La creación de una cooperativa, PEÑAMIEL, que impulsará en Sonseca la construcción de casi doscientos pisos, ha servido para plantear una vez más la problemática de la vivienda en esta localidad en donde la venta de casas, hasta hace poco un negocio rentable, se ha paralizado en un 75 por ciento.
Hace escasamente quince días se cerraba la operación para la adquisición de los terrenos en los que se construirán las casas de la cooperativa municipal de la vivienda, PEÑAMIEL, constituida en el mes de enero en Sonseca y de la que forman parte 187 vecinos. Un trabajo laborioso; los representantes de la cooperativa debieron negociar con varios propietarios,a alguno de los cuales se le hizo poco el dinero ofrecido por las tierras. Finalmente hubo buena voluntad por las dos partes y lo que parecía iba a ser un grave escollo para esta cooperativa se superaba sin mayores problemas.
En total se han comprado a tres vecinos diferentes 50.000 metros cuadrados situados entre la carretera nacional 401 y el cordel, camino viejo de Toledo. El primer paso para la construcción de las viviendas de PEÑAMIEL está ya dado. Las obras comenzarán una vez la finca esté urbanizada, habiéndose previsto un plazo de dos años para la terminación total de esta zona residencial.
El objetivo de la cooperativa -que funciona con autonomía propia y que fue alentada por el Ayuntamiento, desde donde se abrió una lista de personas interesadas- era el de facilitar a los sonsecanos el acceso a una casa digna a precios más razonables, según el alcalde de la localidad, Antonio Cerrillo, algo que hasta este momento no había sido posible. "Era la única posibilidad de conseguir una vivienda", añadía al respecto Ana Rojas, presidenta de la cooperativa.
De esta forma, y al mismo tiempo, se regularizarían los precios del mercado en un pueblo que crecía y demandaba casas constantemente.
Estos años pasados la compra y venta de pisos era un negocio rentable. Los más baratos -que se vendían antes de construirlos- podían valer de diez a doce millones de pesetas. "Por un apartamento de 65 metros cuadrados, hace tres meses, te pedían ocho millones", explicó a BISAGRA uno de los interesados.
MERCADO PARALIZADO
Los sonsecanos que se han acogido a la cooperativa, un 90 por 100 jóvenes, pagarán un precio estimativo de siete millones de pesetas por un chalet estándar con dos plantas de 45 metros cuadrados cada una y parcela incluida de 150 metros cuadrado.
No cabe duda de que las promociones privadas saldrán perjudicados. "Tendrán que bajar los precios si quieren vender algo", indicaba a este respecto el alcalde de Sonseca, Antonio Cerrillo. A esto se une la crisis económica que actualmente tiene paralizado el mercado de la vivienda.
Ahora mismo, según Cerrillo, no hay expectativas de iniciar nada nuevo. "La cooperativa solucionará el tema de la vivienda para cuatro o cinco años", añadía.
"Está muy flojo. La gente está esperando a ver que pasa", señalaba el constructor Julio Martín. "El 75 por 100 de la venta de pisos ha decaído", subrayaba.
Martín Guzmán informaba, además, que ahora en Sonseca una casa hecha por contratistas forasteros puede valer de nueve a once millones, dependiendo de la categoría. "Nosotros las vendemos, de 100 metros, a nueve o diez millones".
PERJUDICADOS
En Sonseca sobran casas. En el año 1992 había 110 pisos en construcción, de los que se han comprado - según Julio Martín- sólo unos treinta. A éstos habrá que sumar los cerca de 200 promovidos por la cooperativa PEÑAMIEL. En las distintas reuniones que mantienen frecuentemente los cabezas de albañiles de la localidad se comenta siempre los mismo: "La cooperativa no nos va a dar nada bueno".
En Sonseca hay alrededor de 100 trabajadores dedicados a la construcción, más dos o tres cuadrillas que vienen de fuera. A todos ellos, ya a juicio de Julio Martín, la cooperativa no les va a beneficiar, ya que "el contratista, normalmente, suele traer a toda la gente por delante". La falta de trabajo podría afectar también a los fontaneros, electricistas y ebanistas. "En Sonseca, excepto los compradores, nadie va a percibir en tres o cuatro años beneficios".
La gestión y construccón de las viviendas de PEÑAMIEL ha sido concertada con una misma empresa, Gipsa, de Madrid. Si no se ha pensado en los constructores locales -explicó el alcalde, Antonio Cerrillo-, ha sido porque "aquí no hay empresas que puedan hacer doscientas casas". Decisión esta última criticada por los constructores del pueblo, que opinan que el ayuntamiento debería haber sacado una promoción menos amplia, de unos 50 chalets, y habérselos dado a los trabajadores del pueblo, " a gente que realmente lo necesita", concluía uno de ellos.
VICTORIA JIMÉNEZ
