comienzan a moverse en las sillas, a resoplar, a hablar con el de al lado, a mirar el reloj.

El mejor consejo me lo dio mi madre. “Hijo –me dijo–: que sea un pregón sencillo”. Así que he decidido hacerla caso (porque siempre hay que hacer caso a una madre). Trataré de hacer un pregón sencillo. Es más, dedicaré este pregón a hablar de mi madre, que para eso fue quien me dio el consejo… y, junto con ella, de todas las madres, incluidas las suegras (y, en particular, de la mía, aquí presente), pues no dejan de ser, en cierto modo, madres para nosotros, yernos y nueras.

La maternidad no está de moda hoy en día. Las circunstancias de la vida presente hacen que cada vez resulte más difícil tener hijos; en no pocos casos, no podemos obviarlo, también conduce a ello el egoísmo, el materialismo, la comodidad. No lo juzgo, describo un hecho. Por eso, creo que resulta más necesario que nunca valorar convenientemente lo que es y significa ser madre.

Desconozco las razones por las que, desde pequeño, siempre he admirado a las mujeres que forman parte de mi vida por el hecho de serlo y, en particular, a las madres; pero así ha sido y sigue siendo. Su visión de las cosas, su forma de actuar, su vocación de servicio resultan admirables para mí. Ello me ha llevado a observar comportamientos, actitudes, palabras, gestos; en definitiva, a tratar de aprender de aquellas que estaban a mi alrededor a fin de interiorizarlo de algún modo en mi propia vida.

Y es que no deja de sorprenderme el hecho de que una madre sea capaz de renunciar a parte de su comida por compartirla con sus hijos o incluso con quienes, sin serlo, están sentados en la misma mesa; que cambie su semblante, como si le doliera a ella misma, cuando ve que uno de sus hijos se ha hecho daño, aunque sea una nimiedad; que, tras un parto doloroso y complicado, en el cual ha estado en riesgo su propia vida, no recuerde nada de ese sufrimiento una vez que el recién nacido está en su regazo; que se pase por tu habitación de estudio tres veces a la hora para preguntarte si necesitas algo, recordarte que tienes que comer para rendir más o traerte un café sin que lo hayas pedido; que no tenga reparo alguno en saltar al terreno de juego y parar el partido cuando ve que su hijo ha recibido un balonazo tremendo, totalmente ajena a las protestas del árbitro y del público asistente y al riesgo de hacer el ridículo; que deje todo lo que está haciendo por salir a abrir a su hijo la puerta del garaje y desearle un buen día, evitando así que tenga que bajarse del coche; que, tras decir hola, sus primeras palabras cada vez que, una vez independizado, vuelves a casa, sean “abre el frigorífico y come algo”… bueno, sus primeras, sus segundas y sus últimas antes de irte; que, en momentos de desesperación provocada por la desobediencia de sus hijos, se quite la zapatilla y la lance, pero sin tirar a dar (las madres siempre fallan en lanzamiento de zapatillas); que una madre limpie con una sonrisa encubierta, tras teatralizar previamente su enfado, las pinceladas que su bebé ha hecho con rotulador permanente en una pared blanca recién pintada pensando que lo que ha dibujado, en realidad, no está tan mal y que puede que su hijo sea un nuevo Picasso; que para ella todo problema ajeno sea prioritario, dejando los propios para mejor ocasión; que siempre tenga tiempo para escuchar un lamento, curar una herida, preparar una maleta ajena, aunque ello le suponga renunciar a prestar atención a sus propias necesidades; que cualquier acto bueno de su hijo sea para ella una hazaña heroica y le haga sentir como si fuera el más importante del mundo; que, aunque no seas particularmente guapo, no pare de decirte cada vez que te mira “eres lo más bonito que ha hecho Dios” (a ti y a todos tus hermanos, claro). Una madre no deja de tender puentes entre sus hijos enfrentados; una madre sirve en todo derrochando amor; una madre no duerme, no come, no va a la peluquería, no sale de compras cuando quiere o lo precisa, porque primero ha de atender todas las necesidades de quienes están a su lado, convertidas en sus propias necesidades; una madre no manifiesta su dolor, aunque lo experimenta, porque nadie le diga “qué guapa estás”, “qué buena está la comida que has preparado hoy”, “ese vestido te queda genial”, “admiro la profesionalidad con la que haces tu trabajo”. Una madre tiene el don de hacerse presente cuando se la llama y, cuando no, también, porque una madre siempre está, incluso aunque ya no se encuentre entre nosotros; el espacio que deja nada lo puede llenar porque ella lo sigue ocupando: una madre no se va nunca. Una madre tiene poderes sobrenaturales: sus besos curan heridas, sus palabras sanan corazones, su recuerdo conforta en la dificultad. No me olvido de las “madres al cuadrado”, las abuelas, que de algún modo vuelven a experimentar una segunda maternidad con sus nietos (eso sí, permitiéndoles licencias que jamás hubieran consentido a sus propios hijos, porque para esto están las abuelas). Podría seguir así toda la noche; incluso podría pedirles que ustedes compartan sus propias experiencias con sus madres, pues a buen seguro completarían estas que les acabo de transmitir. De hecho, estoy convencido que interiormente lo están haciendo según escuchan mis palabras.

