En Semana Santa:
LA CRUZ DE LA CALLE ROSARIO
DE TRADICIÓN ORAL, LEYENDA URBANA SONSECANA
Por el comedio de la calle Rosario, casi al inicio de la calle Muletera, adosada a la pared de la casa típica de vecindad, ahora Nº 27, se encuentra una cruz de hierro sobre espigado fuste de granito confundido con la pintura bicolor de la fachada dificultando su apreciación.
Años atrás, las características texturas pétrea del granito y férrea de la cruz destacaban de la pared encalada como signo independiente para reseñar un suceso, hecho histórico ocurrido allí, posiblemente luctuoso, pues no es la única cruz que erigimos para tal motivo; en el término tenemos varias, la más visible es la situada en Peña la Cuba y sobre todo en las cunetas de las carreteras, recordatorio trágico de accidentes de tráfico que se han llevado personas inocentes.
La curiosidad, desde niño, por descubrir el hecho que motivó la colocación de esa cruz me hacía preguntar a unos y otras, sobre todo a los vecinos que peinaban canas. La respuesta escueta, simplificada en la que coincidían varios: “Ahí, mató a una mujer un hombre vestido de penitente un Jueves Santo aprovechando que pasaba la procesión y no se le conocía”.
¿Qué? ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? y ¿Por qué? Son los interrogantes que debe responder cualquier hecho histórico, noticia en su día. No están todos lo suficientemente claros. Hagamos un intento por descubrirlos.
Si repasamos los libros de Historia de Sonseca escritos por nuestros paisanos Francisco Gil y Manuel Ballesteros, hechos relacionados con esta cruz no encontramos, sólo una descripción y datos relacionados con la procesión del Jueves Santo en el primer libro publicado en 1994, de este último, de los que entresaco algunos como ilustración.
Las fuentes escritas encontradas son por lo tanto relativamente pocas, pero la historia también se trasmite de boca en boca, de padres a hijos, nietos, de forma oral, a la que acudimos en esta ocasión pero teniendo en cuenta la especial peculiaridad que esto conlleva, el posible baile de datos, simplificaciones, ampliaciones al pasar de unos a otros.
El suceso histórico tiene muchas posibilidades de convertirse en leyenda (lo real + lo imaginario), en este caso urbana, como se llama ahora. El pueblo se convierte en depositario, quita, crea y recrea, Así lo quiero yo relatar y dejar escrito con la versión más completa llegada a mis oídos. Por supuesto, no pretende ser definitiva, como no lo ha sido, está abierta a que se sumen otras variantes enriquecedoras.
Plaza del Pozobueno. Cruz que se coloca el Jueves Santo sobre una peana de granito.
El itinerario de la procesión del Jueves Santo se ha cambiado a lo largo de la historia. A mediados del siglo XVII (este es el dato escrito más claro y antiguo en el tiempo del cuándo que queremos responder, es la época en la que se inicia la construcción de la capilla mayor del Templo Parroquial) pasaba por el Pozobueno, Rosario, Oteruelo, San Quintín, Parra, Iglesia y regreso al Cristo y el actual se instauró en 1755 por las calles y plazas: Cristo, César Pérez, Pozobueno, Rosario, Oteruelo, Mayor, Numancia, La Unión, Mora y a la ermita del Cristo. En los dos itinerarios la calle Rosario era obligada como paso entre las plazas del Pozobueno y el Oteruelo.
Plaza del Oteruelo. Sobre la peana de varios escalones se coloca la cruz el Jueves Santo.
Contamos con información curiosa sobre el horario de la procesión, hasta 1760 se celebraba a partir de la 9 de la noche y a partir de éste a las 4 de la tarde y del siguiente una hora antes por mandato del Sr. Cardenal, para que se llegara a sus ermitas con luz del día. ¿Este cambio tan grande en el horario tendría algo que ver con el suceso de Sonseca y algún que otro en la diócesis para evitar la nocturnidad con escasa iluminación artificial?
Andamos entre interrogaciones, oídas y suposiciones, caldo de cultivo para que mezcladas convenientemente surjan las leyendas, expresión abreviada y popular de las novelas históricas, que tanto éxito cosechan en la actualidad.
Según han trasmitido los mayores del lugar, una niña presenciaba a la puerta de su casa, donde está la susodicha cruz, el paso de la procesión del Jueves Santo, (hasta el primer tercio del siglo XIX habría el cortejo la cruz parroquial, el guión, Cristo de la Parroquia, Cristo de la Columna, Cristo de la Cruz a Cuestas, Nuestra Señora de la Soledad, Cristo del Santísimo Sacramento, Cristo Grande de la Santa Vera Cruz y el estandarte, más tarde se reduciría el número de pasos surgiendo nuevos símbolos, como el pendón negro con la cruz de Malta, que ha salido hasta hace unas década y ahora se queda guardado) cuando se le acercó un penitente de los muchos que participaban vestidos con túnicas diferenciadas preguntándole dónde estaba su madre. La niña dijo que dentro de su casa. El encapuchado la mandó que la llamara porque la quería ver. La niña solícita buscó a la madre y ésta salió para ver quien preguntaba por ella. Con diligencia y sangre fría, oculto tras la túnica asestó varias y certeras cuchilladas a la indefensa mujer, unos cuentan que en el patio y otros que en la calle, cayendo muerta ante los ojos atónitos de la hija. Era su antigua novia. No le esperó a que volviera de la guerra, alguna de tantas que hemos padecido en esa época dentro y fuera de nuestras fronteras.
Fotografía de la procesión del Jueves Santo ( 7 de abril de 1955) de Manuel Ballesteros
El asesino, rápidamente, se incorporó a la procesión confundiéndose entre los penitentes de su vestimenta para no causar sospechas y así pasar desapercibido.
La noticia de la tragedia corrió como la pólvora entre los que iban en la procesión entonando los cánticos tradicionales, enmudeciendo y los que la veían situados en las bocacalles y a lo largo del recorrido; prácticamente estaba todo el pueblo aglutinado alrededor de esta manifestación religiosa. Se vivieron momentos de pánico, carreras, cuchicheos, confusión, impotencia…
Ante esta situación tan crítica, aparece la figura serena del señor juez, el cual pone calma con autoridad y manda que rápidamente se reúnan todos los penitentes en la ermita del Cristo, que no falte ninguno. Los dispone en fila a lo largo de la nave central mirándole hacia él y con voz firme, clara y profunda lanza el siguiente mensaje:
- Uno de vosotros tiene gotas de sangre en los zapatos.
La reacción refleja de uno de ellos fue bajar la cabeza para mirarse los suyos.
¿Fue ese el asesino?
Ermita del Cristo de la Vera Cruz, segunda mitad del siglo XVI
Dicen las personas bien pensantes que el estudio de la Historia sirve para no tropezar dos veces en la misma piedra, pero la tozudez humana persiste.
Eduquémonos en la no violencia en cualquiera de sus manifestaciones, física o psíquica (cuidado con el arma blanca de la palabra, hiere profundamente con la ventaja de no dejar gotas de sangre) en la familia, vecindad… No repitamos las maldades históricas recordadas gracias a la tímida presencia de la cruz de la calle Rosario de nuestro pueblo. Seguro que desde ahora menos ignorada y más observada con un... ¿por qué allí?, cuasi respondido.
Salva Peces de S.
Leyenda publicada en el Programa de Ferias y Fiestas del 2007