"Estas Ferias no solo son una ocasión para el festejo, sino también un momento para reflexión y el reencuentro. Es la oportunidad de mirar hacia atrás y valorar todo lo que hemos conseguido juntos, de rendir homenaje a aquellos que nos precedieron y nos dejaron un legado de valores y costumbre"
Dolores Romero López, pregonera, en su presentación en el programa de Ferias y Fiestas
7 de septiembre, sábado
PREGÓN DE FERIAS Y FIESTAS
Auditorio de Nelson Mandela de la Casa de la Cultura
Dolores, como anteriores pregoneros/as, se ha dignado en ceder el pregón gentilmente a este sencillo medio para su universal divulgación por Internet con el propósito de compartirlo con todos aquellos que deseen leerlo, releerlo..., disfrutarlo.
Muchas gracias por tu generosidad.
[Buenas noches, Sonseca]
[¡Qué emoción!]
“CON LOS LIBROS HICE CAMINO”
Pregón
Ferias y Fiestas en Honor a la Virgen de los
Remedios
(2024)
Dolores Romero López
|
Virgen de los Remedios, patrona de Sonseca, en su ermita. |
SALUDO INICIAL, AGRADECIMIENTOS Y CONTEXTO
Distinguidas autoridades civiles y eclesiásticas,
estimados alcaldes de los pueblos vecinos, querida alcaldesa y representantes
de la Corporación Municipal, queridos miembros del Patronato de la Virgen de los
Remedios, alférez, muñidor y miembros de la Compañía de Alabarderos, reina, damas
y niña de la bandera con quieres este año comparto el honor de honrar a
nuestra Patrona.
Queridos vecinos de Sonseca:
En primer lugar, quiero expresar mi gratitud a mis
familiares y amigos por apoyarme en este reconocimiento institucional del
pueblo en el que nací y a mi propia familia. No podría estar aquí hoy sin el apoyo
incondicional de mi marido, Ernesto, y mis dos hijas, Beatriz y Andrea. Este momento es tan
vuestro como mío.
Como habréis observado, mientras habéis ido llegando
y buscando acomodo, habéis visto algunas imágenes en carrusel sin ningún
orden ni concierto, pues no tenían otro fin que evocar la historia y tradiciones de
nuestro querido pueblo y potenciar el mensaje de mi pregón. Estas imágenes –que esperemos
que algún día puedan estar debidamente catalogadas en el Ayuntamiento– han sido
cedidas por la Asociación Fotográfica Gran Angular, el Archivo Fotográfico
Salvador Peces y por particulares.
Sé que muchos de vosotros me conocéis desde que
nací. Fui una de las últimas niñas en nacer en mi casa, aquí en Sonseca, un
domingo del mes de marzo de 1965.
Me llamo Dolores, como la Virgen de nuestra Ermita
del Cristo, pues mi madre, Pilar López Valentín –“Violina”, para más señas–, que
deseaba tener una niña, rogaba con fervor a nuestra Señora, que le concediera su deseo
a cambio de ponerme su nombre.
Mi primer apellido, Romero, es frecuente en Sonseca.
La familia de mi padre, Jacinto Romero Dorado, se asentó en una casa de vecinos de
la calle Ballesta. Pero mi infancia son recuerdos de un patio empedrado y con olor a
rosas y lilas de la calle San Quintín, en el barrio del Oteruelo, donde la familia de mi
madre ha vivido desde principios del siglo XX. En esta vivienda solariega se acomodaron
mis padres para ayudar en las labores agrícolas a mis abuelos maternos y labrar
juntos su futuro.
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Doña Dolores Romero López, pregonera de la Ferias y Fiestas de Sonseca 2024 |
UNA VIDA QUE COBRA SENTIDO HISTÓRICO
Quizá penséis que es fácil escribir unas cuantas
líneas y leerlas ante un público diverso y con ganas de divertirse. Si he aceptado
pronunciar el pregón de Ferias y Fiestas de nuestra Villa es porque –en la madurez de
mis días y pese a la dificultad de poner en palabras mis emociones– tiene sentido dar
gracias a nuestra Patrona, la Virgen de los Remedios, por ser sonsecana. Tengo que
confesaros que, siendo estudiante de EGB en Sonseca y de BUP y COU en Mora,
me acercaba frecuentemente a la Ermita de los Remedios solicitándole ayuda para
aprobar mis asignaturas y fuerza para superar dificultades.