Se me podrá objetar que todo esto supone presentar una visión idílica de las madres; y es cierto, lo acepto. Pero no menos cierto es que cada uno de estos rasgos que he señalado, lejos de representar un simple ideal de lo que se ha de esperar de una madre, son reales, evidencian cómo enfocan su vida muchas madres: los he visto en mi madre, en mi mujer, en mi suegra, en mis amigas… en excelentes mujeres que están a mi lado.

Nadie es perfecto… tampoco una madre lo es. Pero, sin duda, es lo más parecido a la perfección. Dicho de otro modo: cada madre es perfecta, a su manera, para su hijo, incluso aunque a éste le cueste verlo o reconocerlo en algunas ocasiones o en relación con determinados extremos. Es la expresión del lazo de la maternidad, que nunca se rompe. Ese es el poder de las madres, a quienes debemos nuestra vida.

En realidad, si pensamos en estas escenas que acabo de narrar, no cuesta mucho aproximarse a la maternidad de María. Dicho de otro modo, María es un modelo para todas las madres y, por extensión, para todos nosotros. La incertidumbre ante la misión de ser madre del Hijo de Dios cuando supo de su embarazo, la renuncia a sí misma para ir a ayudar a su prima Isabel, el sufrimiento ante el momento del parto sin tener un lugar digno ni seguro para ello, el miedo ante la necesidad de huir al extranjero con lo puesto para evitar que su hijo fuera asesinado, la responsabilidad de educarlo en la fe y en la vida, la incomprensión ante las palabras de su hijo adolescente, que, sin previo aviso, se separa de ella para quedarse en el templo departiendo con los sabios, la preocupación sobre el futuro de su hijo, llamado a algo grande, inédito, único, la respuesta cortante del hijo en las bodas de Caná, que rebate la petición de la madre pero finalmente la cumple, el sufrimiento ante la persecución, la condena, el maltrato, la flagelación, la cruz, la muerte. Se puede decir, sin temor a equivocarse, que María experimentó en sus propias carnes todas y cada una de las situaciones de sufrimiento que cada madre de la historia ha podido experimentar en su vida; también que gozó las alegrías que traía consigo su hijo, como las gozan las madres en relación con los suyos. En cierto sentido, María revela plenamente lo que supone ser madre y, por ello, constituye ayuda eficaz para estar a la altura de lo que es e implica esta altísima vocación.

La diferencia de María con cualquier madre radica en que ese vínculo al que acabo de referirme es doble: junto con el vínculo con Jesús, tiene un vínculo con cada uno de nosotros. Este es el significado de la escena del Calvario que todos recordamos. Jesús, en la Cruz, se dirige a Juan, su discípulo amado (por cierto, el titular de nuestra Parroquia y patrón de nuestro pueblo) para entregarle a su madre; y se dirige también a su madre para pedirle que lo acoja como su propio hijo. La maternidad espiritual de María no es simplemente una escena más o menos bonita narrada en los Evangelios; es real. María es un don para los demás; María está atenta a las necesidades de los demás. María es madre para todos.

