PREGÓN DE
LA FIESTA
EN HONOR DE FRAY GABRIEL DE LA MAGDALENA 2017
DON GERMÁN GUERRERO PECES
El pregonero, Germán Guerrero, 1º por la derecha junto al alcalde, presidente de la Hermandad y ... |
Sr. Alcalde de Sonseca, Sres.
concejales y dignas autoridades civiles que nos acompañan en este acto.
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Muy queridos y estimados sacerdotes de
nuestra parroquia, D. José Carlos, Don José, Don Natalio, párroco y vicarios
respectivamente.
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Mi afectuoso saludo para Don
Primitivo, y Don Víctor que también han querido estar aquí presentes en este
pregón.
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Mi obligado y emotivo recuerdo para D.
Román, que en paz descanse, que regresó a la casa del Padre el pasado 31 de
Mayo. Estamos seguros de que nuestro paisano Gabriel intercederá por él para
que goce eternamente de la presencia de Dios.
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Querido Presidente de la Hermandad de
Fray Gabriel de la Magdalena y queridos miembros de su Junta Directiva.
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Queridos paisanos y queridos amigos los que
siendo de otros lugares vivís entre nosotros y formáis parte de esta comunidad
humana, nuestra querida Villa de Sonseca.
Buenas noches a
todos.
Agradezco
de corazón, como no podría ser de otra
forma, la invitación que me hizo la
Hermandad de Fray Gabriel de la Magdalena por boca de Julián, su Presidente,
para ser el pregonero de las fiestas en honor de nuestro
Beato Gabriel en la víspera de la
conmemoración de su martirio y glorificación en tierras japonesas.
Siendo como lo es un tópico, no quiero, sin
embargo, desaprovechar esta oportunidad que inmerecidamente me habéis brindado para
manifestaros que me llena de inmensa alegría poder pregonar a nuestro Beato
Gabriel. Decir lo contrario sería faltar a la verdad o a la sinceridad.
Queridos
amigos: antes de ponerme manos a la obra para preparar este pregón necesitaba despejar
la principal duda que asaltaba a mi mente y a mi corazón: de qué hablar, cuál hubiera
de ser el mensaje que os debería
transmitir.
La
respuesta que recibía era siempre la misma: -“Pregúntale a Fray Gabriel”. Yo
dócil a esta proposición le pregunté a Fray Gabriel pero siempre recibía de él
la misma respuesta –“Pregúntale a Jesús” De modo que se iban pasando la pelota
el uno al otro como si de un simpático juego se tratase.
Pronto
entendí que lo que me pedían uno y otro era que hiciera de este solemne acto
una sencilla acción de gracias que agradara a Dios y que nos acercara un
poquito más a Él.
Y esa acción de gracias pasa necesariamente
por abrir mi corazón y manifestaros lo que supone y significa Dios en mi vida. ¿Qué
otra cosa podría hacer yo sino hablaros de mi experiencia personal?
Pintura del Beato Fray Gabrel en la capilla de la ermita de la Virgen de los Remedios |
Pero lo quiero hacer sirviéndome para ello de nuestro paisano Fray Gabriel de la Magdalena que, cual fiel mediador, sabrá poner en mis labios las palabras adecuadas para que toque a su vez vuestros corazones. A él le pido este favor y a vosotros comprensión y benevolencia si no estoy a la altura de las circunstancias.
Por
otro lado, exhorto y animo a aquellas personas a las que Fray Gabriel ha
alcanzado y siga alcanzando favores por medio de su intercesión para que los
compartan abiertamente con los demás, que no queden ahogados en el olvido o se
los guarden para ellas, sino que por el contrario los cuenten, los revelen de
modo que todos conozcamos los prodigios que Dios realiza por medio de él y ojalá
Dios obre el milagro tan esperado que permita impulsar la causa de canonización
del más ilustre de nuestros paisanos.
¿Qué
puede deciros un pobre pecador repleto de defectos si no es mi amor por
Jesucristo y su Santísima Madre?
