En el auditorio de la Casa de la Cultura y con el patio repleto de público sentado cumpliendo con las normas establecidas para la prevención del dichoso virus, Teresa nos dio el siguiente Pregón que gentilmente me cede para compartirlo con ustedes por este blog.
PREGÓN FERIAS Y FIESTAS SONSECA 2.021
María Teresa Caberta de la Cruz
Buenas noches a todos, familiares, amigos y vecinos de Sonseca.
En primer lugar, me
gustaría expresar mi agradecimiento a quienes pensaron en mí para participar en
este acto, como pregonera de las Ferias y Fiestas en honor de nuestra
patrona la Virgen de los Remedios y en especial a Sergio, nuestro
alcalde, que fue alumno mío en las escuelas del Oteruelo y que tan
bonitas palabras me dedica en su Saluda de Feria.
No es un año más, es evidente. Deseamos que en 2.022 podamos celebrar estas fiestas con total normalidad.
Antes de nada, quiero recordar de manera muy especial a quienes ya no están con nosotros y enviar, de todo corazón, a sus familiares un sincero y emocionado abrazo.
Muchos hemos sufrido la enfermedad de la Covid19, la mayoría de forma leve. A mí me llevó al hospital y la sufrí en un grado de extrema gravedad que, con muchísima fortuna, superé. No olvido a los enfermeros y enfermeras, auxiliares, doctoras y doctores que me atendieron. No solo me cuidaron, también me animaron, me escucharon y me dieron la mano, esa mano que tanto necesitaba en esos momentos. Cuando crees que lo has perdido todo, lo que más duele es la familia. Me siento agradecida y feliz por esta nueva oportunidad que me ha dado la vida y poder seguir disfrutándola junto a todos ellos.
La crisis del Corona Virus nos ha marcado a todos y, aunque aún no ha terminado, ya empezamos a contar lo vivido y acontecido como antes, durante y, esperemos que pronto podamos decir, después de la pandemia.
Y no solo esto, también sufrimos el gran temporal de nieve “Filomena” que complicó la situación aún más. Muy difícil de gestionar lo han tenido las distintas administraciones en su empeño por ir dando soluciones. En momentos tan complicados es imprescindible aunar fuerzas y trabajar todos juntos por el mismo objetivo.
Sergio Mora Rojas, alcalde de Sonseca |
En este antes de, me gustaría recordar que han sido 37 los pregoneros que hemos tenido hasta 2.019. En 1.983, hace ahora 38 años, se dio el primer pregón en el balcón del Ayuntamiento de Sonseca.
“Ya están aquí de nuevo nuestras queridas fiestas. Ya se siente el olor, el sabor y el colorido de las mismas. Ya vibramos al ver a los alabarderos con sus flores, recorriendo el pueblo, al son del singular redoble de la melodía trompetera tan nuestra, única en el mundo.” Así comenzó su pregón el primer pregonero de nuestras Fiestas, Manuel Ramos Gil de la Serna. Ojalá estas palabras puedan recobrar todo su sentido el próximo año. Precisamente ahora, cuando han pasado ya dos años sin ver a los alabarderos recorriendo las calles y plazas de nuestro pueblo, es cuando más valoramos y echamos de menos vivir nuestra tradición.
La casualidad ha querido que, el primero y último pregonero hasta este momento, hayan sido personas vinculadas con la música, elemento imprescindible en cualquier celebración. Al maestro Evilasio Ventura, pregonero 2.019, lo conocemos por su larga carrera como director de nuestra banda de música, a él le debemos el Himno de Sonseca. Manolo Ramos, gran persona, admirado amigo y amante de la buena música, supo transmitir en muchos de nosotros el gusto por su gran pasión, la música clásica.
María José Gutiérrez, agente cultural y presentadora del acto. |
La primera mujer pregonera fue Antonia García Gómez en 1.993, actriz con una interesante trayectoria profesional y que muchos recordamos por su magnífica interpretación de Yerma, de Federico García Lorca, en el teatro Cervantes.
