Este año el pregonero ha sido el sacerdote y periodista don José María Díaz, director del Canal Diocesano de televisión de Toledo.
Gentilmente me ha concedido la licencia para incluir su pregón en este blog para su mayor divulgación.
Yo lo transcribo literalmente.
Presentador del pregón: José Romero Moreno |
Queridos amigos. Buenas noches.
El Papa san Juan Pablo II -seguramente el hombre con mayor autoridad moral que ha conocido nuestra generación- cuando marcaba los referentes que orientarían la humanidad a comienzos del nuevo milenio, nos hablaba -allá por el año 1994- del "regreso de los mártires". Y decía: "Al término ofrecido por Cristo hasta el derramamiento de la sangre se ha hecho patrimonio común de todos: católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes... Es un testimonio que no hay que olvidar" (TMA, 37).
Con esto el Santo Papa recordaba un hecho indiscutible: nunca hasta el siglo XX había habido en la historia de la Iglesia tantos hombre y mujeres que hubiesen llegado a ser testigos de la fe mediante la entrega de su vida (también aquí en Sonseca). Pero nos recordaba -aún más- que nos debería merecer tanta estima la cantidad de ellos, con la calidad que un mártir puede aportar a nuestra manera de entender la vida: el modo en el que un testigo que ha sido fiel hasta el final puede ayudarnos a dar sentido a todo lo que hacemos.
Don José María Díaz Alejo, pregonero de la Fiesta de Fray Gabriel 2022 |
Excelentísimo señor alcalde de Sonseca, miembros de la corporación municipal y demás autoridades civiles...
Reverendo Señor Cura Párroco y hermanos sacerdotes con cargo pastoral en esta parroquia de san Juan Evangelista.
Señor presidente de la Cofradía de Fray Gabriel de la Magdalena y miembros de su Junta Directiva...
Queridos sonsecanos.
Quiero agradecer -por anticipado- la invitación que me cursasteis hace unos meses a través de Francisco Gil para que pronunciara esta año el pregón de las fiestas en honor de más ilustre de vuestros paisanos. Os adelanto que no albergo ningún mérito para ostentar este honor: Con los dedos de una mano se cuentan las veces que he visitado Sonseca en estas tres últimas décadas. Fue en una de esas escasas ocasiones -con motivo de la visita a un compañero sacerdote: don Miguel Ángel Dionisio- cuando, pasando bajo la puerta de la sacristía, reparé por primera vez en el retrato del martirió del Beato Gabriel de la Magdalena. Mi curiosidad quedó despachada con una información muy elemental: "es un franciscano hijo del pueblo que murió mártir en Japón".
Han tenido que pasar casi veinte años para que, con ocasión de este pregón, me haya podido acercar más a fondo a la figura y al testimonio de Fray Gabriel. Lo he podido hacer gracias a la lectura de un folleto biográfico publicado por Manuel Ballesteros. Lo he agradecido: la vida del Beato Fray Gabriel te pone en contacto con la Evangelización de Japón y del Oriente Asiático que llevaron a cabo no solo Jesuitas y Dominicos: También Franciscanos Descalzos- asunto que particularmente desconocía-.
Pero el beato fraile sonsecano también nos pone en contexto con tantos mártires anónimos, cristianos de a pie -o hermanos legos-, sinceros y leales , que van desgastando su vida, minuto a minuto, en quehaceres a menudo sin lustre, identificados con Cristo y compartiendo con él ese gesto insólito de dar la vida por los otros. Me parece que este es el rasgo que más nos puede ayudar esta noche y del que os quería hablar: de algo que tiene mucho que ver con lo que el Papa Francisco ha llamado con precisión "los santos de la puerta de al lado".
Porque la mayor parte de nuestras vidas cotidianas están llenas de tareas y quehaceres muy discretos. Y a los que, a menudo, nos cuesta dar sentido. Para esto también las personas necesitamos referentes. Nos sirven de inspiración para aquello que hacemos y nos alientan en las dificultades. Teniéndolos como modelos e imitando sus procederes podemos llagar a parecernos mucho a ellos...
