MIRANDO
AL CIELO
Dignas
autoridades civiles y eclesiásticas; Sr. Presidente y hermanos de la Cofradía
de San Gregorio; queridos vecinos de Sonseca; señoras y señores:
Isaac Martín Delgado da el pregón en la puerta de la ermita de San Gregorio |
Aún
así, cuando el Presidente y el tesorero de la Cofradía, Valentín y Antonio, me
invitaron a serlo, no dudé ni un segundo en decir sí. Y lo hice como muestra de
apoyo a la valiente decisión que han tomado de asumir la dirección de una
cofradía secular, que se encarga de organizar esta importante fiesta para todos
nosotros y de mantener la devoción por San Gregorio. Hace apenas unas semanas
se podía leer en la prensa provincial el siguiente titular: “La Cofradía de San
Gregorio de Sonseca, al borde de la desaparición”. Hoy, gracias a la
generosidad de unos pocos sonsecanos, que se suman así a la manifestada por
tantos otros a lo largo de la historia, podemos seguir disfrutando de esta
fiesta. Quiero, por ello, que mis primeras palabras sean de agradecimiento y
reconocimiento a todos los miembros de la nueva Junta Directiva de la Cofradía,
por dedicar su tiempo, sus esfuerzos e, incluso, su dinero,para que todos
nosotros podamos disfrutar de esta fiesta.
San Gregorio Nacianceno en la hornacina de su ermita. |
Me
gustaría que se fijaran tan sólo un momento en la imagen de San Gregorio que
preside esta Ermita. Por si alguno no pudiera verla desde donde se encuentra
situado, se la describo: un joven Obispo, con un libro en la mano izquierda; la
mano derecha, adornada con el anillo episcopal,situada en su pecho, a la altura
del corazón; y la mirada hacia lo alto. En esta imagen está concentrada la
esencia de la fe que él vivió y que se encargó de custodiar, como obispo, y de
defender ante herejías de su época, como cristiano. Palabra, humildad ante Diosy
ojos hacia lo alto fijos en Él constituyen la esencia de la fe, esa misma fe
que nos congrega hoy aquí; esa misma fe a la que, sin embargo, casi no damos
importancia; la misma fe que estamos perdiendo en nuestro día a día y también
en nuestras celebraciones religiosas tradicionales.
Es
la mirada de San Gregorio hacia lo alto la que va a centrar mis reflexiones en
este Pregón, precisamente como reacción frente a la pérdida de fe que está
llevando al deterioro de la sociedad y que se evidencia en esta romería.
Hoy
en día vivimos devorados por la velocidad del ritmo de vida. Nuestros trabajos,
nuestros compromisos e, incluso, nuestras aficiones, nos llevan frenéticamente
de un lado para otro sin tiempo para profundizar en el sentido de las cosas. Hemos
perdido la costumbre de mirar hacia lo alto. A ello se une la incapacidad para
salir de nosotros mismos y mirar más allá de nuestras propias necesidades y
apetencias, que anteponemos a todo lo demás. El cada vez mayor ruido exterior y
la introversión egoísta obnubilan nuestros sentimientos y nuestra voluntad y
nos conducen a vivir en la superficialidad permanente.
Ninguno
de nosotros escapa de esta tentación. Esa mirada hacia lo alto que nos invita a
hacer San Gregorio es, pues, más necesaria que nunca.
Foto de la ermita en los años 50 del siglo XX |
Se
cumplen hoy 440 años de una inmensa lección de nuestros antepasados. Ellos construyeron
esta Ermita, allá por 1575, como tributo a San Gregorio para rogar a Dios, por
intercesión suya, ante las plagas de langostas que arrasaban las cosechas en
aquella época. Hoy en día, seguramente muchos de nosotros veamos en esta
decisión una muestra de superstición, una forma de vivir la fe ya superada,
propia de gente sin cultura y sin los medios tecnológicos que tenemos
actualmente. Sin embargo, estamos ante una prueba profunda de fe, de la que
mucho podemos aprender. Esta acción de los sonsecanos del siglo XVI es una
auténtica mirada hacia lo alto, desde la certeza de que Dios, Padre y Creador,
no deja de proteger a quien se lo implora pues, no en vano, es hijo y criatura
suya. Una acción que podemos y debemos imitar en las múltiples necesidades que
experimentamos a lo largo de nuestra vida, en los momentos en los que
percibimos nuestra pequeñez, cuando sufrimos, cuando lo estamos pasando mal:
Dios es nuestro Padre y nunca nos abandona.