En relación con ello, siempre me ha llamado la atención ver en amigas mías, que, por circunstancias de la vida, no son madres, su especial sensibilidad hacia las necesidades de los demás, su capacidad de entrega y servicio, su especial solicitud hacia los más débiles. Es expresión de esa maternidad espiritual que existe en toda mujer, a imitación de María. Es parte de la grandeza que tiene la mujer por el hecho de serlo.

En definitiva, como señalaba San Juan Pablo II, María desvela la verdadera dignidad de la mujer, de su humanidad femenina, el modo femenino de hacer las cosas, el genio femenino, la especial sensibilidad de su forma aproximarse a la realidad, la capacidad para centrar la atención en la persona concreta.

Es más, María es modelo para todos: para los cristianos, es la persona más relevante de la humanidad; como mujer, es la representante de todo el género humano, es decir, el arquetipo en el que podemos inspirarnos para tratar de ser mejores. Estamos llamados a ser don para los demás, a entregarnos a nuestros prójimos, a mejorar el ambiente en el que nos encontramos. En María podemos encontrar nuestro referente.

Las fiestas que celebramos en continuidad de una tradición inveterada están repletas de expresiones de esta realidad. ¿Qué es, si no, el rezo de la Salve que todos vamos a realizar al terminar este pregón? ¿Qué evidencia, sino esto, el Ofrecimiento que, un año más, celebraremos mañana, o las dos procesiones de estos días? ¿O nuestras visitas a la ermita? ¿O nuestras oraciones espontáneas a la Virgen de los Remedios, allí donde estemos, para pedirle algo o darle gracias? Sí, María es nuestra Madre, y como todas las madres, espera a cada uno de sus hijos inquieta y nerviosa para poder ayudarle en sus necesidades o compartir sus alegrías.

El alma de una madre está abierta a todos. El corazón de María más aún. Me llama particularmente la atención la imagen de nuestra Señora, la Virgen de los Remedios. El culto a las imágenes es parte importante de nuestra fe católica, en tanto que permite conservar las enseñanzas recibidas y ayuda a elevar el corazón a la realidad que evocan. Les invito a observarla con atención estos días. Es una imagen pequeña, en la que vemos únicamente dos rostros y unas manos. El rostro de María mira al frente, abarcándolo todo, vigilante, pendiente de cuanto ocurre a su alrededor; su mano izquierda sujeta firmemente a su hijo, apretándolo junto a su pecho, un hijo que, por el contrario, sí está mirando a la cara de quien tiene enfrente; la mano derecha, en cambio, está abierta, en paralelo a la del niño, como llamando a quien la contempla. Es señal de acogida, de cobijo, de refugio; promesa de que quien se acerca encontrará allí consuelo, esperanza, remedio.

Esta imagen es la que custodiamos los alabarderos. Los que formamos la compañía actual, los que han integrado las distintas compañías desde el origen de nuestra tradición, aquellos que lo harán en el futuro. Pero hemos de saber mirar más allá. Los alabarderos no nos limitamos a ser guardia de honor de una imagen. Somos anunciadores de la presencia de Aquella a la que esa imagen representa: María. Nuestra vida, queridos hermanos alabarderos, ha de ser lo suficientemente modélica como para que quien nos vea descubra que hay algo más grande que una tradición: una fe de la que esa tradición es expresión popular, una confianza en que María es Madre y que espera que acudamos a ella como hijos. Lo que he podido ver el día de San Agustín como alabardero me ha permitido confirmar esta realidad: ojos asombrados de niños que miran con alegría cómo pasa la compañía; lágrimas de ancianos que, sin saber si este será el último año en el que podrán contemplar la comitiva, ven transcurrir su vida entera mientras pasan por delante de ellos los alabarderos, rememorando las distintas ferias que han podido vivir a lo largo de sus años; personas de toda condición cuyos corazones intuyen que detrás de esas alabardas hay un motivo de esperanza. Y es que, tras las alabardas, la bandera y la imagen, está María.