Cierto
día por pura misericordia de Dios tuve un encuentro personal con Dios que me
cambió la vida. Ignoro si a Fray Gabriel le pasó lo mismo o si la fe que
recibió desde su Bautismo fue echando raíces en su corazón y se mantuvo fiel
hasta su martirio. Lo que es indudable es que ese anhelo por inmolar su vida,
por la fe en Jesucristo, junto a sus hermanos, no hubiera sido posible sin ese
encuentro personal y sin esa experiencia real del Señor vivo y resucitado.
Calle donde nacío el pregonero, cercana a la iglesia parroquial de Sonseca. |
Mi caso fue el de un niño feliz, nacido a escasos 400 metros de este auditorio, una noche fresquita de febrero.
Germán, el menor de 6 hermanos, allá por los
años 70 acudía a misa los domingos, a la misa de diez y media para cantar con otros
niños, casi todos compañeros del colegio. Algunos de ellos, me consta, están
aquí y pueden dar fe de ello, otros,
como “Inmaculada”, nuestra queridísima “Inma”, seguro que siguen haciéndolo desde
el cielo.
Grato recuerdo de mi niñez es el de mi
catequista, de Primera Comunión, Elena Perezagua, a la que tengo tanto que
agradecer aunque ella lo niegue, le reste importancia o no se lo llegue a creer. Aún hoy esbozo una sonrisa al
recordar unas palabras que solía decir a otros niños y a algunos adultos. Las decía
tan convencida que a veces me hacían dudar si serían ciertas o no. Decía: “Germancito sabe más que los maestros”. Por
descontado que no era cierto. Las aceptaba como un halago cariñoso de mi
catequista.
Con ella, 40 años más tarde, ¡quién lo hubiera
imaginado! y con otras hermanas, a día
de hoy, comparto grupo de alabanza todos los martes en nuestro templo
parroquial.
Qué
importantes son las raíces de nuestra fe, las familias cristianas, las personas
que Dios pone en nuestro camino para acercarnos más a Él. Qué encomiable labor
realizan los catequistas, miles y miles de hermanos nuestros en todo el mundo, con los
niños y con los jóvenes. Ellos se dejan hacer, ellos se abren a Dios con sus
almas sencillas.
¿Cómo
alabaría Fray Gabriel a Dios? ¿Y su primera comunión? ¿Cómo sería su primera
comunión? ¿Cómo sería la infancia y la juventud de Fray Gabriel? De esto no
sabemos apenas nada. Sólo nos ha llegado que su vida era tan dada a la piedad
que sus coetáneos le llamaban “santo”. No iban nada descaminados. Seguro que
nuestro beato se dejó asombrar -y mucho- por el Señor, y esa alma sencilla de
niño y de joven se fue abrasando, no por la pira martirial en la que entregó su
vida, sino por otro fuego mucho más gratificante y dichoso: el fuego del amor
de Dios.
Y es
así, que mi primera palabra esta tarde quiere ir dedicada a todos los catequistas, en especial a los de nuestra Parroquia.
Vuestro quehacer, vuestra oración, vuestro trabajo callado y silencioso, vuestro
amor por esos niños y jóvenes que la Iglesia os ha encomendado para formales en
la fe es un ejercicio de caridad de incalculable e ilimitado valor y estamos
seguros que Dios os lo premiará y recompensará con creces.
¿Cómo llegó a enamorarse Fray Gabriel del
Señor? ¿Sería tal vez por la influencia que ejerciera sobre él algún sacerdote,
algún amigo, algún familiar además de sus padres? ¿Tal vez algún maestro?
¡Cuántas personas anónimas que nunca
aparecerán en las crónicas de las vidas de los santos hay detrás de cada santo!
Esta noche quiero rendir homenaje a
cuantos Dios puso en el camino de Fray Gabriel y que contribuyeron a hacer
crecer la semilla de la fe que Dios le regaló desde su Bautismo, hace ahora 450
años.
Salida de la imagen del Beato Fray Gabriel en la procesión del 3 de septiembre del 2017 |
Volvamos nuevamente a mi vida. El niño dio paso al adolescente, que se rebelaba y buscaba su identidad y su madurez. Mi fe era muy pobre, y focalizada más en el seguimiento a personas transitorias que al Señor. Aún no había llegado mi bautismo de fuego. Además, el contexto político y social que me tocó vivir marcó mucho esa etapa de mi vida: España estaba viviendo un periodo de transición política y para un niño que se abría a la juventud ese ambiente le marcó grandemente.