El primer pregón en la Casa de la Cultura se dio en 1.999. Se había anunciado al deportista Fernando Morientes como pregonero de este año, pero no pudo hacerlo por estar concentrado con su equipo. En su lugar, tomó la palabra nuestro querido vecino el señor Félix Rodríguez, comentarista deportivo, entre otras muchas cosas, en la emisora de radio Onda Viva Sonseca en aquel tiempo.
Creo que no he faltado en ninguna ocasión a este festivo y vistoso acto, este año muy diferente por las circunstancias.
Dicen que, con la edad, lo mejor que se recuerda es la infancia. Esto es lo que me ha debido de pasar, pues se me agolpan los recuerdos de entonces. Los primeros me llevan a mi casa, en la calle Los Remedios, junto a la Iglesia.
Evocando mi niñez y si tuviera la vena poética de Antonio Machado, podría decir “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sonseca donde madura el limonero…”. Era el patio más bonito de mi pueblo, esto lo dijo una sonsecana, desde el otro lado del Atlántico, para comentar una foto que se había difundido en redes, en tiempos del confinamiento. Una fuente con pilón lo centraba, yucas, celindas, una parra, laurel, araucaria, alhelíes y rosas, muchas rosas de todas las variedades y colores que mi abuela Teresa conseguía con su gran habilidad para injertar y, en el mejor rincón del patio, un hermoso limonero ¡Un verdadero placer para los sentidos!
Las paredes y tejados de la iglesia eran propicios para que allí anidaran palomas, vencejos, cernícalos, lechuzas y un ave muy especial para mí, la cigüeña, que sobrevolaba continuamente sobre mi casa. “Para San Blas la cigüeña verás” dice el refrán, justo para el cumpleaños de mi madre la veíamos aparecer. Qué curioso observar cómo iba y venía con el material necesario para hacer su nido y después con el alimento para sus cigoñinos. Desde mi poyete del patio lo tenía controlado.
En mi mente infantil todo encajaba y esperaba que se cumpliera mi gran deseo. Me contaba mi padre que la cigüeña me había dejado en la Cuesta de las Nieves y, pasando por allí con la moto, me recogió y me trajo a casa. Por otra parte, a mis primos les había traído una hermanita, mi querida prima Mariví, así que no había más que pedirlo para que mi deseo se hiciera realidad. Todavía recuerdo el dolor de cuello, me pasaba horas y horas mirando hacia arriba y gritando ¡Cigüeña, tráeme un niño¡ Nadie me explicó nada, así eran entonces las cosas. Desde hace muchos años la cigüeña no se ha vuelto a ver por aquí y mis sueños y deseos se fueron por otros derroteros.
Otro atractivo eran las campanas de la torre, reloj de mano de nuestros abuelos, por el toque sabían en qué hora vivían. A nosotros el que más nos gustaba era el que anunciaba las misas de domingos y festivos y, sobre todo, el repique de la salida de la procesión. El campanero era José, el sacristán.
Don Eduardo, don Sergio y don José Carlos, parroco, en el pregón de Ferias y Fiestas |
Tampoco puedo olvidar los exquisitos olores a chocolate y mazapán que procedían de la fábrica de Los Giles en la calle Toledo.
Don Castor, con sotana negra, enorme figura y siempre con su agradable sonrisa, era el gran protagonista de la calle. Cuando lo veíamos venir, deteníamos el juego y salíamos corriendo a besarle la mano.
La Feria se disfrutaba en mi calle de manera muy especial. Lo más ilusionante era la llegada de las distintas atracciones, de lo cual nos tenía muy bien informados nuestro vecino y amigo Jesús ¡Han llegado las barcas, el puesto de tiro, las voladoras, el puesto de la gruñona, la tómbola, este año viene el Circo¡ Se adornaba la calle con bonitas tiras de banderas de colores, “los papelitos”. Su agradable sonido, al moverse ligeramente con el viento, nos acompañaba durante todos aquellos días.