Ahora, desde la experiencia de mi vida personal y mi
carrera profesional y en la añoranza de mis años jóvenes, me pregunto de dónde
saqué yo mi afición por la literatura, qué había en Sonseca a finales de los
años setenta y principios de los ochenta que despertó mi interés por los estudios y más
concretamente por leer libros de ficción con tanta pasión y denuedo que hice de ello mi
profesión. Las respuestas a estas preguntas constituyen las reflexiones que ahora
quiero compartir con vosotros.
Como los años de infancia son los de formación del carácter, vamos a recordar brevemente cómo era Sonseca a través de ese viaje
que va de mi niñez a mi juventud.
Mis padres han sido el pilar y la inspiración de mi
vida. Ellos me dejaron el valioso legado cultural de las familias labradoras de Sonseca,
enseñándome a valorar el trabajo de sol a sol, a superar la incertidumbre de quien espera la
cosecha, a respetar nuestras tradiciones orales con sus palabras y dichos
coloquiales. Todavía recuerdo cómo mis abuelos trillaban en las eras y guardaban los frutos
de la primavera y el verano en las cámaras de sus casas para disponer de viandas
durante el otoño y el invierno. En palabras de hoy diríamos que la generación de
nuestros abuelos fue la última que practicó la sostenibilidad por necesidad. Estas
tradiciones las recogí en mis dos primeros libros La besana de la memoria. Estudio
filológico de la cultura rural toledana y Canciones y romances de la villa de Sonseca,
publicados siendo yo aún estudiante en Salamanca.
Mientras Sonseca destacaba por su industria textil,
de la madera y el mazapán, la generación de mis padres llevó a cabo la primera
mecanización del campo. Mi padre fue uno de los primeros agricultores del pueblo que
se compró un tractor y fue socio fundador en 1967 de la Cooperativa Agrícola que
también lleva el nombre de nuestra Patrona. Quiero rendir homenaje en este pregón a
todas las familias sonsecanas que han vivido y viven de la producción agrícola y
ganadera. Especialmente quiero mencionar a las mujeres rurales que siempre han
apoyado con su fuerza y valentía el ciclo de siembra, cultivo y recolección. Me vienen a
la memoria las hortelanas, las cuadrillas de espigadoras, escardadoras, las que
rebuscaban en los suelos las aceitunas después de varear las olivas, las
vendimiadoras y las que ayudaban a la economía familiar con el ordeño o el cuidado del
ganado. Los niños nos criamos a su amparo. Además, en la temporada del mazapán, estas
mujeres, –mi abuela y mi madre entre ellas–, se sacaban un jornal en la fábrica de
mazapanes uniéndose así a las mazapaneras. Es el momento de valorar y agradecer su
entrega para sacar adelante a sus seres queridos.
Muchas de esas familias se dieron cuenta de que la
única forma de que sus hijos vivieran mejor era dándoles estudios. Su memoria
vive en mi corazón cada día y no dejaré nunca de darles las gracias por habernos
enseñado, mediante el ejemplo, que el trabajo tiene su recompensa, si no inmediatamente,
sí a lo largo del ciclo de la vida.
Si el esfuerzo de nuestros padres ha sido la entraña
de quienes compartís conmigo este devenir generacional, no es menos
cierto que nuestro acceso a la educación fue la gran oportunidad de nuestras vidas.
Mi casa está cerca de las entonces Escuelas de El
Oteruelo. Aprendimos en ellas no solo a leer, escribir y las primeras reglas
matemáticas, sino también el valor de la amistad y el compañerismo. Lo que más nos gustaba a
los muchachos era que los maestros nos sacaran en primavera de excursión al
campo, a San Gregorio, a veces a Casalgordo y en alguna ocasión a la ermita de San
Pedro de la Mata.