Antes señalé que rehuí la tentación de hablar de Derecho en esta intervención. En realidad, no es cierto; me gustaría hacer una última reflexión en clave jurídica; será breve, no se asusten. María es todo lo que he señalado y mucho más. En concreto, lo rezamos en la Salve y en el himno que cantamos en la ermita: María es nuestra abogada. No es, quizás, el mejor piropo que podemos echar a una madre –¡mamá, eres la mejor abogada del mundo!–, y menos a nuestra Madre del Cielo, pero resume a la perfección el mensaje principal que me gustaría transmitirles en esta noche: María es abogada, intercesora, mediadora, defensora de nuestras causas, incluso de las causas perdidas. Es quien vela por la justicia y pide misericordia ante la injusticia que hayamos podido cometer. Como Madre que es.

Por eso, un consejo que me atrevo a darles y que me aplico a mí mismo es el siguiente: ante situaciones complicadas, preguntémonos: ¿cómo resolvería esto una madre? Nos sirve para problemas personales, para problemas familiares, incluso para resolver conflictos sociales. Es más, pongamos esas situaciones a los pies de la Madre, con mayúsculas, confiados en que nos ayudará a encontrar la respuesta. Para eso es abogada nuestra.

Llega el momento de concluir, porque de lo contrario incumpliría la petición de ser breve. No sé si habré logrado seguir el consejo que me dio mi madre de ser sencillo. Si no ha sido así, la culpa es mía. Tampoco sé si el enfoque de este pregón ha sido el adecuado; en ese caso, la culpa la tiene mi madre. Porque una madre siempre es escudo protector para su hijo. De haber logrado, siquiera por un segundo, conectar con ustedes y sus vidas, el mérito es igualmente de ella, que me ha inculcado en gran medida mi manera de ver el mundo. Mi padre también, por supuesto, pero eso lo dejo para otro pregón.

Termino, pues, no sin antes dirigirles a todos una petición. Una madre, no podemos obviarlo, aunque no lo pida, también necesita amor, reconocimiento, abrazos, besos, agradecimiento. En el día de mañana, dedicado a María, nuestra Madre, encontremos un momento a dar gracias a nuestras propias madres y a las madres que forman parte de nuestra familia y de nuestro entorno social. Gracias por la vida que nos han dado, por las enseñanzas que nos han transmitido, por el amor que nos han dedicado, por el sufrimiento que han compartido con nosotros en nuestros malos momentos, por dar sentido a las alegrías de nuestra propia vida; en definitiva, por ser madres. Y, por supuesto, dediquemos un tiempo especial a la Virgen de los Remedios, que nos espera en su ermita en el día de su cumpleaños… y siempre.

¡Vivan las madres! ¡Viva la devoción a la Santísima Virgen de los Remedios! ¡Viva Sonseca!

Sonseca, 7 de septiembre de 2023

Santi Valentín me cede estas fotos para ilustrar el acto del pregón. Mil gracias.



















domingo, 17 de septiembre de 2023

LOS ALABARDEROS DE LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS de SONSECA, BREVE HISTORIA DIDÁCTICA

 La víspera de la Octava, la que cae más tarde en el tiempo, puede ser un día propicio para contar la Historia de los alabarderos de la Virgen de los Remedios gracias al estudio de un colaborador, Tereso Hidalgo Poza, que me brinda gentilmente para publicar en este blog.

Doy a conocer parte de un trabajo más amplio sobre Sonseca titulado: MONOGRAFÍA SOBRE LA VIDA TRADICIONAL, que realizó cursando 5º de Humanidades.

  Desde muy antiguo la Virgen de los Remedios tiene una guardia de honor formada por los alabarderos, los que con antiguas alabardas, cubiertas con ramos de flores, le dan escolta en todos los actos religiosos y, sobre todo,  en las procesiones que se celebran en la fiestas en el mes de septiembre, la del día 8, Natividad de la Virgen y la de día de la Octava, domingo siguiente al día 10.