El sonido lejano del “Tiroriro “nos anunciaba el paso seguro de las alabardas. Teníamos la gran suerte de verlas pasar en repetidas ocasiones, en ese ir y venir a la ermita de la Virgen. Hablando del “Tiroriro”, no me resisto a contar una anécdota que le sucedió a mi hermano Marcelino hace unos años: Se encontraba con su amigo Juan en una fila, esperando para entrar a la catedral de Barcelona, cuando les llegó a sus oídos esta musiquilla. Con extrañeza lo comentaban entre ellos, pues siempre habían considerado que era propia solamente de nuestro pueblo, era raro que sonara también por allí y, cada vez, se escuchaba más cerca. Todo tuvo su explicación, cuando descubrieron detrás de ellos a un buen imitador de todo tipo de sonidos, era su gran amigo Florencio, a quién llevaba tiempo sin ver y que quiso presentarse y sorprenderles así, de esta forma tan sonsecana.
Sin duda lo más esperado era el paso de la procesión el día 8 de septiembre. Volvería a pasar el día de la Octava pero, en esta ocasión, nuestro sentir era distinto pues suponía el final de la Feria.
Las banderitas de papel, tan atractivas para nosotros, nos hacían estar pendientes de posibles lluvias que las pudieran estropear. Aún, si había suerte y estaban intactas el tercer día de feria, sabíamos que no llegarían al domingo de la Octava. El cuarto día de feria, a media mañana, seguramente no serían los únicos, aparecía por allí una cuadrilla de niños muy simpáticos y traviesos,
eran los hijos de D. Antonio, el médico. Venían provistos de una cuerda, a la que ataban una piedrecita en su extremo y, con
lanzamiento certero, iban haciendo caer todas las tiras de banderitas de la calle.
Mi padre fue alférez en la década de los sesenta y en 1.977 y 1.978 lo fue mi hermano José Enrique, así que en mi casa hemos vivido muy de cerca esta tradición. La habitación, donde se preparaban las alabardas con lazos y flores y donde se celebraban las reuniones de la Compañía, se quedó con este nombre, “habitación de las alabardas”. Mi abuelo Enrique, muy devoto de la Virgen de los Remedios, fue tesorero de la cofradía durante muchos años.
La casa de mis abuelos maternos, en la calle Mazarambroz cruce con Ramón y Cajal, también me trae muy buenos recuerdos: la panadería con el exquisito olor a pan de leña; el malacate, con el incesante girar de la mula, que hacía de motor para el funcionamiento de las maquinas; el palomar, con aquella escalera destartalada, por donde subía con la abuela Ramona para coger algún pichón que daría el mejor sabor a su cocido y las siestas de domingo con mi prima Pili, deseando que sonara la corneta que anunciaba la llegada del señor Máximo, el helaero, con su precioso carrito de deliciosos helados.
Mis recuerdos de escuela me llevan a la Rábana (actual Centro de Juventud), con sus suelos y pupitres de madera y altas ventanas que le daban un aspecto tan acogedor, la estufa de leña, carteras, plumieres, canciones, y todas, maestras y niñas con babis blancos. El momento más esperado era el recreo, pero antes de jugar debíamos tomarnos el vaso de leche en polvo que, a muchas de nosotras, no nos gustaba nada, lo que si nos encantaba era prepararla y repartirla. Entonces, no existía la figura de “encargado”, eso que tanto les gusta a los niños de ahora y que les va tocando ser, cada día, a uno de ellos, así que nos quedábamos con las ganas, pues este cometido lo realizaban solo algunas compañeras que tenían ese envidiado privilegio.
Si quisiera dar pistas sobre quien fue mi primera maestra de primaria, lo haría así: “Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro”.
J.P. Manzaneque entrega el 2º premio de carteles a Borja Gª de Blas |
Pocos inicios de libro son tan conocidos como esta primera descripción del burro protagonista de la obra de Juan Ramón Jiménez, “Platero y Yo”, que mi maestra doña Rosario Álvarez, pregonera en 1.994, nos dio a conocer.
Después llegó la época de la Academia, el instituto, la Escuela de Magisterio, la Bombonera con su máquina de discos, las amigas, los bailes de verano y paseos, muchos paseos (en verano por el Villaverde y durante el resto del año por el centro del pueblo).
