En estos fechas prenavideñas, ya casi es un clásico de este blog recordar con diversos documentos escritos hallados, la HISTORIA de la fabricación del mazapán en Sonseca.
Nos toca este 2021 lanzar al mundo mundial gracias a Internet un amplio trabajo de investigación de nuestro amigo Manuel Ballesteros para un mayor y amplio conocimiento, que le publicaron en el Nº129 de la revista de ESTUDIOS MONTEÑOS de la Asociación Cultural Montes de Toledo en el 2010.
Lo ilustro con las fotos de archivo que considero complementarias al texto.
MAZAPÁN , según el diccionario de la lengua española, es "pasta hecha con almendra y azúcar" o pan hecho con maza, que es con lo que antiguamente se molían las almendras.
Existen dos versiones sobre el origen de este mazapán. Una de ellas se lo atribuyen a los árabes, durante su estancia en España, pero habían pasado muchos años de su retirada del centro de España cuando se empieza aquí a tener noticias escritas sobre este dulce. La otra versión atribuyen su origen a las monjas de Toledo que , en su convento, san Clemente, hacían dulces con harina de trigo y azúcar. En cierta ocasión, les faltó harina y para solucionarlo, provisionalmente, pensaron moler almendras en su sustitución y así hicieron su dulce. El resultado fue un producto mucho mejor por lo que lo mantuvieron, llamándole mazapán por aquello de las almendras molidas con mazas.
Sea cual sea la versión verdadera, veamos ahor cómo se hacía el mazapán. Para ello, qué mejor que leer lo que un industrial del ramo de Sonseca decía al redactor de la revista gráfica ESTAMPA publicado el 1 de diciembre de 1934. "El mazapán bueno, el que fabricamos en este pueblo, está compuesto exclusivamente de almendras y azúcar de caña. La almendra pasa primero por la máquina peladora, un aparato compuesto por dos rodillos, uno de corcho y el otro de goma, y un ventilador, que la deja completamente limpia, sin cáscara. Después va a la máquina trituradora, para que quede completamente molida. Ya está compuesta la masa para el mazapán. Después se hacen las distintas figuras o tartas y ..., al horno, permaneciendo de cinco a diez minutos. Por último se deja enfriar durante tres o cuatro horas".
Naturalmente, que esta masa elaborada, como decía el fabricante, antes de pasar al horno, lo hacía primero por la sección de figuritas "monerías", donde personas especializadas modelaban con ella diferentes figuras simulando conejitos, patitos, caracoles, cornetas..., donde no existían moldes, todo era manual. Lo mismo se hacían las tartas grandes, los quesos de mazapán rellenos de frutas, porque los ágiles dedos de las operarias iban retorciendo la pasta amorfa hasta darle la figura encargada de hacer en unos segundos.
Las técnicas y la maquinaria han avanzado mucho, pero la composición del auténtico mazapán sigue siendo la misma, 50% de almendra y 50% de azúcar.
La elaboración termina con la confección y colocación de los adornos. Así explicaba el fabricante mencionado este trabajo: "Las figuritas no llevan ningún adorno, una vez terminadas pasan al horno y luego, después de cocidas, se les da brillo con azúcar disuelta. En cambio las tartas sí se adornan. Tenemos tres clases de adornos: Rosas de azúcar, bolitas plateadas y plumas de colorines. Los dibujos y letreros que van sobre algunas tartas los hacemos también aquí. Es un procedimiento quizá algo primitivo. Con un cucuruchito de papel, lleno de merengue y cuya punta se ha roto para que salga solo un débil hilo, un obrero especializado dibuja esas fantasías que luego verá usted en los escaparates. Sencillo, ¿verdad?"