  Por los pocos datos encontrados y lo que la tradición ha transmitido hasta estos días, no resulta aventurado decir que su origen se remonta al menos a principios del siglo XVIII,  época en que los distintos gremios de la localidad se agrupaban en distintas organizaciones cívico-religiosas y celebraban sus fiestas. Esto explicaría los nombres que llevan algunas de estas alabardas actualmente tales como: la arriera, la panadera, la hortelana, la pastora y la laborante.



   Esta compañía de alabarderos a semejanza de la de Alabarderos Reales está mandada por un capitán cuyo símbolo de mando es un bastón, un mariscal de campo que lleva como símbolo un junco adornado de flores y un alférez, que lleva una alabarda pintada de cuadritos, cuya misión es la de desplegar la bandera de la Virgen y bailarla o, andarla, también se dice, artísticamente.




   Tiene el alférez un ayudante encargado de desenrollar la bandera y de arrollarla antes y después del baile cuando lo hace en calles y plazas y en actos no religiosos.




   La alabarda del ayudante del alférez es equivalente a la de este. El resto de la compañía lo forman el subayudante o segundo ayudante del alférez con alabarda de color verde; las cuatro de la Virgen con de color rojo con clavos dorados; la primera y segunda del junco o mariscal de campo; y la primera y segunda del bastón o capitán más las correspondientes a los ya comentados gremios, toda ellas de color verde. Como nota singular, incluir al niño o niña de la bandera.




   Tradicionalmente, la misión de esta compañía es la de custodiar y dar escolta a la Virgen de los Remedios, indicando su antigüedad el hecho de que sus componentes no vayan provistos de armas, sino de simples y esbeltas alabardas. Ser alabardero de la Virgen significa: devoción, lealtad y fidelidad. Su custodia se les encomienda, en especial en los actos de sus fiestas en mayo y septiembre. No hay noticias de haber intentado nada en contra de la imagen. Si tal cosa ocurriera, la alabarderos la defenderían hasta con su vida si fuera preciso.




   En 1936 cuando fue asaltada la ermita en la Guerra Civil y destrozada la imagen de la Virgen, los alabarderos se encontraban dispersos en sus casas, en la frente de batalla o habían sido asesinados. No pudieron hacer nada por impedirlo.




  Aún así, algunos expusieron su vida escondiendo en sus casa las banderas, alabardas y algunas otras pertenencias de la Virgen. Pero aunque se desconoce si su principio fue originado pensando en una custodia real de la Virgen o sólo simbólica como lo es ahora, lo cierto es que desde hace más de un siglo según noticias ciertas y quizás más de dos, se lleva la parte metálica de las alabardas cubiertas por un artístico ramo de flores de varios tipos y colores siendo todos los ramos iguales, que se cambian cada dos años, el tiempo permanencia de todos los componentes de la compañía.



   Para llevar la bandera de la Virgen en los desplazamientos que hace la compañía por el pueblo, el abanderado/a es el encargado. Le sacaron la bandera los padres y a veces abuelos u otra persona cercana el día de la Octava de las Ferias y Fiestas del año anterior. Lleva la bandera enrollada sobre su hombro y sostiene la alabarda del alférez mientras este baila la bandera.




    Existe una persona que es el muñidor o mullidor, una especie de conserje o encargado de las gestiones, coordinador de actividades.  Hace cumplir en cada momento las normas, el protocolo a seguir. También subasta lo ofrecido a la Virgen el día 8 los días 9 y siguientes después de la misa de la tarde en la plazueleta de la ermita.




   Para ser alférez debes estar inscrito en la lista de candidatos y por riguroso orden, de tal manera que generalmente son los padres los que lo hacen nada más nacer. La lista es tan extensa, afortunadamente, que gracias a que muchos van renunciando, los alféreces dispuestos pueden serlo a una edad con capacidad de andar la bandera. Si renuncias ya no puedes serlo.




   Llegado su turno, el nuevo alférez elige entre sus familiares, amistades..., todos los alabarderos. El relevo de una compañía a otra se hace el día de la Octava después  de la procesión para una duración de dos años.

   El alférez novato ha de aprender a bailar, andar la bandera si aún no sabe hacerlo, generalmente, con la ayuda de alguno que le ha precedido. Suele utilizar banderas de ensayo. 