Así las
cosas, a la edad de 15-16 años me alejé de la iglesia, a la que no regresé
hasta los 32 años. Muchas veces aún sigo preguntándome por qué. No deja de ser
un misterio, pero, aunque no lo entiendo, sé que estaba en los planes de Dios;
y eso que tantas veces me quitaba la paz, hoy me llena de esperanza y de alegría.
Tal vez por ello cada día tengo presente a quienes como yo un día se alejaron
de Dios y para los cuales renuevo esta noche una plegaria, pidiéndole a nuestro
hermano Gabriel interceda por ellos en el cielo para que el Buen Pastor los
cargue sobre sus hombros y los devuelva al redil de la Iglesia, su Madre, donde
se sepan amados y sostenidos.
Atrás dejé, sin embargo, unos años preciosos
de mi juventud llenos de ilusiones y de inquietudes, no exentos de complejos
que también los hubo, sobre todo cuando las chicas no se fijaban en mí por mi
corta estatura…
Los caminos del Señor en mi caso me llevaron,
en lo profesional, tras mis estudios de Letras en Madrid, a trabajar poquito
tiempo en la madera con mis hermanos los Guerrero, para pasar después ocho años
de mi vida al servicio de Sonseca como concejal, algo que siempre repito me
llena de recto y sano orgullo, pues Él, por medio de la persona de Antonio
Cerrillo (q.e.p.d.) quiso regalarme la oportunidad de poder trabajar por la
justicia y el bien común de mis vecinos, entregándome a esta tarea, tantas
veces denostada y vituperada, pues nuestro pecado la corrompe, pero que vivida con
integridad y honestidad, es tan preciosa e imprescindible. Por ello también
aprovecho este pregón para alentar a quienes se sientan llamados a esta noble
tarea de orden temporal y tan necesaria para la ciudadanía, que es la política,
para que sean generosos y pongan a disposición de los demás sus mejores
talentos.
Concejales elegidos en Sonseca en las elecciones de 1995, entre ellos el pregonero. |
Ligero de equipaje, tras estos ocho años para
mí maravillosos entregado a lo público, Dios quiso hacerme otro regalo más, ¡y
son ya tantos…! Me concedió poder cuidar a seminaristas y a sacerdotes en la
Casa de Formación que tienen los Misioneros Siervos de los Pobres del Tercer
Mundo en Ajofrín. ¡Menudo contraste! Así
las gasta Él y aquí llevo ya 18 años.
German Guerrero en el Seminario de los Misioneros Siervos de los Pobres del Tercer Mundo de Ajofrín. |
Como os decía antes tengo mucho que agradecer a Dios. Me alejé de Él, de mi madre, la Iglesia, y el Señor no opuso resistencia, pero, se engaña quien crea que a Dios esto le daba lo mismo, no le era en absoluto indiferente. Ahora estoy seguro de que sufría como el Padre de la parábola del Hijo Pródigo y que cada mañana salía a la terraza para otear el horizonte y para ver si regresaba a casa ese joven al que Él modeló, al que Él dio la vida, que deseaba la felicidad e inquieto no dejaba de buscarla.
En el año 1995 dejó a las otras 99 y me cargó
sobre sus hombros. Me sentí el ser humano más amado del mundo.
El
instrumento del cual se sirvió para este rescate fue Angelines, mi esposa, a
quien le debo, entre otras muchas cosas, estar esta noche aquí.
Mi vida desde entonces es una continua acción
de gracias por tanto como he recibido gratuitamente, por unirme
sacramentalmente a ella hace 21 años, por los dos hijos que nos ha regalado, Mª
Teresa y Martín Mª, por mis hermanos, por los sacerdotes, por mi parroquia, por
los que os dejaron también, en especial por mis padres, Facundo y Sagrario, y
por mi suegro Loreto, quien me quiso como a un hijo y yo quise como a un padre.