Fotografía de la ermita de San Gregorio a principios de los años 80 |
Una
ermita en medio del campo dedicada a San Gregorio supone, además, un reconocimiento
de quienes nos han precedido en la vivencia de la santidad como estilo de vida.Los
cristianos vivimos la vocación a la santidad, a la que todos los bautizados
estamos llamados, con suma indiferencia, como si no fuera con nosotros. Llegar
a ser santo exige no sólo ser bueno y no cometer grandes males, sino reconocer
a Dios como Señor, entregarnos a Él y a los demás en nuestro día a día,
sabernos importantes en el seno de una comunidad y poner nuestros dones, los
muchos o pocos que tengamos, al servicio de todos.
San
Gregorio ganó su santidad desde la defensa de la fe y la fidelidad a la Iglesia
en un contexto de expansión, pero también de grandes enfrentamientos e,
incluso, de persecuciones, en el Imperio Romano Oriental del siglo IV. A pesar
de querer dedicarse a la contemplación en soledad, como asceta, por obediencia
se ordenócomo sacerdote y aceptó ser consagrado Obispo. 45 discursos, 244 cartas y
más de 400 poemas hicieron que fuese declarado Doctor de la Iglesia. Lo definió muy bien el Papa Benedicto
XVI: “es un hombre que nos hace sentir la
primacía de Dios y por eso nos habla también a nosotros, a nuestro mundo: sin
Dios, el hombre pierde su grandeza, sin Dios, no hay humanismo auténtico”
(Discurso de 22/8/2007).
La Banda de Música Juvenil acompañó al Santo con sus marchas en la procesión. |
La procesión discurrió esta año por un itinerario más largo, iniciativa de la nueva Junta Directiva de la Cofradía. |
Es por ello que hoy, en Sonseca, lo sacamos en procesión a nuestros hombros, como señal de reconocimiento por su santidad y para mostrarlo a todos como ejemplo de vida. Podemos y debemos, pues, acoger sus enseñanzas, aprender de sus valores, imitar su ejemplo.
Una
ermita en medio del campo implica, junto con todo lo anterior, expresión del
respeto por la naturaleza, obra de Dios. Me ha llamado poderosamente la
atención que en el programa de fiestas se nos advierta, de manera reiterada, de
la necesidad de mantener limpio el prado y de no causar destrozos en la zona. Hemos
perdido el sentido de la importancia de la creación, de la naturaleza, entendida
como regalo de Dios al ser humano para disfrutar de sus dones como medio de
subsistencia, pero también como legado que requiere de nuestro cuidado más
exquisito para poderconservarlo.
Detrás
de todo ello hay algo mucho más profundo: hemos perdido el sentido de comunidad
y la relación con nuestro Creador. Hijos de un mismo Dios, todos somos
hermanos. Creados con capacidad para trascender de nosotros mismos, estamos
llamados a elevar nuestra mirada para dirigirla hacia lo sobrenatural. Desde el
lugar que ocupamos cada uno de nosotros, hemos de poner nuestros dones al
servicio de los demás.Por eso, lo digo una vez más, es necesario mirar al
cielo, ser conscientes de que hay Alguien superior a nosotros que nos ha
regalado todo –la vida, la naturaleza, las cosas que tenemos, lo que somos–.
Un
día de romería esuna auténtica fiesta. Supone reunirse alrededor de una ermita
para confraternizar, descansar, divertirse como comunidad local. Pero también para
celebrar algo. En nuestro caso, la festividad de San Gregorio, que coincide
este año con su día. Ello implica reconocerse miembros de una comunidad
espiritual, la Iglesia, que comparte su fe en Dios y su devoción a San Gregorio
transmitida por nuestros antepasados. Pero exige, en uno y otro caso, ser
conscientes de que una y otra, la comunidad local y la comunidad espiritual,
requieren de nuestra entrega, y no de nuestro aprovechamiento egoísta, de
nuestra generosidad con los demás, de nuestro reconocimiento de que el otro es
hermano.