Al lado de las Escuelas del Oteruelo estaba la
tienda de la Saturnina en la que nos comprábamos chucherías e intercambiábamos
cromos. En esa misma acera estaba la Biblioteca Municipal a la que íbamos a leer
después de salir de clase; eso sí con las manos bien limpias, algo que no era tan fácil porque
nos gustaba jugar en la peana a las chapas, a los bolindres, al escondite inglés, a
pídola, ¡a lo que se terciara! Aquella Biblioteca Municipal sorprendía a cualquier niño por
el orden con el que se disponían los libros en sus estanterías, bien por temas
–Literatura, Historia, Filosofía...– o por géneros –Poesía, Novela, Teatro, Cuentos Infantiles
y Juveniles–. De aquella época seguro que os acordáis de haber leído algún libro de
la serie de Los cinco, Robinson Crusoe o Peter Pan... aventuras, en fin, de jóvenes
curiosos, inquietos y con ganas de explorar el mundo, como nosotros entonces.
Desde las Escuelas de El Oteruelo pasamos al recién
estrenado Instituto san Juan Evangelista, con su biblioteca, comedor,
gimnasio y campos de fútbol. Nuestros entusiastas profesores trataban de inculcarnos los
saberes de las letras y las ciencias, pero a nosotros nos divertía mucho más aprender a
tocar la flauta, bailar jotas manchegas, recitar poemas y formar equipos de fútbol
o balonmano masculinos y femeninos. Con estos profesores hicimos excursiones
a Madrid, a ver el Guernica, y a Mallorca en barco, como viaje fin de curso. En el
Instituto, junto a la secretaría, había otra Biblioteca a la que se podía ir a leer durante
los recreos. En ella leímos a clásicos españoles. Recuerdo el impacto que me dejaron dos
lecturas: La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela por su exagerado
tremendismo narrativo, y Cinco horas con Mario de Miguel Delibes sobre las confesiones
íntimas de la protagonista a su recién fallecido esposo.
Las actividades curriculares del Instituto tenían su
proyección después en otro espacios culturales recién inaugurados en Sonseca.
La Biblioteca Municipal de El Oteruelo se trasladó a una nueva localización, más
céntrica, en la calle Toledo. Y los niños que bajábamos a leer a la Biblioteca nos
sumamos a un grupo de adolescentes mayores que nosotros que daban un nuevo sentido al
cercano Centro Cultural Revuelo Pro-Casa de la Cultura, una verdadera Movida
sonsecana cuyo objetivo era elevar el nivel cultural de los jóvenes en un momento crucial
para la historia de nuestra recién estrenada Democracia. La cultura popular se
convirtió en todo un símbolo de naciente libertad, o al menos así lo vivimos algunos de
nosotros. Nos apasionamos por la pintura, por la música, por el nuevo cine, por el teatro...
Nuestra juventud era un hervidero de iniciativas populares que se proyectaban como
herencia de La Academia, cuyo objetivo era hacer que los hijos de los más necesitados
tuvieran acceso a una carrera y apoyar el resurgimiento de las enseñanzas medias en
Sonseca. Mi hermano Fernando estudió en La Academia y pudo concluir con éxito sus
estudios de Magisterio en Toledo. Sin su ejemplo y el deseo de mis padres de darnos a los dos
las mismas oportunidades, yo no hubiera cursado estudios superiores.
Escuela, cultura e iglesia fueron de la mano en esos
años de la Transición en Sonseca. Mi generación no conoció directamente la
labor de La Academia, pero sí la de otros sacerdotes jóvenes que promovían la
conciencia moral lúcida y el trabajo con los creyentes en un clima de apertura y diálogo.
Salió adelante un coro de iglesia en el que participábamos con los conocimientos musicales
que aprendimos en el Instituto.
Un nuevo “Padre Nuestro” –¡ahora cantado! – y
canciones como “Una nueva vida”, “Pueblo mío”, y tantas otras... hacían la misa de
niños del domingo entretenida y alegre para todos.