Pero como pasa en muchas otras cosas, el mazapán también se alteraba y el empresario decía al respecto, ya en 1934: "España consume muchos millares de kilos de mazapán al cabo del año. Pero parte es mazapán malo, falsificado. ¿Cómo se falsifica el mazapán? Pues sustituyendo las almendras por patatas. De este modo se puede vender bastante barato y, claro, la gente que no puede gastar dinero en dulces, lo compra como si fuera bueno".
Actualmente, o al menos, en los años de la segunda mitad del siglo pasado, también se alteraba fabricándolo con batata, en lugar de patata, por ser aquella algo más rica en azúcar, peor, seguía siendo malo. Pero cuando lo notabas era al comerlo y la compra ya estaba hecha. Alguna fábrica fracasó por tal motivo.
LA HISTORIA DEL MAZAPÁN EN SONSECA
En el año 1752, había en Sonseca una sola confitería, la de Pablo Díaz, que ganaba unos dos mil reales al año, sin obrero y entre sus productos no se cita el mazapán.
La primera cita escrita donde se habla de mazapán data de 1836, alguien compró una tarta de mazapán y unas palomas para la fiesta de la Virgen de la Candelaria de fabricación casera como se suelen hacer otros muchos dulces.
En el año 1845, se contaba en Sonseca con un molino de chocolate y en 1876 eran varios los fabricantes de este dulce que pedían, sin conseguirlo, la exención de impuestos.
JULIÁN RODRÍGUEZ-CANO GALLEGO
Es en 1881, contando Sonseca con unos 5.200 h., cuando por razones de salud, regresa a su pueblo desde Madrid, Julián. Nació el 9 de enero de 1861, hijo de Gregorio y María. Era alta y flaco. Con poca edad, 14 años, se fue a trabajar a un obrador de dulces en la calle Tetuán de Madrid que en su enseña tenía una corona y la leyenda: "Proveedor de la Casa Real", pues allí se fabricaban dulces para los reyes, entonces Alfonso XII.
Julián era muy hábil y algunas veces le encargaban fabricar productos para la Casa Real. El calor y el ambiente cerrado del obrador no favorecía su salud por lo que decidió regresar a Sonseca.
Hacia 1881, ya fabricaba dulces y turrones en su propio obrador, frente a la iglesia, lo que es ahora La Concordia, o casino de los "Pobres". Convirtió lo que era la fabricación casera de los mazapanes en una industria con buena comercialización y propaganda. Su fama se extendió por toda España.
Julián se casó a los 25 años con Filotea Ruiz-Tapiador y a los diez meses falleció sin dejar herederos.
En 1893, estaba a nombre de su madre, María Gallego en el mismo local por lo que no dejó de producir.
En un reportaje especial del periódico La Opinión del 21-11-1902 con motivo de la inauguración de la nave central del templo parroquial, se puede leer que la fábrica era de Emilio, su hermano. Éste la trasladó a la calle Orgaz y la dotó con máquinas para pelar las almendras después de escalfarlas. Unas 600 arroba gastaban.
Trabajaban en ella entre 80 o 100 operarios el el taller de figuras y ánguilas desde octubre a enero en el mazapán y el resto del año en dulces y adornos. Quince obreros se encargaban de adornar las cajas.
En su bodega almacenaba unos 40.000 huevos y unas 400 arrobas de dulces. Gastaban unas 1.500 arrobas (17.250 kilos) de azúcar. La producción de mazapán de temporada era de unas 50.000 libras (22.500 kilos), que se exportaban a toda España en unas 25.000 cajas de cartón o de madera. Además se fabricaban turrones, llamados de Cádiz, peladillas y otros dulces, siendo el valor de todo lo producido de unas 100.000 pesetas al año
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A Emilio, le sucedió su hija Emilia Dolores, popularmente conocida como Lola, "La Pancha", que la mantuvo hasta su muerte.
Al morir soltera, la dejó por sus días a su gerente don Manuel López Rielves, a su chófer Sr. Díaz y al jefe de taller Máximo Rielves. Éstos construyeron su propia fábrica junto a la carretera de Mazarambroz con el nombre de "La Hija". Un incendio fue el causante de su cierre. La fábrica original se cerró por tener la maquinaria muy anticuada. En 1992, se derribó para construir bloques de pisos.
