sábado, 2 de noviembre de 2013

LA SOCIEDAD DE SOCORROS MUTUOS La Caridad, una visión desde el Derecho

    Reproduzco la 2ª PARTE del texto de la conferencia impartida por Isaac Martín Delgado, Profesor Titular de Derecho Administrativo de la Universidad de Castilla - La Mancha, el 17 de diciembre del 2010 en el marco de los actos conmemorativos del 115 aniversario de la fundación de la Asociación Cultural Recreativa "LA CONCORDIA".

   SU FUNCIONAMIENTO: HONOR Y DISCIPLINA

   El funcionamiento de la Sociedad tenía su eje en las reuniones mensuales de la Junta Directiva y en la Asamblea del conjunto de Socios que se celebraba con carácter anual (en los primeros años, el 25 de julio, siempre en el Teatro Echegaray; en 1903 se cambiaría al salón de quintas del Ayuntamiento, y variaría a fecha).

En 1903, el Teatro Echegaray llevaba menos de una década inaugurado.
 En uno y otro caso, la participación era siempre importante, muestra de un claro compromiso con la Sociedad y con los fines que ésta tenía. En esta línea, ninguno de los cargos era remunerado (salvo el Secretario, pues lo pidió el interesado algún tiempo después de la constitución ante la carga de trabajo que iba acumulando) y, lo cual llama poderosamente la atención, era absolutamente obligatorio aceptar el cargo si respondía a una decisión de los socios, bajo pena de expulsión y, claro es, siempre que no existieran motivos justificados para ello.

   También era obligatoria la participación en las Asambleas Generales, salvo causa legítima y de obedecer las decisiones de la Junta. Además, se preveía la obligación de prestar gratuitamente trabajo intelectual y material. Esta previsión se llevó a cabo en numerosas ocasiones. Una de ellas fue la construcción del edificio en el que actualmente nos encontramos, llevada a cabo en 1924. No fueron pocos los socios que estuvieron trabajando en esta remodelación por un precio inferior al de mercado (en algunos casos, cobrando solo los materiales, pero no la mano de obra). Seguro que entre los aquí presentes se encuentran hijos de algunos de los socios que prestaron su ayuda.


   Para la gestión ordinaria de los socorros, se contrató aun recaudador, cuya función consistía en cobrar y dar cuenta de lo cobrado, pero no solo: también se le encomendaba la función de visitar todas las semanas por lo menos a una vez, a los socios enfermos (también para, de paso, "echarles un ojo" y controlar si verdaderamente lo estaban) y, por supuesto, de entregar puntualmente el socorro acordado por la Junta.


   Se ejercía la caridad y la ayuda, pero siempre de manera controlada, para evitar y castigar abusos. De este modo, todo aquel socio que cayera enfermo o sufriera accidente debía pasar un control médico (fueron creciendo los médicos que prestaban este servicio, que tuvo que ser finalmente remunerado ante el aumento del trabajo que tenían como consecuencia del importante crecimiento de la Sociedad); la suma de los socorros se limitaba a lo suficiente para subsistir y se concedían siempre por tiempo limitado (si bien en ocasiones, en atención a las circunstancias personales del socio, se aumentaba el socorro o el tiempo de concesión y, además, para los enfermos crónicos y para los pobres de solemnidad se garantizaban socorros especiales); quien recibía el socorro debía permanecer en casa y, si deseaba salir, debía obtener la llamada papeleta de paseo con la preceptiva firma del presidente de la Sociedad, y el visado del alcalde y del párroco, bajo pena de pérdida del derecho y, en su caso, de expulsión. Pero, aunque controlada, se ejercía la caridad.


   Son numerosas las decisiones que pueden verse de concesión de ayudas a socios cuyo socorro había sido suspendido por ser su enfermedad de carácter crónico, dado el hecho de que seguían enfermos y visto su estado de pobreza. Asimismo, será una constante la decisión de aumentar los socorros cada vez que aumentaban los fondos de la Sociedad, en prueba de la ausencia de ánimo de lucro de la misma.



Don Constantino Pérez y Gómez era el párroco
 en estos años de principios del siglo XX


   Junto con todo ello, existía un fuerte régimen de sanciones para los socios que simularan enfermedades, para quienes las ocultaran con el fin de poder ingresar en la sociedad (obviamente, estaba vetado el ingreso para quienes ya estuvieran enfermos), para quienes se las provocaran a sí mismos, así como para los reincidentes. En las Actas hay muestras de todo tipo de supuestos, que siempre acabaron con la expulsión. Además y finalmente, se preveía la incompatibilidad entre ser socio y participar en un establecimiento benéfico, para evitar la doble percepción de subsidios. Como puede comprobarse, se trataba de un subsidio bien controlado ante la picardía de los socios, en atención a criterios de justicia y de sentido común. Una de las detectadas consistía en hacer efectivo el pago de la cuota (había un periodo de tiempo para hacerlo sin que se aplicase sanción) junto en el momento en que se caía enfermo. En esto seguimos siendo iguales, ciertamente.

   Aún así, también pueden verse muestras de generosidad incluso en la aplicación del Reglamento. Un caso curioso es el acontecido en 1902 con uno de los socios, que había recibido socorro por seis meses, durante los cuales había estado trabajando. Vista su situación personal, la Junta decidió, "guiada por un espíritu de concordia" socorrerle con un cantidad no gravosa para la Sociedad, aunque el socio no tuviera derecho.

CONTINUARÁ 

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DE BUEN NACIDOS ES...


Gracias amigo visitante por compartir este paseo por esta singular visión de mi pueblo, fruto de inquietudes recopiladoras desde...

Gracias, por ocupar parte de su tiempo en descubrir estos retazos, fragmentos, pinceladas de un laborioso pueblo como Sonseca, que ha demostrado a lo largo de su Historia saber superar con inteligencia creadora y ejecutiva las circunstancias más desfavorable.

Gracias, por leer y observar mis "entradas" metidas a golpe de corazón, como intuyendo lo que nos une y nos anima a seguir ampliando nuestros límites personales afianzando lo que somos y de donde venimos.

Disculpas por las erratas que siempre lleva un texto escrito aunque se haya realizado con lo mejor que uno ha aprendido.
























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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