FILOMENA, VAYA TELA
2021
7 de enero, jueves.
Me despierto con la misma frase que escuchaba de labios de mi madre, de tarde en tarde, en mi infancia: - !Mario, está nevando!
Me levanto y contemplo una graciosa nieve que había empezado a cuajar en el patio durante la noche y teñía de ese blanco puro (como la nieve) árboles, coches, tejados...y cruces de boticas, esas que nunca se apagan y, efectivamente, no dejarían de lucir en medio de las dificultades que nos esperaban y aún no estaban presentes.
Fue un día hermoso viendo cómo la nieve se imponía al asfalto y engalanaba los árboles como si hubiese llegado tarde a la cita navideña y nos dijera: -!Qué ya estoy aquí! !Perdonad el retraso! Es como si hubiera querido alargar esa época del año en la que celebramos la Natividad del Señor. Además, la visitante venía con otro regalo, no sólo su hermosura, porque nos dio un auténtico respiro eliminando al “bicho”, siquiera de los temas de conversación, presente como lo tenemos cada día desde hace ya casi un año.
8 de enero, viernes.
El paisaje era el mismo que el día anterior, corregido y aumentado. No había parado de nevar y por la tarde ya experimentamos las primeras dificultades, como la puerta de acceso a la farmacia bloqueada por nuestra blanca visitante. Definitivamente, al cerrar la farmacia parecía que estábamos en el polo, o por lo menos en Pradollano (yo soy de Graná).
Mi compañera Elvira tuvo serias dificultades para sacar su coche y no lo hubiera conseguido sin la ayuda de unos amables y jóvenes vecinos que nos auxiliaron y, limpiando aquí y allá, súbete y mete marcha atrás, conseguimos sacar su coche y el mío. Lo siguiente fue la preocupación hasta que me dijo que había llegado; vive cerca pero había carretera de por medio.
9 de enero, sábado.
!Guardia!. Chaquetón de sierra (nevada), guantes y bastones. Allá vamos. 30-40 cm de nieve. Paisaje virgen, sólo rasgado por los pocos vehículos 4x4 que habían pasado esa mañana por la calzada. Los quitanieves aún no habían hecho acto de presencia. Llego a la farmacia y tengo la sensación de haber terminado una sesión de “gym”. Abro como puedo, enseguida unos vecinos me ayudan a desbloquear la entrada y echar algo de sal. Poco después, entre vecinos y operarios del ayuntamiento abrieron un caminito cual acceso a casita de cuento. “Va a ser la guardia más tranquila de la historia”. “Hoy hay que ser un héroe para salir a la calle”. Me equivoqué; la afluencia de gente fue comparable a la de cualquier sábado.
Muchos de los que ahora me leéis recordaréis el corte de luz; a mí me pilló a la hora de comer. Cambio bata por chaquetón que asegura proteger hasta -25ºC y me siento a comer pensando: “Esto no lo arreglan hoy”. “Ahora sin receta electrónica”. “Yo, cuando caiga el día llamo a la policía, les presento mi situación y que me den una solución”. Pero, afortunadamente, también erré en esta predicción. Al cabo de 1 hora volvía a tener luz y la guardia continuó y finalizó sin más incidencias.
Y, como diría ese simpático cerdito, eso es todo, amigos, aunque el final de mi relato no marque el final de lo que trajo consigo Filomena, pero eso es bien conocido por todos.
Mario Garófano Gordo
Licenciado en Farmacia
Regenta la farmacia Alba de Sonseca
Publicado en la revista de Bidafarma, cooperativa farmaceútica.