Por entonces, se puso en marcha el llamado
Movimiento Junior cuyos monitores nos reunían en grupos mixtos para hablar de los
valores cristianos. Nos enseñaron a tener fe en Dios y en nosotros mismos, es decir, un
humanismo cristiano activo basado en potenciar la vida espiritual y colectiva como
pueblo. Participamos en proyectos como la recogida de alimentos, la organización de
actividades para los ancianos y jornadas de reflexión, compromiso y celebración. Estas
experiencias no solo nos hicieron mejores personas, sino que marcaron el recuerdo
indeleble de verdaderos amigos como quedó de manifiesto en la celebración de la Quinta
del 65, cincuenta años después.
A esas entrañables canciones del coro se fueron
sumando otras que grupos musicales recién formados cantaban en la Plaza o en
la Feria, y el pueblo que camina se hizo errante peregrino en busca de un destino que
tenía sueños de libertad. Así las canciones de Jarcha, Cecilia, María Ostiz, Nino
Bravo... y otros aún más jóvenes que venían pisando fuerte como Alaska, Mecano y Miguel
Bosé... llenaron de alegría nuestros primeros guateques, que solíamos celebrar
en alguna casa antigua. Y entre todos nos esforzamos por avanzar, por modernizar
nuestro pueblo, no solo trabajando, estudiando, asfaltando las calles, llevando
alcantarillado y agua corriente a todas las casas, reformando las viviendas, sino también
fortaleciendo la confianza en la igualdad para todos, en la pluralidad política y en una nueva
educación. Los más jóvenes queríamos transitar por caminos propios buscando la
construcción de un mundo mejor.
Ese viaje físico y simbólico que ahora os narro
estuvo acompañado –en mi caso– de un proceso lento y tranquilo –como el tiempo de
la labranza– que me permitió desarrollar mi gusto por la observación, el estudio
y la lectura. En ese contexto debo hablar brevemente de un último espacio que determinó
mi vocación profesional y nos ayudó a muchos a fraguar un futuro. Me estoy
refiriendo a la librería La Cava, situada en la calle La Unión, la calle comercial del pueblo
en aquel entonces. A todos nos encantaba ir a comprar cositas de papelería a La
Cava. Además, se puso de moda coleccionar fascículos de todo tipo. En mi caso, me
acercaba a La Cava todas las semanas para coleccionar novelas de Literatura
Española y de Literatura Universal publicadas por Ediciones Orbis. Recuerdo la lectura
de novelas de Dickens, Flaubert, Proust o Borges durante los largos veranos. Aún
tengo en mi biblioteca personal esas ediciones baratas, subrayadas con lápiz y anotadas
al margen con el significado de algunas palabras que después transcribía en lo que
fue mi primer diccionario de términos desconocidos.
Esta práctica de lectura atenta coincidió con mis
años de estudio de BUP y COU en Mora de Toledo en los que un profesor de Lengua y
Literatura Española fue mi verdadero mentor y quien me asesoró para realizar
estudios de Filología. Después de leer y releer todo lo que iba cayendo en mis manos,
me di cuenta de que la lectura era para mí algo más que una narración de hechos
ficticios. La lectura de textos literarios da las claves de acceso a la interpretación íntima
de hechos históricos. La lectura da la lucidez necesaria para ver las cosas desde distintas
perspectivas y sin adoctrinamiento.
A través de la lectura, la vida se abre a
experiencias que nunca tendremos ocasión de vivir. La lectura sacia la curiosidad y da vuelos a
la imaginación, pues no hay nada más humano que el deseo de descubrir nuevos mundos y de
ser protagonistas en ellos. Por eso os animo a leer, a leer lo que sea y siempre.
Y así, como quien no quiere la cosa, os he recordado
mi pequeña historia en la historia compartida de Sonseca. En mi recuerdo se me
agolpan los espacios personales, como mi casa, con otros públicos como
las escuelas, las bibliotecas, la Iglesia y la Casa de la Cultura. Este recuerdo que
cobra ahora forma de pregón es un viaje físico desde el Oteruelo a la Feria, pero
también vital desde la niñez a la juventud desde el juego a la cultura, desde la inocencia a la
madurez, desde la inconsciencia a la búsqueda de un espíritu crítico. He intentado
narrar en pocas palabras cómo en ese viaje fue surgiendo mi gusto por el estudio y por la
lectura para justificar así mi vocación y mi profesión.
