Alabardas y bandera en la RECEPCIÓN POPULAR del 8 - 9 - 2013 |
En año 1956, mis padres cumplieron su promesa de sacarme la bandera, en agradecimiento a la Virgen de los Remedios por haber superado una grave enfermedad.
Era muy pequeña ya que sólo tenía siete años, pero mis recuerdos, os lo puedo asegurar, son imborrables.
Ese día de la Octava, estando con mis padres después de la procesión, cuando me dijeron que yo era la elegida para llevar la bandera, sentí una gran alegría y nerviosismo a la vez.
En el transcurso del año, no todo fue tan bien como nosotros deseábamos. Recuerdo como sufrieron mis padres al tener tantas dificultades por el echo de ser yo una niña. Ciertas personas no veían bien que se rompiera la tradición, ya que hasta entonces había sido siempre un niño quien la llevaba.
Gracias a Dios y al esfuerzo de mi familia todo se fue solucionando, viendo cumplido nuestro deseo.
Me viene a la memoria el cariño, la devoción, el apoyo y la constancia de mi abuelo Remedios, y la gran satisfacción que supuso para él cuando todo se resolvió.
Después de estos imprevistos, todos esperábamos en casa con gran ilusión que llegara el día tan anhelado, el 28 de agosto, San Agustín.
Una mañana emocionante a la espera de los alabarderos. Roque Perezagua Ventas, como Alférez de esta compañía, y yo llevando a hombros esa deseada bandera de Nuestra Señora de los Remedios.
En aquellos años las celebraciones de la Fiesta eran distintos a las de ahora. Se preparaban unos pasteles, tostones, limonada y la albahaca tan tradicional que nos tenía preparada en la ermita del Cristo de la Vera Cruz tía Emilia, santera en aquellos años.
Puedo contaros con todo detalle como era mi traje, motivo por el cual fui por primera vez a Madrid. Se componía de una faldita blanca con tablas, chaqueta de marinero y conjuntando esta con mi gorra en la que ponía "Baleares"; zapatos atados con agujeritos y por último un abanico con florecillas que iba sujeto con una cadena que me puso mi madre.
Unos días más tarde llegó el 8 de septiembre, el más grandioso para mí y mi familia, pasar a hombros de mi padre, Marcelino, a entregar a la Virgen de los Remedios mi ofrenda, que tanto esfuerzo y sacrificio supuso para nosotros. Fueron 4.001 pesetas. Esta alegría tan emocionante e inolvidable creo que sólo la puede entender quien la haya vivido.
Banderas de la Virgen de los Remedios de Sonseca |
Doy gracias a nuestra Virgen de los Remedios por haberme ayudado tanto a lo largo de mi vida, pues aunque no viva en Sonseca, siempre me he sentido protegida por Ella, también por compartir experiencia después de cincuenta años. Le pido que me siga acompañando como hasta ahora lo ha hecho.