MUERE UN ILUSTRE SONSECANO
Enrique Barbero Peces.
Nació en Sonseca el día 11 de agosto de 1931. Su padre era el sacristán de la iglesia. Hizo la carrera de Aduanas, que
ejerció por algún tiempo. Entró en el seminario de vocaciones tardías de El
Salvador y Santa María, de Salamanca y desde este centro acudió a la universidad
pontificia de Salamanca donde hizo sus estudios eclesiásticos. Se ordenó de
presbítero el 6 de enero de 1959. Ese mismo año le nombraron coadjutor de
Tembleque. En1960, coadjutor de Torrijos, donde estuvo probablemente hasta 1962.
Pronto lo reclamaron para que fuera superior de filósofos y profesor en el
seminario de vocaciones tardías de El Salvador, en Salamanca. Debió irse a
comienzos del curso de 1962-63. Allí formó equipo, entre otros, con don Ignacio
Zulueta que había sido preceptor del príncipe Juan Carlos y con don José María
Setién, que luego fue obispo de San Sebastián. A este seminario de vocaciones
tardías acudían muchos con carreras (abogados, ingenieros, jueces, militares…),
que necesitaban clases aceleradas de latín y griego y otros candidatos sin
estudios a los que había que dar clases de Bachillerato. Luego unos optaban por
ir a la universidad para sus estudios eclesiásticos, y otros preferían estudiar
en el seminario de El Salvador.
Enrique fue profesor en su seminario y entre los alumnos, quiero destacar a dos: a don Carlos Osoro, actual cardenal arzobispo de Madrid y a don Pedro Payo, sacerdote que a pesar de haberlo suspendido, no solo no le guardaba ningún rencor, sino que lo quería con pasión. Y Enrique a él. De Pedro habla dos veces en su libro "Palabras de Atardecer", la primera en la introducción cuando agradece a todos los que le han alentado para que este libro viese la luz "representados en el amigo entrañable que ya nos dejó, Pedro Payo de la Cruz"; y la segunda en la última poesía del libro:
"Yo fue tu profesor / y siempre me dijiste, / con una sonrisa en los labios, / que te suspendí en Lógica. / Fue un error mío. / Me equivoqué. / Yo quería enseñarte / la lógica de la cabeza / y tú solo entendías / la del corazón"
En estos años estuvo muy cercano a la JOC (Juventud Obrera Cristiana) que estaba establecida en un barrio de Salamanca, el de Pizarrales, zona construida a partir de la expansión de la ciudad, que entonces acogía a familias de clase trabajadora. Allí iba Enrique con algunos seminaristas los fines de semana. En este barrio estaba establecida la JOC y Enrique se encariñó con los jocistas y con este movimiento, hasta el punto de que quisieron nombrarlo consiliario nacional. Debió estar en Salamanca unos nueve años, probablemente hasta el 1971 que aparece como coadjutor en la parroquia de Villacañas, donde reside desde 1971 a 1984. Este año desde la Administración le plantearon la disyuntiva de reincorporarse a su puesto en la carrera de Aduanas o perder la plaza. Con el permiso del Sr. arzobispo, reingresó en su puesto de Aduanas. Y para ello marchó a Madrid, donde estuvo trabajando algunos años, prolongando dos o tres más después de los 65 con el fin de que pudiera quedarle algo más de retiro, pues había cotizado pocos años y le quedaba una pensión muy baja. En estos años se adhirió a la parroquia del Dulce Nombre en el barrio de Vallecas en la que estaba su amigo el obispo don Alberto Iniesta. Una vez jubilado, volvió a Villacañas donde ha vivido como un miembro más de una familia muy acogedora, con la que convivió muy a gusto y a la que volvía muy frecuentemente cuando ya se vino a la casa sacerdotal de Toledo coincidiendo con sus últimos años.
Si hubiera que destacar alguna cosilla de Enrique, yo apuntaría su capacidad para pensar. Era un gran pensador. Leía mucho y bien. Quizás los años de profesor de Filosofía (Lógica, etc) le ayudaron a esas reflexiones profundas que él nos exponía con todo lujo de detalles a los amigos, porque era muy observador y detallista. Otra característica de Enrique era su condición de buen conversador; solía llevar siempre la voz cantante. Otra, su sencillez; nunca quiso nombramientos altisonantes, prefirió pasar por un sencillo coadjutor. Otra, su amor a la ciudad de Santander en la que tenía unos familiares y donde pasó una temporada muchos veranos. Y la última que quiero destacar es esa mezcla de un hombre intelectual de gran talla y un alma de poeta a quien no importan tanto la rima y la métrica, como expresar sus pensamientos con palabras justas y un lenguaje depurado. Así lo dice él: "no busquéis en mis poemas al versificador de las rimas clásicas ni al poeta de metáforas brillantes. No son mi fuerte. Simplemente he pretendido acercarme a la realidad desde la perspectiva personal de mis años, de mis lecturas, de mis observaciones y de mi reflexión y vivencias". Así nos ha dejado dos libros "Palabras de Atardecer" (2006) y "Romeros en Camino" (2015).
Enrique amaba a Sonseca, su pueblo. Me consta que era un asiduo de "Sonseca en el zurrón", de Salvador Peces. Quizás no vino más veces porque no tenía más familia cercana que su hermana Reme; al morir esta, vendieron la casa y dificultó su venida a su pueblo natal. El 25 de septiembre un ictus le ocasionó la muerte en el hospital de Brunete, donde hubieron de llevarlo por no haber sitio en el hospital de las Tres Culturas de Toledo. Lo enterraron en la cementerio de Sonseca, junto a su madre y su hermana Remedios.
Descanse en paz.
Un amigo