Pues bien: Fray Gabriel de la Magdalena es un buen referente de cómo dar sentido a la vida en todas sus dimensiones.
El beato Gabriel debe ser para todos un maestro de vida. Él nos tiene que ayudar a redescubrir lo que todos llevamos dentro. En Gabriel Tarazona queda patente una realidad profunda de nuestra vida que a menudo no valoramos: la seguridad que queremos solo brota de la fe; la firmeza que necesitamos solo surge del amor, y la fuerza para vencer todas las dificultades que podamos encontrar en este mundo -cada vez más complejo- solo puede venir de lo Alto.
El pregonero recibe una placa en agradecimiento del presidente de la hermandad de Fray Gabriel |
La memoria del Beato Mártir Franciscano nos muestra que vivimos en un mundo difícil... Un mundo difícil era el de Nagasaki en 1632 y lo es también el de Sonseca de 2022... Un mundo en el que campa el mal y las injusticias (y algunas desigualdades) y a las que no nos podemos entregar ni someter. Con la maldad y el pecado no podemos albergar concordia alguna. El deseo de evitar los conflictos no puede ser la norma general; porque la fidelidad a los principios que son verdaderamente importantes e irrenunciables pueden ponernos en situación de conflicto, aunque nosotros no lo queramos.
Vuestro paisano Fray Gabriel es un perfecto testimonio de cómo -cuando todo se complica- un cristiano no debe buscar positivamente el conflicto, ni debe centrar su vida en la denuncia del pecado de los demás. El centro de la vida cristiana es el amor, la alabanza, el servicio, el anuncio de la gracia y de la misericordia de Dios... Pero vivimos en un mundo donde abunda el pecado, y por eso hay que valorar la posibilidad -cada vez más probable- de que surja la incomprensión, la marginación, el rechazo y en último extremo la persecución violenta.
No podemos decir que Cristo no nos lo haya advertido. Él nos dice en el Evangelio que, seguirle, puede traernos muchas dificultades, podemos acabar en los tribunales... Incluso pueden terminar con nosotros pensando que con nuestra muerte dan gloria a Dios. Por eso Él nos promete su ayuda. Él acompaña y asiste a sus seguidores en las dificultades. Los conforta con la fuerza del Espíritu que es la fuerza del amor, de la seguridad, de la cercanía.
El relato del martirio de fray Gabriel es un verdadero paradigma de la vida y de la situación de la Iglesia en este mundo. De lo poco que sabemos de los últimos días del beato mártir franciscano, nos consta que se mantuvo hasta el final al servicio médico de todos -sin distinción- y afrontando las dificultades junto a otros hermanos cristianos, viviéndolo todo en comunidad.
Y es que la vida cristiana consiste en amar sin distinción, viviendo como hermanos, reunidos en la familia de Dios que es la Iglesia. Este amor ejemplar que Cristo reclama nos pide que anunciemos a todos con obras y palabras la Verdad de Dios. La vida de los cristianos no es para esconder debajo del celemín. No se puede vivir solamente en la tranquilidad de la vida privada. La vida cristiana es luz y fermento. Tiene que brillar en el Sonseca y tiene que influir en la vida de los demás, tiene que mejorar la marcha de esta localidad.
El pregonero entre el párroco, a su izquierda y uno de los coadjutores, a la derecha. |
Anunciamos públicamente con nuestra vida a un Dios que es amor, que es misericordioso con los que sufren, con los que se equivocan, que perdona y manda perdonar a los que nos ofenden, que defiende en todo momento los derechos de los más débiles. Tenemos la misión de anunciar y reconstruir esta humanidad anunciando y haciendo valer el despliegue generoso del amor de Dios en todas las realidades de nuestra vida.