   Las vísperas de las fiestas de san Pedro, Santiago y la Asunción de la Virgen, se reúnen todos los alabarderos en la casa del alférez para tomar los acuerdos que correspondan: del dinero que va a poner cada uno, el día que le toca a cada uno la visita de todos etc. Se suele hacer alrededor de un refrigerio.

  La primera vez que salen con las alabardas es el día san Agustín, el 28 de agosto. 




  SU ORDEN POR LA CALLE ES EL SIGUIENTE:



 Muy de mañana, los tambores, corneta y el muñidor de la compañía van a recoger al capitán a su casa, luego todos van por el mariscal de campo, después por las alabardas segunda y primera de la Virgen y todos juntos se dirigen a la casa del alférez.

 
   El ayudante del alférez recoge al niño abanderado y lo lleva también allí. Los demás alabarderos van por separado a la casa del alférez.

  
Ermita del Cristo de la Vera Cruz

Ermita Virgen de los Remedios

  
Calle Rojas

Plazuela Majuelos


  Congregadas todas las alabardas, salen hacia la ermita del Cristo de la Vera Cruz donde se reza un credo y se anda la bandera dentro de la ermita. Después se van a la ermita de la Virgen de los Remedios y se hace la misma operación. Seguidamente,  por las calle Rojas se dirigen a la plaza Majuelos, también se baila la bandera. Allí se hace tiempo hasta la hora de la misa en la iglesia parroquial de san Juan Evangelista.





   Después de la misa, se baila la bandera en la placita de la iglesia,  en el paseo López Ahijado, en la puerta de la casa del alcalde, lo mismo en la del administrador del Patronato de la Virgen y por último en la casa parroquial. Al final, las alabardas terminan en la casa del alférez.





   Por la tarde el recorrido comienza en la plaza Malpica, sigue a la ermita de la Virgen de la Salud, continúa en la plaza del Oteruelo para por la calle Rosario llegar a la plaza del Pozobueno y terminando en el barrio de Jesús Nazareno, conocido como Casas Nuevas
  El relato de la tradición continúa aún más si nos sumergiéramos en los entresijo de los días de las fiestas.
  Considero que lo escrito es lo más importante y aquí me quedo con esta tradición centenaria y tan arraigada en el pueblo de Sonseca.

   

martes, 5 de septiembre de 2023

PREGÓN DE FRAY GABRIEL DE LA MAGDALENA 2023 EN SONSECA POR DON PEDRO MANCHEÑO, PÁRROCO DE MOCEJÓN

   Por inclemencias del tiempo, el pregón se celebró en el teatro Cervantes.

   PREGÓN A FRAY GABRIEL DE LA MAGDALENA 2023

    Don Pedro Mancheño Muñoz, párroco de Mocejón

    Muy queridos hijos de Sonseca:

    Quisiera empezar esta noche, que nos reunimos aquí, expresándoos y manifestándoos el gozo grande que tiene mi alma de estar con todos vosotros. El P. Luis María Mendizábal, jesuita ilustre, y gran ejemplo de vida entregada, nos solía decir a los sacerdotes diocesanos que cuando nos preguntaran de donde éramos, siempre dijéramos que del pueblo donde estábamos destinados, ese era nuestro pueblo. Por lo tanto, en el año 2001, vísperas del 8 de septiembre, fecha clave para cada sonsecano, un joven sacerdote de 27 años, dejando el calzado fuensalidano, por el hilo y el mazapán, se hacía sonsecano, por un tiempo, que si es verdad fue muy corto, especialmente para mí, yo tengo que decir, que no he dejado de serlo, aunque ya no me encuentre entre vosotros, y que siempre lo seré, si vosotros así lo permitís.

  Cuando me cambiaron, quiso la mal llamada suerte, que para nosotros es providencia, que cuando volvía del destino a mi pueblo natal, siempre tenía que pasar por Sonseca, y no os voy a negar, de corazón, que, en más de una ocasión, la lagrima asomó por el recuerdo tan grato de este bendito pueblo. Por esto, que contento estoy de estar entre vosotros. Muy contento y muy agradecido.