El centro del pueblo que, para quienes no lo conocieron entonces, he de decir que nada tenía que ver con lo que es ahora. Desde la Iglesia hasta la calle Mayor, pasando por la Plaza todo estaba lleno de establecimientos: tiendas de ropa, el casino, casa Braulio, estancos, peluquerías, tinte, relojería, todo tipo de tiendas de alimentación, zapaterías, oficina de Correos, oficina bancaria, ferreterías, droguerías, mercerías, hasta cuatro confiterías y la cafetería del Lego con su toque de modernidad. El buen ambiente por esta zona estaba asegurado.
Mención especial tiene la tienda de D. Dimas, de juguetes y objetos de adorno, que hacía las delicias de todos los que pasábamos por allí, solo con mirar el escaparate. Con suerte, para Navidad podríamos comprar alguna figurita de barro para El Nacimiento, que hacíamos con musgo natural, por entonces todavía no estábamos concienciados con el cuidado y conservación del medio ambiente.
Durante este tiempo, la industria de Sonseca, géneros de punto, muebles y mazapanes fue desarrollándose hasta alcanzar un nivel muy destacado en España. Aquí no existía el paro, así que nuestro mercado laboral servía como reclamo para habitantes de otras localidades vecinas y también de otras personas venidas de mucho más lejos con la ilusión de ganarse la vida en nuestro pueblo.
Laura Cerdeño, bailaora. |
Por el textil se nos conocía como la Pequeña Cataluña. Estando de maestra en el Oteruelo, hablando sobre lo que les gustaría ser de mayores a los niños, descubrí un oficio nuevo. Algún alumno manifestó su deseo de ser repartidor de prendas, debía parecerle muy atractivo conducir aquellas furgonetas que llevaban trabajo a muchas casas de Sonseca.
Camiones de mueble salían para distintos países de Europa, sobre todo con destino a Alemania. A la una del mediodía, al sonar la sirena, un gran ajetreo se vivía en todo el pueblo con la salida de los trabajadores de las fábricas. Un efecto especial se producía en la calle Los Remedios, los carpinteros y ebanistas que venían de Moraleda a paso ligero la llenaban y, por unos minutos, se vestía toda ella con el inconfundible color azul de sus monos de trabajo.
Los mazapanes terminaron llegando a cualquier parte del mundo, en la actualidad y afortunadamente esta industria sigue en expansión.
Laura Cerdeño baila y José Ignacio González toca la guitarra. |
Disfrutábamos de un importante desarrollo industrial, pero esto no se correspondía con el avance en infraestructuras y servicios. Sin embargo, con el paso del tiempo y el esfuerzo de muchos, Sonseca ha ido alcanzando un buen nivel en este sentido.
El desarrollo cultural de nuestro pueblo tiene un gran referente, el Centro Cultural Revuelo. Sus componentes eran jóvenes entusiastas que disfrutaban y nos hacían disfrutar con las múltiples y variadas actividades que programaban. Sería interminable entrar en detalle sobre ello. Eran muy esperadas las Semanas Culturales que se organizaban en verano: recitales poéticos, obras de teatro, debates, conferencias y un sinfín de actividades más. Fue un auténtico movimiento de cultura popular que dejó una profunda huella.
Entre estos jóvenes se encontraba mi hermano Moisés. Recuerdo con qué ilusión preparó la audición de música sudamericana, que tendría lugar en el teatro Echegaray, para la primera Semana Cultural que se celebró en agosto de 1.975. Debía revisar una gran cantidad de diapositivas que había traído prestadas de algún archivo de Madrid, eligiendo las mejores imágenes para acompañar las canciones de cantautores como Víctor Jara y Violeta Parra. Alguien escribió sobre él “No te dieron mucho tiempo, pero fue bueno”. Mi hermano ha sido para mí un ejemplo de solidaridad y lucha por un mundo mejor, siempre estará en mi recuerdo.