Esta manera de vivir es hermosa y proporciona la verdadera paz y la verdadera libertad que todos necesitamos para ser felices. Pero requiere la conversión del corazón, el cambio de vida, la renuncia a las idolatrías de este mundo. Por eso puede suscitar el rechazo y la violencia de quien no quiere renunciar al dominio del mundo. Por eso la vida cristiana, por muy apacible que sea, la misión evangelizadora de la Iglesia, por muy considerada que sea, puede encontrarse con una reacción de rechazo y de violencia que brinde el martirio como precio de su fidelidad.
Lo hemos visto recientemente en la persecución, el acoso y finalmente el encarcelamiento del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, por mano del régimen de Daniel Ortega. Olvida el dictador nicaragüense que, la fuerza del prelado no radica en el reconocimiento que tiene dentro o fuera de su país por ser una de las pocas voces que denuncian la violación de derechos y libertades. La fuerza de monseñor Álvarez viene de su relación con Dios, porque no hay nadie más libre que una persona que reza.
La persecución de la Iglesia en Nicaragua nos recuerda, una vez más, que los que viven en las tinieblas de la incredulidad, no soportan el contraste con una concepción de la vida que denuncia sus errores y sus injusticias. Buscan la complicidad de los creyentes y tratan de obligarles a reconocer la justicia y la rectitud del mundo sin Dios. Cuando esto triunfa, la vida cristiana queda reducida o bien a una práctica privada sin valor ni reconocimiento social y cultural, o bien una posibilidad de entender la vida frente a otras igualmente posibles y justas, que en el fondo se tienen por más razonables y perfectas.
Para los cristianos es una verdadera tentación el reconocer la "justicia del mundo". Si el mundo es inocente y bueno; si todo lo que brota del corazón del hombre es digno de respeto; si no hay nada bueno ni malo, sino que todo depende de las circunstancias, los cristianos podemos pactar con el mundo una connivencia que nos libre del peligro de los conflictos y de las posibles persecuciones.
Pero un mundo sin pecado no es un mundo real, una iglesia sin vocación martirial no sería tampoco la Iglesia de Cristo, la Iglesia del Beato Gabriel, la Iglesia de los santos. Si Tertuliano pudo decir, a comienzo del siglo III, que "el martirio es la mejor medicina contra el peligro de la idolatría de este mundo", nosotros podemos decir que recuperar la condición martirial de la vida cristiana es la mejor medicina contra la tibieza y la secularización que vivimos los cristianos.
La condición martirial de nuestra vida cristiana nos tiene que llevar a renunciar con alegría a todos los planteamientos de vida y a los bienes de este mundo que supongan un estorbo para nuestra fidelidad al Evangelio... Querer vivir en paz con el mundo, tratar de evitar a toda costa los posibles conflictos con el mundo, pensar que podemos conseguir un estatuto que garantice definitivamente nuestra tranquilidad en este mundo, además de ser una ilusión, es una verdadera tentación que pone en peligro la integridad de nuestra fe, la autenticidad de nuestra esperanza y la verdad de nuestro amor.
Los católicos españoles somos hijos de nuestros mártires, de los lejanos -como el beato Gabriel- y de los más cercanos tanto geográfica como cronológicamente. De ellos, de su fidelidad invencible hemos recibido y estamos recibiendo la herencia de nuestra fe, su fortaleza es el apoyo de la nuestra, la claridad de su esperanza tiene que iluminar también nuestra vida para no ceder ante las falsas promesas o las engañosas presiones de nuestro mundo.
Sergio Mora, alcalde, dirigió unas palabras al auditorio. |
¿Qué hubiera sido de la fe de esta localidad y de la comunidad eclesial que peregrina en Sonseca sin el legado de la fortaleza de todos vuestros mártires... Especialmente del Beato de la Magdalena? ¿Qué hubiera sido de vuestra propia fe, de vuestra vocación, sin el esplendor de su testimonio? Seríamos ingratos y necios si dejáramos que se debilitara su memoria. Esta fiesta anual tiene mucho más sentido si es, efectivamente, un gesto de agradecimiento por todo lo que hemos recibido de él, por todo lo que le debemos.