    Queridos sacerdotes, querido presidente de la cofradía del Beato Fray Gabriel de la Magdalena, queridas autoridades locales, queridos hijos de Sonseca.

   Me han llamado para pregonar una fiesta, y a eso vamos, a pregonar. Que, en esta ocasión, no es otra cosa sino cantar las grandezas de la vida de un hombre seducido por las palabras de otro hombre, que es Dios, que como hace más de dos mil años, a las orillas del lago de Galilea, empezó ese “Ven y sígueme” a unos pobres pescadores, y que no finaliza, ni finalizará esa llamada. En el transcurrir de los tiempos, un joven sonsecano, el segundo de cuatro hermanos, nacido en la calle los Remedios, la escuchó, y siguió esa voz hasta el martirio. Por lo tanto, lo que nos tres esta noche entre manos es pregonar la fiesta de Gabriel de Tarazona, de Fray Gabriel de la Magdalena.

   Os invito a que hagamos un largo viaje, que viajar es muy hermoso, y abre la mente, os lo digo por experiencia, bueno ese viaje ya lo hemos empezado, en ese lago hermoso de la Galilea Baja, el mar de Galilea, donde Jesús formuló la primera vez esas palabras de: Ven y sígueme, y de ahí me gustaría que voláramos hasta Asís, donde un tal Francessco quedó enamorado de este Galileo para siempre, y fiado en Él, hasta dejarlo todo y vivir en pobreza absoluta, fundara los hermanos menores, los franciscanos, y franciscano, de la rama alcantarina, que nos lleva a ese otro hombre, que parecía hecho de ramas de árboles, en palabras de santa Teresa, franciscano se hizo nuestro Gabriel de Tarazona.

   Quisiera detenerme en por qué franciscano, y como hacer fiesta de un hombre que abraza la pobreza, como sus fundadores, cuando todos en nuestra vida buscamos el progreso y la prosperidad. La pobreza no se elige por que sí, la pobreza se elige porque el tesoro encontrado es más grande que todo lo que nos puede dar este mundo, por otra parte, es bastante poco, para lo que nuestro corazón ansía. La pobreza es tener a Dios como la riqueza buscada, como el tesoro encontrado, por el cual uno vende todo lo que tiene. 

    En este ser franciscano, os invito sonsecanos, a dejaros seducir por Aquel que lo da todo, y no quita nada, a no tener miedo, esas palabras que resuenan de la última JMJ de Lisboa, en palabras del Papa Francisco, y que siempre nos recordaran el pontificado del papa Magno san Juan Pablo II. En un pueblo como el de Sonseca, tan sumamente emprendedor en empresas y quehaceres, que ha llevado el hilo y el dulce hasta los confines del mundo, os invito a no tener miedo de que la conquista sea bajo la bandera del Rey Eterno. Y que salgamos a gritar que el Amor, el amor experimentado, no es amado, y llevemos el nombre de Jesús hasta los confines del mundo. No tengáis miedo, sonsecanos, no tengáis miedo.

 Leía hace unos días, que el miedo es poner la fe en el lugar equivocado.

   Quisiera agradecer en este momento, a todos los sonsecanos, que os habéis dejado seducir por esta llamada del rey Eterno, a las numerosas familias cristianas, que dabais una vitalidad grande a la parroquia, siendo generosos con el don de la vida, a la vida religiosa salida de este pueblo, como fray Gabriel, a la vida sacerdotal, como d. Martín, en reciente proceso de beatificación, y especialmente, me lo vais a permitir, a dos niños, así eran cuando yo estaba entre vosotros, dos niños monaguillos, con el siempre recordado y querido Eloy a la cabeza, que hoy son sacerdotes, muy buenos sacerdotes, D. Daniel y D. Pablo. Y vendrán más, muchos más, porque la sangre de los mártires, del Beato, siempre es semilla de buenos cristianos.

   La pobreza no es simpleza, es sencillez, y la sencillez es propia de almas sabias y grandes. No tenía que ser simple fray Gabriel, todo lo contrario, lo atestiguan sus estudios de medicina. La medicina que nos devuelve la salud perdida y recuperar el ánimo olvidado por la enfermedad. Hay tristezas que no provienen del cuerpo, de la enfermedad corporal, sino del alma y estas son más fuertes y más profundas. 

