En 1968, en el centernario de este acontecimiento histórico sonsecano, Manuel Ballesteros nos lo recordó escribiendo el relato y publicándolo en el programa de Ferias y Fiestas de ese año.
Me parece oportuno dada la escasez de lluvías que estamos sufriendo, propagarlo por este blog para así conocer mejor nuestra Historia y al paso analizar, comprender, valorar... más y mejor nuestra realidad presente.
Los años centrales del siglo XIX no fueron muy propicios para la agricultura por la escasez de agua y, con frecuencia se organizaban rogativas para implorar el bien de la deseada lluvia sacando en procesión a las imágenes de la Virgen de los Remedios, Cristo de la Vera Cruz y Virgen de la Salud.
El 28 de marzo de 1968, sacaron a la Virgen de los Remedios en rogativa sin obtener el bien pedido.
La fe de los sonsecanos no decae y al mes siguiente, el 21 de abril, se organizan rogativas con la Virgen de los Remedios, el Cristo de la Vera Cruz hasta el 2 de mayo que se les saca en procesión camino a la ermita de la Virgen de la Salud sin lograr la lluvia antes de devolver las imágenes a sus respectivas ermitas.
Es tanta la necesidad de agua de lluvia, que se piensa en todo y, alguien sugiere la posibilidas de procesionar el Cristo de la Agonía del retablo parroquial.
Pero... Cómo bajarlo si está tan alto?
Manos a la obra: el primer paso es hablar con el carpintero de la época, Juan Pérez Agua. Éste solicita permiso a don Romualdo Ponceli, párroco, y al alcalde para intentar bajar el Cristo.
El párroco don Romualdo Poncelis está enterrado en los nichos del cementerio de Sonseca. |
La necesidad es urgente y los preparativos se hacen rápidos. Por fin, el lunes día 4 de mayo, se elige para realizar el arriesgado intento.
Antes de las diez de la mañana, preparados de las cuerdas, herramientas y artes necesarias, se dirigen a la iglesia los carpinteros Juan, Roque y Nicolás Pérez Agua, Juan Antonio Guerrero y Pedro Pérez, acompañados de Valentín Corrales, Petronilo Ruiz y de los guardas rurales Bruno y Francisco Roldán.
Román Pérez Agua y Bonifacio dirigen desde el suelo las operaciones del cescenso y se logra poner al Cristo en el suelo con diligencia y relativa facilidad.
Lean lo que en sus décimas escribió Baltasar Peces-Barba, incluidas en la entrada de este blog dentro de la HISTORIA:1ª Bajada del Cristo de las aguas del retablo parroquial.
"El lunes de esta semana
fue Santa Mónica, viuda.
Vino Juan con sus ayudas.
A las diez de la mañana
repicaron las campanas
al principio al bajarlo
siendo cosa admirable
y muy digna de creer
que se arrojase a llover
con ímpetu imponderable".
Mas, parece ser según varios documentos de la época que reflejan la ansiedad del momento, entre ellos las letrillas de la pastorcilla Justa Sánchez, que las lluvias no fueron sino ligeras, pese a ser sacado este Cristo de las Aguas en rogativa acompañado de la Virgen de la Salud hasta su ermita junto al cementerio.
El domingo 10, volvieron a traer al Cristo a la iglesia y el día 15 se le hizo una gran función y procesión por la carrera, itinerario del Día del Señor, terminando el día con un solemne Miserere sufragado todo con las limosnas recogidas durante la rogativa, la Misa y el Miserere.
Aunque no abundantes, al menos la fe de los sonsecanos en su Cristo de la Aguas, había conseguido algunas lluvias y todos contentos. Por fin, el sábado 16 de mayo del mismo año 1868, los mismos que habían bajado al Cristo, procedieron a subirlo al cuarto cuerpo del retablo parroquial.
No fueron en vano, sin embargo, las rogativas y súplicas de nuestros antepasados en aquella ocasión, ya que, sabemos que al jueves siguiente, 21 de mayo, día de la Ascensión del Señor, llovió copiosamente por la tarde y por la noche.
Cristos de las Aguas (de la Agonía) del retablo parroquial de Sonseca |
Volvieron a transcurrir los años y el suceso se olvidó hasta en sus más elementales detalles. Pero he aquí, que en 1950, la situación planteada por la escasez de lluvias se hace también insostenible.
Es entonces, la Hermandad de Labradores quien dispone sea bajado por segunda vez el Cristo de la Agonía, de las Aguas, ya conocido por el pueblo, siendo en esta ocasión don Castor Marañón Muguruza, el párroco, quien concede el oportuno permiso.
Por fin, el 16 de mayo del mismo año, se disponen todos los preparativos y el descenso se verifica. Son los encargados esta vez: el maestro carpintero Felipe Ruiz Molero y sus entonces sus oficiales Juan Lorenzo Hijosa, Manuel García de Blas y Antonio Peces Valentín.
Es Juan Lorenzo quien, dentro del castillete preparado y suspendido por el cable de acero de la barrera de la plaza de toros, ha de subir al retablo, mientras sus compañeros tensan cuerdas para que todo se mantenga en un equilibrio tal, que el castillete no dañe al retablo.
No resulta fácil la operación para Juan porque se ignora como está sujeto el Cristo en el retablo. La solución es que salga del castillete y se pase al hueco del retablo junto al Cristo, pero hay mucha altura y el paso a dar peligroso. Decidida esa posibilidad como la más viable, Juan cruzó del castillete al retablo desafiando al vacío.
Sujeta bien la imagen, la separa del retablo y se baja con ella en el castillete. Los sonsecanos espectadores dan gracias porque todo ha salido bien mientras que mal suenan las campanas porque el campanero (sacristán) oficial, José Peces, está enfermo.
El cuarto cuerpo del retablo, el mejor conservado, alberga el calvario con el Cristo de las Aguas. |
Se organizan las rogativas y el Cristo es paseado por los extramuros del lado norte acompañado de todo el pueblo que canta y reza con fervor.
El cielo se cubre de nubes y una gran tormenta de aire hace acelerar el paso de la comitiva y modifica el itinerario previsto. La lluvia parece inminente, pero sólo cae después, en los días sucesivos.
En esta segunda ocasión, no se sube a su sitio habitual en el retablo tan deprisa como en la primera. Pasan los meses y los años de tal manera que hasta se le construye un altar porque se piensa en su permanencia durante largo tiempo bajado.
Por fin una señora devota, en acción de gracias por un favor recibido del Cristo, decide subirlo por su cuenta. Después de algunas gestiones infructuosas, el azar le lleva a entablar conversación con un señor natural de Noblejas, Santiago, le explica la tarea a realizar, la subida del Cristo al retablo, y este accede a realizarla auxiliado por varios obreros de Sonseca.
Mediada la tarde del 2 de abril de 1962, es cuando se inicia la ascensión del Cristo con los protagonistas de la misma como únicos testigos.
Tampoco resultó fácil el trabajo, como en la primera subida, el Cristo tiene su peso, mucha la altura, casi 20 metros, y el consiguiente peligro.
Ya iniciada la noche, por fin, el Cristo se encontraba en la ubicación para la que fue tallado, junto a la Virgen María y San Juan.
Cristo de la Agonía. Foto hecha cuando lo bajaron para restaurarlo. |