Y, ya
puestos a dar gracias -perdonadme que lo haga por los más cercanos- sería
injusto si no les dijera que hay una persona en mi familia que nos ha
transmitido siempre su amor y devoción por Fray Gabriel de la Magdalena. Ella
me adoptó como a un hijo a la muerte de mi madre, de manera que Dios me regaló
otra madre para que no me sintiera huérfano de aquella. Se trata de Juliana.
Ella nos ha dado ejemplo de devoción al Beato Gabriel de la Magdalena
participando en sus actos de culto, eucaristías, novena y procesión y ha
apuntado además a alguno de sus nietos a la Hermandad. Ella debería estar más
aquí que un servidor, Gracias Juliana de todo corazón.
Nada tiene que ver el contexto
histórico-social y cultural de mi vida con el de Fray Gabriel, y es de suponer
que él, como joven, tendría también sus inquietudes, sus interrogantes, sus
preguntas aún por responder. No así su vocación profesional como médico y
cirujano ni su vocación como religioso de la Orden Franciscana.
Mi otra
vocación es la de esposo y padre de dos hijos, para mí una misión casi
imposible aunque ciertamente mucho menos sacrificada que la de nuestro Beato
Gabriel, quien a la edad de 34 años no dudó en inscribirse en la Misión de Fray
Juan Pobre de Zamora que estaba organizando para ir a las islas Filipinas. Esta
fue su consagración como misionero la mía el día de mi boda. Contaba yo con la
edad de 33 años.
Mi segunda palabra
esta noche quiere ir dirigida a todos los
misioneros que están diseminados por todo el mundo y que anuncian a todas
las gentes, con la entrega de su vida, siguiendo el mandato de Jesús, la Buena
Nueva del Evangelio.
Pero no
solo a ellos. Europa, España, nuestra diócesis, Sonseca es tierra de misión. Muchas
familias se han alejado de Dios, de la Iglesia, muchos de sus hijos no conocen
a Jesucristo, el laicismo exacerbado busca imponerse y por desgracia se está
instalando en la vida pública, en la política, en nuestras escuelas, en nuestro
lugar de trabajo, en los medios de comunicación, en nuestras vidas. Dios nunca
puede ser una amenaza para nadie, al contrario, es la manifestación de amor más
determinante y definitiva a la humanidad de toda la historia. Dios es amor. Qué
bien lo entendió Fray Gabriel que partió a extremo oriente a anunciar a Cristo,
a sanar en su nombre las heridas del cuerpo y del alma de muchos hermanos nuestros que no habían
oído hablar del Señor. Cinco siglos más tarde urge una nueva evangelización de
Occidente, de Europa, de España, de nuestra diócesis, de Sonseca.
Busto de Fray Gabriel de la Magdalena en la confluencia de las calles Mora y don César Perez |
A nuestro Beato Gabriel de la Magdalena le pedimos su intercesión para que, siguiendo sus pasos, salgamos de nosotros mismos, de nuestra comodidad, de nuestro egoísmo, y ofrezcamos a nuestros vecinos, a los alejados, nuestro pobre testimonio y la alegría de la fe que, como don precioso, hemos recibido y acogido. Que seamos capaces de perder los respetos humanos y no nos dé vergüenza proclamar a Jesucristo, único Señor capaz de dar pleno sentido a nuestra vida. Un alma que se sabe habitada por Cristo es un alma feliz, que se sabe amada, salvada, transformada, vivificada y renovada. Seamos misioneros del siglo XXI.
Mi tercera palabra quiere
el Señor que esta noche vaya dedicada a nuestra
conciencia.
El martirio nos deja
siempre atónitos, y sacude nuestras conciencias hasta el punto de abrirnos a la
conversión y a la fe.
Decía Kierkegaard,
filósofo y teólogo danés del siglo XIX, considerado padre del existencialismo
que: “ninguna vida tiene un efecto tan
grande como la de mártir, porque el mártir sólo comienza a actuar después de la
muerte”.
A nuestro Beato Dios le concedió la gracia
especial del martirio y se ofreció como María a su Hijo al pie de la cruz.
Su morir con Cristo
fue un abismarse, un sumergirse con Él en el misterio divino. Lejos de
considerar su donación como pasividad al entregar su vida, el martirio, supremo
testimonio de amor, fue para nuestro ilustre paisano Gabriel el sí de
libertad, dado a Cristo y al Evangelio, más radical de toda su vida.