Cantaor, guitarrista y bailaora forman parte de la Peña el Quejío de Toledo. |
Por iniciativa del Revuelo surgió la idea de una Casa de la Cultura para Sonseca. Conseguir los terrenos fue la primera dificultad. Otras entidades se unieron a este gran proyecto dando lugar a lo que se llamó Unión Sonsecana pro Casa de la Cultura: el colegio, la parroquia, el movimiento junior, la JOC, los casinos, asociaciones de vecinos, partidos políticos y sindicatos, entre otras. En 1.985, el 5 de mayo, vísperas de san Juan, se inauguraba la primera fase de la Casa de la Cultura. Desde entonces, todos los sonsecanos y sonsecanas hemos podido disfrutar de todo lo que nos ofrece.
Actualmente Sonseca, a pesar de haber perdido parte de su tejido industrial, sigue siendo un lugar atractivo para vivir. Las infraestructuras y servicios de que disponemos y la, más que aceptable, oferta en formación, cultura y deporte lo hacen posible.
Entre todos los logros conseguidos, es justo destacar la consecución para Sonseca de un instituto a finales de los 80. Junto con el ayuntamiento, fue la asociación de padres de entonces, quienes pusieron todo su esfuerzo para conseguirlo. Hoy disponemos de un gran Instituto de Secundaria y Bachillerato “La Sisla” con, cada vez, más Ciclos Formativos. Este próximo curso comenzará a impartirse un nuevo ciclo de grado medio: “Técnico en atención a personas en situación de dependencia”.
Destacar también en este sentido, la enorme labor que lleva a cabo la Escuela de Adultos, con una amplia oferta formativa, que se ofrece a jóvenes, adultos y mayores sonsecanos, que aspiran a un mayor desarrollo personal, profesional y social.
Aprovecho también para resaltar la labor de la Escuela de Música que hace posible que podamos disfrutar de esta magnífica banda.
En cuanto al deporte y como aficionada a la bicicleta, diré que tenemos la suerte de contar con una extensa red de caminos públicos, entre los cuales destacaría los que se adentran en nuestros montes más cercanos. Puede que alguno no sepa que estos caminos, que ahora recorren, estuvieron desaparecidos en un tiempo, después de que dejaran de transitar por allí arrieros y carboneros y se vallaran y araran por los propietarios de las fincas. Fue a finales de los ochenta cuando empezaron a recuperarse.
Mi hermano José Enrique, muy aficionado a la bici, fue uno de los primeros que, con ayuda de mapas, brújulas y la valiosa información de antiguos usuarios, consiguió ir localizando el trazado de estos caminos. A veces, hubo que arrastrarse por debajo de la maleza, qué suerte encontrarse una herradura, señal de que iban bien. Fue la Peña la Bota, principalmente, la que llevó a cabo las tareas de limpieza y desbroce de parte de esta red de caminos de uso público. Puedo citar: camino Rincón de la Garganta, Vereda del Fraile, Valhondo, Terrizo, Naciente, Valdepalacios, Puerto Albarda y camino del Puerto de la Cruz del Fraile, entre otros. Ahora son rutas muy frecuentadas por ciclistas y senderistas sonsecanos y forasteros que pueden disfrutar de los paisajes que ofrece este medio natural tan singular.
Lo mejor de Sonseca, sin duda, son sus gentes. Mujeres y hombres trabajadores que han sabido ir adaptándose a la situación provocada por las distintas crisis económicas que hemos venido padeciendo, formándose para poder desempeñar otros tipos de trabajo, muy distintos a los que estábamos acostumbrados. El talante emprendedor nunca ha faltado en nuestro pueblo y tenemos múltiples ejemplos de ello, sobre todo jóvenes que buscan, de forma creativa, nuevos campos de trabajo y desarrollo.
La Cruz Roja recibió el reconocimiento a su labor en la pandemia. |
Pero lo que más nos enorgullece como sonsecanos es nuestro carácter solidario. En estos tiempos de dificultad y emergencia han sido muchos los vecinos y vecinas que se han implicado y comprometido para tratar de paliar la situación: fabricando mascarillas en los primeros momentos cuando había escasez de material, llevando la compra a quienes más difícil lo tenían, ayudando económicamente o poniendo a disposición del pueblo tractores y maquinaria, bien para fumigar o para limpiar las calles de nieve. La labor desarrollada por Cáritas y Cruz Roja ha sido muy importante en estos momentos tan complicados.