En el mismo periódico La Opinión, se nos cuenta que unos obreros de la fábrica de Emilio, Luis Donaire y Manuel Gómez-Tavira, con capital de Gil Carballo, crearon sus propia fábrica, llamada Gil y Compañía. Gil se retiró pronto de la empresa y los otros siguieron manteniendo el mismo nombre comercial. Se podía leer: "Qué era de reciente creación y estaba situada en la calle Toledo Nº 3".
En los años 20, estas dos fábricas eran industrias florecientes, que honraban a Sonseca. Exportaban su mazapán a todas las provincias de España. La de Emilio, lo hacía con unos 45.000 kilos, más las muchas cajas que vendía directamente a sus clientes locales. La de Gil y Compañía fabricaba unos 15.000 kilos de mazapán, más 600 cajas de lujo y 3.600 cajas de madera. Ya tenían máquinas con motores eléctricos y los principales clientes eran de las provincias de Madrid, Bilbao, Sevilla, Santander y San Sebastián.
A los fabricantes de Gil y Compañía le siguieron sus hijos, Luis y Manuel Donaire y Felicia Gómez-Tavira, quienes comparon una fábrica en Alicante y crearon en Sonseca otra al final de la calle Mazarambroz, "La Sonsecana". Con el tiempo, esta sociedad se disolvió, quedándose Felicia con la última, que más tarde cerró.
Los sucesores de los Donaire, Luis, Manuel y Agustín, al no tener espacio para expandirse, en 1977, decidieron hacer una fábrica nueva junto a la carretera de Toledo dentro de una superficie de 13.432 metros cuadrados. La ampliaron en 1983, con una segunda fase para el chocolate. En 1992, abrieron la sección para la fruta escarchada.
Doroteo Gil Rodríguez aprendió el oficio desde 1923 de su tío Francisco Sánchez y en 1943 creó su propia fábrica en la calle Ramón y Cajal con el nombre de La Imperial toledana, que luego fue dirigida por su yerno Jaime Rojas, traspasada a Doña Jimena.
Manuel López Ruiz comenzó con su pequeño obrador y confitería en la calle Numancia, ahora lleva el nombre de su mujer María Rojas, que después de la Guerra Civil en la que murió su marido, prosiguió con el nombre de Viuda de Manuel López. Su hijo Alfredo creó una nueva fábrica en la calle santa María, detrás del cuartel de la Guardia Civil y unos años más tarde, al quedárse pequeña, montó otra en la carretera de Ciudad Real, y en término de Orgaz. Su nombre comercial es Delaviuda con ampliaciones constantes como la compra de la firma El Almendro. Exporta a todo el mundo.
Juan García de Blas, maestro de pala durante muchos años de la fábrica de Donaire, se independizó creando la firma "García de Blas" con su hijo Ángel. Comenzaron haciendo una fábrica en Polán y al poco tiempo se volvieron a Sonseca ubicándose en la carretera de Toledo, donde aún permanecen.
Enrique Alguacil, natural de Bargas (Toledo), hijo de confitero, casado en Sonseca montó su obrador en la plaza del pueblo. Su hijo José Luis lo traspasó a la calle Mazarambroz, donde aún funciona.
En el 2005, José Bernardo, confitero de Delaviuda, se independizó y creo su obrador de mazapán y otros dulces en la Avd. de Fray Gabriel de la Magdalena con nombre comercial de "Los Arcos".
En estos diez años, desde la publicación de este trabajo en la Revista de Estudios Monteños, una de las hijas de José Luis Alguacil, Esther, se ha indepencizado montando su propio obrador artesano de mazapanes y confitería en la carretera Mazarambroz.
EL DULCE RECUERDO DE SONSECA