Hoy día también es época de innumerables
mártires en los distintos continentes. Recordarles supone reconocer
humildemente nuestra cómoda vida y valorar dónde se sitúa nuestro grado de fe,
si es que ésta la pudiéramos medir en niveles o grados.
“Donación total de la propia vida”, palabras
muy bonitas que los mártires nos las recuerdan hechas pasión en su carne.
Queridos hermanos: vivimos en un mundo de
muerte pero en una sociedad que siente horror a morir. Fray Gabriel y todos los
mártires nos enfrentan a nuestra propia muerte, desde su propia opción por
Cristo, de este modo el sentido de nuestra propia existencia se define al
afrontar la propia muerte.
Mediante este supremo don, que Dios otorga
sola a determinadas almas, el sí a Cristo penetra en la eternidad, y la
eternidad de Dios se hace presente en la carne.
El don de la vida es un regalo que Dios nos
hace. Por la fe esa vida se convierte en don para los demás.
Por eso
esta palabra quiere ir dirigida a nuestra conciencia, a ese “sagrario del hombre, en el que está solo
con Dios y cuya voz resuena en lo más íntimo de ella”.
¿Somos
nosotros don para los demás? ¿En qué medida somos capaces de vaciarnos de
nosotros mismos para que se haga en nosotros la voluntad de Dios y nuestra vida
sea pura entrega y ofrenda a Él y a nuestros hermanos?
Desde esta verdad que por medio de la fe, nos
es revelada nuestra vida no nos pertenece, pues solo tiene sentido y es colmada
de plenitud si es dada.
Voy acabando ya.
Mi
cuarta y última palabra quiero dedicársela esta noche a Nuestra Madre la Virgen, pues no en
vano este año 2017 está siendo un año muy especial para mí y para los míos por habernos consagrado a Jesús por medio de María.
Decía San Buenaventura, y razón no le faltaba: “nunca he leído de santo alguno que no haya profesado especial devoción a la gloriosa Virgen”.
¿Cómo
sería el trato, el diálogo, la intimidad de nuestro Buen Gabriel con la virgen?
Es fácil suponer cómo veneraría nuestro
paisano Gabriel a María, modelo de confianza, de humildad y de amor.
Con desbordante de alegría, como buen
franciscano, Fray Gabriel daría gracias al Padre celestial por el don de la
maternidad divina concedido a María. Ella, en efecto, llevó durante nueve meses
en su seno virginal a Cristo.
Jamás ninguna criatura ha amado tanto a
Jesucristo ni se ha conformado tanto a su voluntad como su Santísima Madre.
Permitidme
que termine esta alocución con una oración que un homónimo mío, San Germán,
obispo de París del siglo VI, escribió de María.
Con
esta serie de alabanzas, requiebros y florecillas, que a mí me gusta más llamar
piropos me despido de vosotros.
Que Ella sea, como estamos seguros lo fue para
nuestro beato Gabriel de la Magdalena, nuestro refugio, nuestra esperanza y el
medio más seguro para llevarnos hasta su Hijo del que brotan todas las gracias.
Procesión del Beato Fray Gabriel muy cerca de la avenida que lleva su nombre el 3-9-2017 |
La oración dice así:
¿Quién no se llenará de admiración ante ti? Tú
eres firme protección, refugio seguro, intercesión vigilante, salvación
perenne, auxilio eficaz, socorro inmutable, sólida muralla, tesoro de delicias,
paraíso irreprensible, fortaleza inexpugnable, trinchera protegida, fuerte
torre de defensa,, puerto de refugio en la tempestad, sosiego para los que
están agitados, garantía de perdón para los pecadores, confianza de los
desesperados, acogida de los exiliados, retorno de los desterrados,
reconciliación de los enemistados, ayuda
para los que han sido condenados, bendición de quienes han sufrido una
maldición, rocío para la aridez del alma, gota de agua para la hierba marchita,
pues según está escrito, por medio de ti “nuestros huesos florecerán como un
prado”.
Amén.
¡¡Viva
la devoción a nuestro Beato Fray Gabriel de la Magdalena!!