La presidenta del Cáritas, Juana Ávila, recibe el reconocimiento a su labor en la pandemia. |
Nos hemos dado cuenta de la importancia de muchos colectivos que han resultado ser esenciales para dar respuesta a todas las necesidades que surgieron en los momentos más difíciles de la pandemia: trabajadores de supermercado, cuidadores, servicios de limpieza, cuerpos de seguridad, conductores y transportistas entre otros. Gracias a todos ellos.
Es obligado destacar la labor de nuestros sanitarios, que han demostrado una entrega, calificada de heroica en muchos casos, poniendo en riesgo su propia salud, para hacer frente a las necesidades extraordinarias que la pandemia ha provocado. Ha quedado evidenciado la necesidad de mantener un buen Sistema de Salud para todos. Las carencias que se han puesto de manifiesto deben ser subsanadas. Es obligación de las distintas administraciones dedicar los recursos necesarios para ello.
El cabo de la Policía Local recibe el reconocimiento por su labor durante la pandemia. |
Quisiera hablar ahora sobre la importancia de la educación. Si algún mérito puedo tener para estar aquí es haberme dedicado, casi cuarenta años, a la educación como maestra en mi pueblo, en la Escuela Pública.
En este tiempo, tan complicado para todos, toca hacer un merecidísimo reconocimiento a la Comunidad Educativa. Equipos directivos, maestros, profesores y familias han hecho todo lo posible para mantener el ánimo de nuestros niños durante esta pandemia que aún estamos sufriendo. Maestros y profesores no lo han tenido nada fácil para dar sus clases. El 14 de marzo del 2.020 se declaraba el estado de alarma, los centros educativos, de un día para otro, echaron el cierre presencial y comenzaron a darse las clases online con todas las dificultades que ello conlleva.
La Guardia Civil también tuvo también su reconocimiento por su labor en la pandemia. |
Se temía el comienzo de curso 2.020-2.021, con la incertidumbre de si las medidas tomadas serían suficientes para volver a las aulas. Haciendo limpieza del móvil, encontré una conversación mantenida con una compañera allá por enero de este año, que refleja perfectamente la situación, me decía: “En el cole todo es más complicado, casi no vemos a las compañeras porque cada clase es una burbuja y no podemos relacionarnos. Trabajar toda la jornada con mascarilla ni te cuento, aunque llegas a acostumbrarte. Y trabajar online una pesadilla, pero vamos aguantando bastante bien de momento”. A ello hay que añadir: organizar los espacios, ventilación cruzada con ventanas abiertas en invierno, controlar que se cumplan las medidas sanitarias y, sobre todo, la fatiga pandémica que esto ha producido.
Al final se podría decir que los Centros Educativos han sido un gran ejemplo de buen funcionamiento en esta época de pandemia, con un reconocimiento especial a los más pequeños por su buen comportamiento. En Sonseca lo hemos podido comprobar.
Representantes del sector Sanitario reciben el reconocimiento por su labor en la pandemia. |
La importancia de la educación en la vida de las personas es indiscutible. Es la base del bienestar, aquellas sociedades donde existe un alto nivel de educación, disfrutan de una mejor calidad de vida.
Educar es mucho más que transmitir conocimientos. Igual que se aprenden matemáticas, idiomas o cualquier otra disciplina, es muy importante promover valores tan necesarios para la convivencia y el progreso social como la empatía, la igualdad, la solidaridad, el pensamiento crítico y sobre todo el respeto (a uno mismo, a los demás y al mundo que nos rodea). Para hacerlo posible es imprescindible una buena y estrecha relación entre Familia y Escuela.
Me gustaría ahora tener la facilidad para declamar que tienen algunos, pero me conformaré con hacerlo sin emocionarme demasiado. Se trata de un poema, en el que se nos transmite la importancia de la educación como herramienta imprescindible en el niño, que perdurará a lo largo de la vida. Quisiera dedicárselo, de forma especial, a las compañeras y compañeros, alumnos y alumnas que he ido teniendo a lo largo de mi vida de trabajo en la escuela.
