Muy gentilmente ha cedido sus populares versos para ser divulgados por este blog y así poder ser conocidos por todos los que tengan el gusto de visitarlo y dignarse en leer una selección de sus estrofas.
Lo ha escrito con un toque de humor y la mejor intención de agradar. Pero si alguno no los termina de leer, está en su derecho. Ante todo, usemos nuestra libertad. En su presentación, lo deja claro en su tercera estrofa, que sintetizo en prosa.
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| Saturnino López recita su poesía el Día de los Abuelos en julio del 2014 en la Casa de la Cultura. |
Os parecerá una broma
lo que os voy a contar,
pero no penséis en eso
porque todo es realidad.
Nuestros tiempos de niñez
voy a empezar a recordando
y hasta que somos abuelos,
después ya me iré pasando.
Desde que al mundo venimos,
los padres siempre nos dan
su cariño y su ternura
y lo que su alcance está.
Nosotros, con esa edad,
eso no lo comprendemos
y luego siendo mayores
ya veremos lo que hacemos.
La vida de juventud
es la mejor, por supuesto;
venga juerga y diversiones
y siempre estamos dispuestos.
Los años iban pasando,
y en buscar novia pensé.
Encontré la que quería
y con ella me casé.
Al contraer matrimonio,
la vida empieza a cambiar:
la mujer, ama de casa
y el marido, a trabajar.
Que contentitas se ponen
cuando el sobre tú las das,
pero, no tengas cuidado,
que lo van a administrar.
Se juntan con la vecina
y al mercadillo se van.
En los puestos donde hay ropa,
eso ya es el no va más.
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| Mercadillo del viernes de Sonseca en la Avd. Fray Gabriel de la Magdalena en los años 80. |
De cada cosa un poquito,
el dinero van gastando;
la comida sin hacer
y el marido trabajando.
Pero os parecerá mentira
lo que voy a comentar,
el hombre sin la mujer
es una calamidad.
Esto es la pura verdad
y no es que yo lo diga;
con un día que falte ella
todo se hace cuesta arriba.
Con esto yo nunca digo
que todo hobre sea igual;
los hay que ocurre lo contrario,
eso también es verdad.
Si un día se queda en la cama
con un simple costipado,
como perritos falderos
allí estamos a su lado.
No te levantes mujer,
yo te traigo el desayuno;
le llevé café con leche
y cuatro pinchos morunos.
Continué la faena
y me metí en la cocina
con mi mandilito puesto
a preparar la comida.
Preparé una carcamusa,
que sabía que le gustaba,
pero al llevarlo a la mesa
aquello olía que apestaba.
Ya no nos daban ni ganas
de sentarnos en la silla,
en vez de pimienta negra
eché bolas de polilla.
La sonrisa en vuestras caras
a mí me gustaría ver,
por eso cambio de tema;
creo que lo conseguiré.
Cuando éramos mozalbetes
también cosas nos pasaban
y yo que nunca iba atrás
era el que me las cargaba.
Me acuerdo en una ocasión
ya con pantalones largos,
que por tocar la carraca,
me salió la galga, galgo.
Era un día de Viernes Santo
y al sacristán le pedimos
que nos dejase tocar
y al final lo conseguimos.
Ya estando arriba en la torre
nos fuimos al palomar
a coger unas palomas
y al día siguiente cenar.
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| Las palomas suelen anidar en el templo parroquial de San Juan Evangelista de Sonseca |
Como se pensó se hizo
y palomitas cogimos.
Yo las pegaba un trastazo
y las metía entre el abrigo.
Yo nunca me imaginé
lo que luego me esperaba,
pues me "estrocé" el traje nuevo
con la sangre que soltaban.
Y temiendo que en mi casa,
me echasen los recoplones;
en el pilón de la plaza
me lavé los pantalones.
Mojaba bien el pañuelo
y en la sangre lo escurría;
por más que restregaba,
la máncha más se extendía.
Más "cabreao" que una mona,
las nalgas bien frescas estaban;
yo tiritando de frío
y los demás lo gozaban.
Ahora, antes de despedirme,
os digo de corazón,
si en algo me he propasado,
a todos os pido perdón.
Viva el vino y las mujeres,
la juerga, la algarabía,
la salud, el bien estar,
el amor y la armonía.
Disfrutad lo que podáis,
que esta vida son dos días
y de mosotros amigos,
me despido hasta otro día.
Saturnino López
