Un S.O.S se cierne sobre la Compañía de Alabarderos de la Virgen
Oímos y leemos continuamente que vivimos en una era crucial; que el mundo se transforma rápidamente; que la sociedad sufre convulsiones profundas en todas las ramas y niveles, y que el oleaje de este mar revuelto zarandea no solo a las grandes sociedades y regímenes, sino que las últimas ondulaciones de ese oleaje llegan hasta las pequeñas instituciones, barriendo tradiciones, y conmueven hasta lo más íntimo y particular de cada alma. Si es así, es lógico que a la alegre Compañía de Alabarderos llegue también la zozobra.
Bastante dificultad ha costado este año encontrar Alférez y Compañía. Es de suponer que en años venideros no disminuya, sino que aumente dicha dificultad.
Conviene ir preparando los ánimos, sobre todo, de los ciegamente pegados con exceso a las tradiciones, para que, si un año se enteran de que no hay alabarderos, sepan que no se hunde el mundo, ni desaparece Sonseca, ni la devoción a la Virgen, sino, sencillamente, que las cosas y costumbres evolucionan y cambian. Aferrarse porque sí a lo de antes, que no ha sido de siempre, perjudica y anquilosa.
No me voy a detener en exponer los motivos de este S. O. S., ya que cada uno los puede suponer y colegir, siendo a mi parecer, el principal el tiempo que ser alabardero lleva consigo, dada la actual organización de la sociedad, sobre todo, en el aspecto laboral.
Pero conviene ir pensando en alguna de estas soluciones:
1ª Intentar a toda costa seguir como hasta ahora.
2ª Seguir, pero variando el reglamento, aspectos o tradiciones, amoldándolo a los tiempos y costumbres actuales.
3ª Suprimirlas de una vez.
4ª Dejarlas desaparecer por inanición.
¿Qué es lo mejor? Hablen, dialoguen... y ayuden a quien tenga que decidir.
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