J.L. Martín, recicibe el reconocimento a su labor como representante de los agricultores. |
“Educar” de Gabriel Celaya
Educar es lo mismo
que poner motor a una barca…
hay que medir, pesar, equilibrar…
y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar
mientras uno trabaja,
que esa barca, ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
este durmiendo nuestro propio barco,
en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada.
Virginia Serrano y Rubén Martín cantaron en el escenario el Himno a Sonseca. |
“LA EDUCACIÓN ES EL ARMA MÁS PODEROSA QUE PUEDES USAR PARA CAMBIAR EL MUNDO”. Esta es una de las grandes frases que Nelson Mandela nos fue regalando a lo largo de su vida.
Este auditorio lleva su nombre. Y es por ello que me parece oportuno detenerme en su figura. Nelson Mandela ha sido, indiscutiblemente, una de las figuras más importantes del siglo XX, reconocida y valorada de forma casi unánime en todo el mundo. Siempre defendió radicalmente la igualdad social, especialmente la del pueblo africano. Destacó por su lucha por los derechos humanos, la paz y la justicia. Por este motivo fue detenido y encarcelado varias veces. Permaneció 27 años en prisión, en medio de largas campañas internacionales para pedir su liberación, que llegó en 1.990. Siguió su lucha y se convirtió en el primer presidente negro de su país, Sudáfrica. Entre los numerosos galardones que recibió por su lucha en defensa de los derechos humanos destaca el Nobel de la Paz en 1.993.
No quiero terminar sin recordar también a todos los sonsecanos y sonsecanas que, por distintas razones, no pueden estar aquí y que se acuerdan con nostalgia de su pueblo en estos días.
El sentirme ciudadana del mundo, no me impide pregonar con todas mis fuerzas que Sonseca es nuestro pueblo, el de nuestros antepasados y el de nuestros descendientes y que en él hemos encontrado lo mejor que la vida nos ha podido dar, el amor a nuestras raíces y a nuestra gente. ¡Me siento orgullosa de ser sonsecana!
Componentes del Patronato de la Virgen de los Remedios cantando el himno a Sonseca. |
Por un Sonseca y un mundo mejor el “Poema al NO” de Gloria Fuertes, breve pero cargado de contenido.
No a la tristeza
No al dolor.
No a la pereza.
No a la usura.
No a la incultura.
No a la violencia.
No a la injusticia.
No a la guerra.
Sí a la paz.
Sí a la alegría.
Si a la amistad.
María Teresa Caberta, pregonera, canta el himno a Sonseca con su marido Jesús García-Ochoa. |
Hoy es siete de septiembre, comenzamos a celebrar unas fiestas diferentes, con mascarilla, distancia social, prudencia y responsabilidad. Necesitamos recuperar la ilusión, la esperanza, la motivación, el optimismo y la alegría para seguir adelante y afrontar un futuro que, con el esfuerzo y la colaboración de todos y todas, seguro será mejor. Estos días pueden ser una gran oportunidad para conseguirlo. Sé la ilusión y empeño que ha puesto el concejal de festejos Juan Pedro, María José y colaboradores en buscar y organizar aquellas actividades que se pudieran realizar con todas las medidas de seguridad obligadas en este momento. Esto ha sido posible gracias a que Sonseca dispone de esta Casa de la Cultura con un extraordinario auditorio al aire libre.
¡Salud y felicidad para todos! No perdáis ni un momento la posibilidad de hacer felices a los demás. ¡Ojalá, pronto recuperemos los abrazos!
Desde aquí quiero enviar un gran abrazo a mis familiares, a mis amigos, a mis vecinos de la calle Ramón y Cajal y demás vecinos de Sonseca y uno muy especial, “un abrazo de escalera”, a mis queridos y preciosos nietos Pablo y Diego y a mi grupo favorito de WhatsApp “Dear Family”
Con mi madre en el corazón diré:
¡Viva la devoción a la Virgen de los Remedios!
¡¡Viva Sonseca!!