   Decía san Francisco, que la tristeza es la primera señal de que el enemigo se ha adueñado del alma. Las crónicas cuentas que este cirujano llamado Gabriel de Tarazona, era de gran ánimo e iniciativa. No os dejéis de llevar por la tristeza nunca, no entremos en ese camino. El recuerdo más vivo que me llevé de Sonseca era una parroquia viva y alegre, que hacía que abriéramos los salones parroquiales a las cuatro de la tarde y se cerraran en torno a la media noche, la alegría de cada domingo de la misa de niños, las clases mayoritarias de religión en el instituto, los campamentos, la catequesis. Todo rezumaba vida. Y vida tenemos que llevar, el mundo está mal, ya lo sabemos, no nos detengamos en ello, y empecemos por querer reconstruir lo que tenemos al alcance.

    Nunca el mundo ha mejorado más, que cuando los seguidores de Jesucristo han secundado la llamada. Con ÉL todo. Sin Él nada.

   Y el viaje que os propuse al principio, unidos al gran ánimo y a la alegría, que nos llevé donde Dios quisiera, siempre por Cristo, con Cristo y como Cristo. Como a Fray Gabriel, hasta Filipinas o hasta Japón, donde él quiera, como él quiera, cuando él quiera. Fiados en él nos metemos en la refriega. Porque no hay dicha mejor que anunciar el Nombre que nos da la salvación. Alguien que me escucha, puede decir, porqué puedo yo, que puedo hacer yo. Sabéis una cosa todos, podemos sonreír, que es la entrega de alma.

    Cuando san Francisco de Asís se reunió con el sultán, en tiempos de las cruzadas, para poder ir a recuperar los santos lugares, la Tierra Santa, dicen que el sultán le conmovió la dulzura y la sonrisa de san Francisco de Asís. Hasta el punto de que escribió, me convertiría a tu religión sino fuera por el miedo de lo que pensaría mi gente. Corazón misionero, en cada rincón de mi casa, de mi barrio, de mi pueblo, mostrando la dulzura y la sonrisa proveniente de un corazón lleno de amor y de esperanza, como el beato. Y si eso nos lleva a la muerte, que importa la muerte, cuando lo que esperamos es más grande que la muerte, la muerte es solo la puerta, lo importante no es la puerta, sino lo que hay detrás de la muerte. No hay llamas, ni siquiera las de Nagasaki, que puedan destruir lo que llevamos, si en lo que llevamos siempre está Cristo, el Mesías, el Salvador.

   Queridos sonsecanos, hay motivos de fiesta, de mucha fiesta, en nuestro corazón, y en nuestro pueblo, el beato sonsecano fray Gabriel de la Magdalena nos indica la dirección. Disfrutad que es propio de los cristianos, de los testigos que nos trae la vida, vivid la alegría de vuestros antepasados, sabiendo, que aunque ninguna historia es igual, todos estamos llamados a lo mismo. A la Gloria, y la fiesta es anticipo de la fiesta eterna.

   Disfrutad mucho de estos días. Vivid con intensidad la vida, que es un gran regalo que se nos ha dado, permitidme ser siempre sonsecano, como vosotros. Que el Beato Fray Gabriel y la Virgen de los Remedios os proteja y os guie siempre.


¡Felicidades sonsecanos!

¡Felicidades sonseca!


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Gracias, por ocupar parte de su tiempo en descubrir estos retazos, fragmentos, pinceladas de un laborioso pueblo como Sonseca, que ha demostrado a lo largo de su Historia saber superar con inteligencia creadora y ejecutiva las circunstancias más desfavorable.

Gracias, por leer y observar mis "entradas" metidas a golpe de corazón, como intuyendo lo que nos une y nos anima a seguir ampliando nuestros límites personales afianzando lo que somos y de donde venimos.

Disculpas por las erratas que siempre lleva un texto escrito aunque se haya realizado con lo mejor que uno ha aprendido.
























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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