El día 7 de septiembre, víspera de la celebración de nuestras Ferias y Fiestas en honor de la Virgen de los Remedios, me dí una vuelta con la cámara fotográfica en manos por el tradicional ferial, y me encontré con este panorama que les quiero transmitir y dejarlo para la posterioridad en este blog.
LA NO FERIA 2020
—Hace un año mi amigo Roberto me invitó a Sonseca, para pasar unos días asuetos coincidiendo con sus fiestas patronales. Fue una experiencia maravillosa y llevo todo el año pendiente de que llegue de nuevo la fecha para volver a ir a Sonseca.
—Roberto no deja de recordármelo por lo que me siento en su casa como en la mía. He dispuesto así mis vacaciones y hoy que es seis de septiembre me voy a Sonseca a volver a vivir esos extraordinarios días que tuve el año pasado.
Al salir Luis camino de Sonseca, con su maleta, advirtió que en el buzón de su casa tenía una carta de su amigo Roberto. Ni siguiera la abrió porque dedujo que era la invitación reiterativa para asistir a la feria de su pueblo.
—Caray, que casualidad —dijo Luis—, es una carta de Roberto, como me imagino lo que es no me entretengo en abrirla, que él me lo diga personalmente cuando esté en su casa, mientras nos tomamos una cerveza. Yo de momento me voy a coger el coche de línea para ese bendito pueblo que tan buenos recuerdos me trae.
Luis se encaminó a la estación de autobuses para tomar uno que le llevase a Sonseca, sus ojos radiaban de felicidad, recordando, por una parte, lo bien que se lo pasó el año anterior, y lo que le auguraba este año.
Le gustó muchísimo cómo bailaban la bandera en torno a unas alabardas cada una con un nombre, le encantó los prolegómenos de la feria con su pregón, entrega de premios de distintas habilidades, la banda de música, con los pasodobles a los alabarderos y el himno a la Virgen y a Sonseca. Recordaba con muchísima ilusión la costumbre del ofrecimiento, veía las caras emocionadas de los sonsecanos, con una fe profunda a la Virgen, la procesión respetuosa, cristiana y devota del día 8 de septiembre, las verbenas por la noche, donde se desatan los prejuicios y cada cual saca de sí lo mejor que tiene para ser feliz y compartirlo con los demás. Sin ser aficionado acudió a los toros, donde pudo ver cómo también la gente, entonados por una buena garrafa de limonada y un suculento bocadillo, de una manera desenfada, vivían ese otro argumento de las fiestas, se sorprendió también de la subasta de los objetos que ofrecen y cómo unos y otros pujan para llevarse el recuerdo de la Virgen, no importa el precio, el valor está en el corazón y en el destino de esa forma de contribuir a que la santa tenga más medios. Luis recordaba cómo terminaban todos los días la jornada, a altas horas de la madrugada, tomando un chocolate con churros. El cuerpo “destrozado”, pero saciado de diversión y de buen vivir, sobre todo, de un vivir sano. Y al final, se emocionó mucho cuando subastaron la bandera, y se enteró que una persona sacrificaba parte de sus ahorros para rendir culto a la Virgen a través de una ofrenda especial.
Todo le sirvió a Luis para que durante un año aguardase con ilusión, esperanza y hasta con fe, acudir a las fiestas de Sonseca. De vez en cuando lo refería con Roberto.
—Estoy deseando de que lleguen las fiestas de tu pueblo, amigo Roberto —le venía reiterando durante todo el año—. Este año, que ya conozco vuestras costumbres, no nos vamos a perder nada. Ya verás.
Luis se ocupó de comprar un detallito para la esposa de Roberto, ya que iba a ser agasajado en su domicilio y no quería ir con las manos vacías. No era necesario pero así lo hizo. Durante el camino, ya dentro del autocar repasaba mentalmente los detalles de la feria y se imaginaba el ferial lleno de gente, atracciones, ruidos que sonaban a sinfonía, feriantes con altavoces de las tómbolas, los niños que se cruzan a destiempo, y a la cantidad de gente que su amigo Roberto saludaba a cada paso, reiterando la misma frase: Pero chico, cómo has engordado.
Por fin llega el autocar frente a casa de Poli, Luis se baja y se sorprende. No ve el letrero de Ferias y Fiestas de Sonseca. La ermita de la Virgen de los Remedios está vacía.
—Pero qué pasa —piensa Luis—. No entiendo nada, me parece que estoy soñando. ¿me habré equivocado de mes? No, hoy es 6 de septiembre, mañana es la pólvora, el pregón, las alabardas, el baile de la bandera…
Luis no da crédito a lo que está viendo. Camina por el pueblo hacia la casa de su amigo Roberto, y no ve las calles adornadas con los banderines de costumbre. Tan sólo un cuadro en fotografía amplio de la Virgen de los Remedios en algunas terrazas.Todo está vacío, ni un alma en el pueblo, empieza a ponerse nervioso mientras se dirige, casi con miedo, a la casa de su amigo. Pasa por delante del Ayuntamiento y tampoco está engalanado como de costumbre, no ve carteles de los festejos de verbenas, de toros, ni de actos culturales. Antes de llegar a casa de su amigo toma asiento en un banco y recuerda que lleva una carta de él, aún sin abrir, decide leerla.
Mi buen amigo Luis:
Espero te llegue a tiempo la presente carta, que con lo que está pasando, me han dicho que los correos se retrasan mucho.
Con el dolor de mi corazón, y no puedes imaginarte cómo lo he sentido, este año la feria se ha suspendido.
Como sabes la epidemia que nos acecha ha dado al traste con todos los actos y el ferial está totalmente desolado, es una feria sin feria. Tan sólo la Virgen en su ermita da testimonio de su festividad, pero nada más. Ni actos religiosos como de costumbre, sólo los que se pueden dar dentro de las normas aconsejadas.
Te mando esta carta para que no te muevas porque dadas las circunstancias, nosotros nos iremos durante esos días a la montaña porque no podemos emocionalmente, pasear por las calles desiertas de gentes y sin ningún argumento que nos diga que estamos en los días de fiestas.
Mi buen amigo Luis, ya sabes dónde estamos, tendremos tiempo de que esto pase y podamos volver a vivir la experiencia que tuviste el año pasado, al tiempo que nos emplazamos para cuando quieras podernos ver.
Recibe un fuerte abrazo de tu amigo Roberto.
La carta estaba fechada desde primero de agosto, pero dadas las circunstancias, Correos no había repartido, llegó tarde y Luis no pudo saberlo antes.
Cuando Luis terminó de leer la carta, se le estremeció el corazón, entendió el motivo del retraso de su llegada, y no tuvo por menos que entristecerse por la noticia. Después recapacitó.
—Es verdad, los que están en el pueblo están confinados, por eso no hay nadie, yo soy un intruso, me vuelvo para la ciudad, apresurándome a tomar el próximo autocar que pueda coger. Llevaba todo el año ilusionado con las fiestas de Sonseca, llevaba todo el año soñando, pero ahora el sueño, se ha convertido en pesadilla. Y como si tal cosa fuese, me despierto, subo la ventana de mi dormitorio, y efectivamente, veo toda la ciudad en donde vivo desierta. ¿Acaso el sueño me impidió ver la realidad, y por eso partí para Sonseca? No sé, sea como fuere, renovaré mi sueño y esperaré al próximo año a ver si hemos superado este trance y puedo retomar la ilusión, porque Sonseca y sus fiestas bien merecen ese sueño y anhelo de vivirlas.
Luis Gutiérrez Valentín