En estos momentos, el Beato Gabriel es uno de los mejores abogados y protectores que tenemos. No es únicamente un capítulo más del largo patrimonio histórico que posee la localidad. No es una pieza de arqueología del que poseemos un conocimiento un poco impreciso. No es ni siquiera una buena excusa para celebrar un festejo local... Fray Gabriel es el mejor intercesor y el mejor maestro de vida para recuperar la claridad y el vigor de un cristianismo cada vez más sincero y personal.
Seguro que todos echáis de menos - por lo menos los más mayores- esa vida social y esa convivencia que caracterizaba a Sonseca y a la mayoría de las localidades castellanas hasta hace unas décadas. Ese estilo de vida abierto y cercano a la gente, tan distinto al que llevamos ahora -que todos nos sentimos tan autosuficientes-. Aquella manera de entender la vida y las relaciones sociales, de hogares abiertos y vecindarios cargados de afecto, era también fruto de los mejores valores cristianos que cuajó y fue valiosa en esta tierra durante décadas.
Laura Cerdeño con José Romero. |
Esa vida tan humana que todos quisiéramos recuperar estaba -y está- tejida de amor y de fraternidad, de coherencia y valentía, sin miedos ni concesiones, también sin odios ni condenaciones, con humildad, con paciencia, con misericordia, devolviendo bien por mal y renunciando a los falsos reconocimientos... Recuperar esa manera de convivir y de relacionarnos requiere de nuestro compromiso y de nuestro esfuerzo, pero no depende solo de nosotros. Necesitamos la ayuda de lo Alto, porque solo Dios es el único que puede cambiar nuestros corazones y puede hacernos capaces de mirar a la gente y quererla con el amor perfecto que Él puede darnos.
Para que Dios nos ayude a recuperar esa vida fraterna y cordial que creemos que requiere nuestra localidad en este momento. Para que el Señor nos conceda poder dejar a los que vengan detrás un Sonseca en el que sigan primando los valores sobre las posesiones o los principios sobre las meras apariencias, necesitamos de la intercesión del beato Gabriel. Él, que es uno de los vuestros, que ha sido también vecino, uno de los mejores hijos de Sonseca, que goza de la presencia de Dios en la casa del Padre, es el que puede conseguirnos lo que más necesitamos para lograr que nuestra convivencia, y el trato que nos dispensamos sea lo más parecida a lo que Dios espera de nosotros.
En la debilidad del beato mártir, a la provecta edad de 65 años, actuó una fuerza que el mundo no conoce, la fuerza de la cruz, la fuerza del amor, que se muestra victorioso con la fuerza del Espíritu cuando parece estar derrotado y vencido. En la debilidad de un mártir, como el beato franciscano, se manifiesta siempre la fuerza creadora del amor de Dios.
De esta experiencia interior -del que sabe que cuenta con la ayuda de Dios- nace la fortaleza, la esperanza y la alegría del cristiano. Este el el secreto de la perenne fortaleza de la Iglesia: que es fuerte en la invencible debilidad de sus mártires. Este es también el secreto de la fortaleza de comunidades locales como Sonseca: formada por gentes humildes que saben de sus debilidades, pero que saben que Dios actúa eficazmente en nuestras limitaciones.
Muchas gracias por vuestra paciencia. Espero no haberos mortificado demasiado. Sé que empezáis en pocos días las ferias y fiestas en honor a la Virgen de los Remedios. Unas buenas semanas para volver a descubrir que Dios se ha acercado a nuestra vida para ser causa de nuestra alegría, que no hay nada más cristiano que romper con nuestra rutina para volver a dar sentido a todo lo que hacemos. Qué tengáis todos unas felices y santas fiestas.
Gritad conmigo:
¡Viva el beato Fray Gabriel de la Magdalena!
¡Viva Sonseca!
Buenas noches.
Sonseca, 3 de septiembre de 2022
José María Díaz Alejo
Escuela de baile de Laura Cerdeño |
El pianista Luis María Guzmán acompañó a la soprano Virginia Serrano. |