Estamos,
por tanto,ante una fiesta de la fe. Una fiesta religiosa de esta naturaleza,
por definición, tiene dos características: de un lado, la de peregrinar como
comunidad por devoción a un santo; de otro, la de, tras la peregrinación,
realizar una celebración popular en el campo, alrededor de la ermita. La
primera la hemos perdido; la segunda, estamos a punto de hacerlo, porque la
centralidad de la ermita y de su santoen la fiesta cada vez es menor.
En los años 60, los romeros se acercaban a venerar a San Gregorio montados en carros encalanados. |
Pero
nunca es tarde. Estamos a tiempo de reaccionar y trabajar por volver a nuestras
raíces, de recuperar esa peregrinación desde el pueblo hasta la ermita. Me
consta la ilusión renovada de la nueva Junta. Os propongo hoy aquí, como
homenaje a nuestro Santo, volver a organizar la peregrinación, proponer, sin
complejos, recuperar el sentido religioso de esta fiesta, tan diluido. Que esos
carros adornados vuelvan a subir desde el pueblo a la Ermita, pero no como simple
tradición, sino como manifestación de la fe, de un pueblo que peregrina y se
pone en camino para honrar a su santo y, con él, al mismo Dios.
Termino
esta breve reflexión con un texto del propio San Gregorio que expresa, mucho
mejor de lo que lo he hecho yo, lo que he intentado transmitirles:
“Reconoce de dónde te viene la
existencia, la respiración, la inteligencia, la sabiduría y —lo que es más
importante— el conocimiento de Dios, la esperanza del reino de los cielos
(…). Reconoce, además, que te has
convertido en hijo de Dios, coheredero con Cristo y, por usar una imagen
atrevida, ¡eres el mismo Dios! (…).
¿quién te permite ver la
belleza del cielo, el curso del sol, los ciclos de la luz, las miríadas de
estrellas y toda esa armonía y orden que siempre se renueva maravillosamente en
el mundo, haciendo alegre la creación como el sonido de una cetra?
¿Quién te concede la lluvia,
la fertilidad de los campos, el alimento, el gozo del arte, el lugar donde
habitas, las leyes, el estado y, añadamos, la vida de cada día, la amistad y el
placer de tu parentela?
¿Quién te ha colocado como
señor y rey de todo lo que hay sobre la tierra? (…) ¿quién te regaló esas
características tuyas que te aseguran la plena soberanía sobre los seres
vivientes? Fue Dios. ¿Y qué te pide Él, a cambio de todo esto? El amor. Te pide
constantemente, primero y sobre todo, amor a Él y al prójimo. El amor a los
demás lo exige lo mismo que el primero. ¿Vamos a ser tacaños para ofrecer este
don a Dios, después de los numerosos beneficios que de El hemos recibido y que
nos ha prometido? ¿Nos atreveremos a ser tan desvergonzados? Él, que es Dios y
Señor, se hace llamar Padre nuestro; ¿y nosotros vamos a renegar de nuestros
hermanos?
Estemos atentos, queridos
amigos, para no convertirnos en malos administradores de lo que se nos ha
regalado. (…)
Comportémonos de acuerdo con
aquella suprema y primordial ley de Dios, que hace bajar la lluvia sobre justos
y pecadores, y hace surgir el sol igualmente para todos; que ofrece a todos los
animales de la tierra el campo abierto, las fuentes, los ríos, los bosques; que
da el aire a las aves y el agua a los animales acuáticos; que a todos reparte
con gran liberalidad los bienes de la vida, sin restricciones ni condiciones,
sin ningún límite”. (Discurso 14).
Miremos al cielo.
¡Viva la devoción a San Gregorio Nacianceno! ¡Viva Sonseca!