No olvidemos que el paraje por donde se extiende el término de nuestra villa, fue ya conocido y habitado por los hispano-romanos, continuando la población visigoda y seguramente mozárabe. Ya se habló de esto en los epígrafes dedicados a las poblaciones de Arisgotas, Casalgordo y Orgaz. La población romana y visigoda se comprobó con los hallazgos arqueológicos correspondientes.
Al SO. y a unos tres kilómetros del pueblo de Sonseca, se encontró un lápida epigráfica romana, posiblemente del siglo II, dedicada por un TIOMECE a BANDUA ITOBRICO VICENSE, según la lectura de Cedillo, quien afirma que en las inmediaciones de nuestra villa debió existir, en época romana, un Vicus Viciarius, o sea lugar abundante en arverja o alverja.
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| Al fondo, ruinas visigodas de San Pedro de la Mata. Foto tomada desde El Berrocal. |
El paso de los musulmanes queda evidenciado por los topónimos: Casa de la Alcantarilla, Camino de los Albarranos, Guajaraz, Sepultura del Moro, paraje de La Mezquitilla, en donde aparecen restos de arqueología romana.
En los comienzos de la Baja Edad Media estuvo integrada en el común de la dehesa de San Martín de la Montiña. A este tiempo debe pertenecer la llamada Torre Tolanca, situada en la cumbre de un cerro a media legua del pueblo y "que se tiene por obra de moros", según una relación de finales del siglo XVIII. Más tarde se pobló Sonseca como aldea perteneciente a la iglesia de Toledo. Nuestra villa aparece citada, en varias ocasiones, en la Cosmografía de Fernando Colón.
Figura, en el 1581, en una relación de lugares de la Tierra de Toledo; tiene entonces 173 vecinos, con dos regidores que anualmente nombra el corregidor de aquella ciudad; no habiendo sido nunca perpetuos, en cambio sí lo son los dos escribanos, por haber servido al rey con 480 ducados.
Se hace villa en el 1629 y entonces es probable que pasara de la jurisdicción eclesiástica a la civil, dependiendo del señor que la comprase al rey, segregada ya del señorío de la iglesia de Toledo.
IGLESIA: La parroquia se dedica a San Juan ante Portam Latinam.
El arqueo de la bóveda de la capilla mayor del templo, según datos que facilita Cedillo, procedentes del archivo parroquial, se termina en el 1552. La iglesia resulta pequeña, siendo ya demolida la nave central en el siglo XIX.
El retablo mayor es de estilo renacimiento, siglo XVI, tanto su estructura como la escultura y pintura. Fue labrado por Pedro Martínez de Castañeda, entre los años 1574 a 1588; pagándose por la mano de obra 23.300 rls. La pintura se debe al artista toledano Luis de Velasco y a su hijo Cristóbal.
Según Cedillo este retablo "es producción sobresaliente, comparable con los mejores del siglo de Oro de nuestras artes". La iglesia parroquial cuenta con los siguientes objetos litúrgicos de singular valor: Custodia de plata sobredorada y repujada; línea barroca siglo XVIII. Cáliz de plata sobredorado y repujado, con medallones que representan un Cristo, San Juan Bautista y Cristo resicitado; barroco, siglo XVIII. Un doselete para viático de terciopelo bordado en oro, con una inscripción que dice: "A la devoción de don Andrés y don Manuel Prieto"; siglo XVIII. Terno de tisú, siglo XVIII. Frontal de seda blanca, con rameados en oro, barroco, siglo XVIII.
ERMITA: A viente pasos extramuros se levanta una ermita, en donde se venera a imagen de Nuestra Señora de los Remedios.
HIJOS ILUSTRES
Pedro de Peralta. Hijo natural de Francisco de Peralta, honró su apellido en tierras de Las Indias.
Beato Gabriel de la Magdalena. Siendo médico, ingresó a los treinta años en la orden de San Francisco, pasando a Manila en el 1612 y luego, desde allí, al Japón; dedicándose al apostolado como misionero y a la actividad médica. Fue atormentado y después quemado vivo en Nagasaki. Se le reconoció y declaró mártir en el año 1668.
María Gómez. Muere en el año 1631, siendo aclamada por sus virtudes como santa.
DESPOBLADO
Santa CruzA finales del siglo XVIII, en el centro de la dehesa de Villaverde, propiedad entonces de la marquesa viuda de Villagarcía, próxima a la casa de los guardas, se mantenían las ruinas de la iglesia que fue del lugar de Santa Cruz, entonces despoblado; un solitario paredón recordaba el antiguo y desaparecido caserío.