Después, vinieron nuevos retos, lejos del pueblo que
me vio nacer. Los años vividos de actividad cultural en Sonseca
coincidieron con una gran tensión política y efervescencia cultural en Madrid. Muchos de mis
compañeros de estudios de Mora se fueron a las universidades madrileñas a cursar sus
carreras, pero mis padres no querían dejarme ir a estudiar sola a la capital. Con la
recomendación de mi hermano que ya estaba ejerciendo su magisterio y con gran esfuerzo
emotivo y económico, decidimos que lo mejor era cambiar mi expediente a la
Universidad de Salamanca y vivir en un Colegio Mayor cercano a la Facultad de Filología.
Estudiar en Salamanca suponía para mí alcanzar un sueño: era la tierra de El Lazarillo
de Tormes y La Celestina; pero, además, era la universidad de Miguel de Unamuno, el
gran intelectual español de la modernidad.
Comencé con gran ilusión mis estudios de Filología
en Salamanca pensando en que era mi vocación, pero debo admitir que en muchas
ocasiones me sentí sola, lejos de mi familia –que también me añoraba– y tuve que
sacar fuerzas de flaqueza para afrontar mi propia vida con precaución y valentía.
En Salamanca fue surgiendo una nueva vocación, la investigación filológica, a la
que dediqué otros cinco años de formación predoctoral y una etapa posdoctoral de
tres años en el Reino Unido. Durante este largo periodo aprendí que el cambio es la única
constante en la vida, que merece la pena arriesgarse casi siempre, que todos los
problemas tienen ventanas y que tenía conocimientos suficientes para aportar una visión
del mundo propia.
En ese tránsito de mi investigación tuve la suerte
de formar mi propia familia. Juntos emprendimos viaje al Reino Unido para ampliar
estudios de máster y un nuevo doctorado en la Universidad de Nottingham. La
distancia de Sonseca se acrecentó aún más, en una época en la que los pasajes de avión
eran caros y no había Internet. Terminamos lo que habíamos ido a hacer allí y nos
vinimos para España con muchas ganas de sol, fiesta, paella y tortilla. Poco a poco
fuimos recobrando amigos que habíamos dejado en Sonseca y en Salamanca. Y hoy
puedo decir con orgullo que cuando venimos al pueblo nos sentimos bien arropados
y queridos por mi familia, amigos, vecinos y conocidos. ¡Os lo agradecemos de
todo corazón!
Después ya vinieron mis años de reincorporación a la
universidad pública española, primero a la UNED y, desde 2002, a la
Universidad Complutense de Madrid donde ahora ejerzo como catedrática de Literatura
Española. Los profesores universitarios impartimos docencia, pero en lo que
verdaderamente debemos invertir nuestro esfuerzo es en llevar a cabo una
investigación puntera que sea capaz de marcar el camino que debe seguir nuestra sociedad. En mi
caso, dirijo un grupo de investigación experto en escritoras y escritores olvidados y
coordino el nodo CLARIAH de la Comunidad de Madrid cuyo objetivo es acercar la
transformación digital a los estudios en Humanidades. Fruto de la investigación de nuestro
grupo es la Biblioteca Digital Mnemosine, una biblioteca de la memoria, a la que
todos Vds. pueden acceder a través de Internet y leer libros españoles de principios
del siglo XX.
Por concluir y parafraseando el lema de Sonseca:
“Con los libros hice camino”.
Desde la Biblioteca de El Oteruelo hasta la
Biblioteca Digital Mnemosine mi camino ha sido largo y lleno de experiencias.
UNIÓN Y OPTIMISMO PARA UN PUEBLO CON FUTURO
Hoy Sonseca tiene enormes retos y grandes
oportunidades que debe abrazar con valentía y optimismo: la transformación digital
se debe integrar en los procesos industriales, culturales y educativos; nuestra
economía tendrá que ser cada vez más circular y la inteligencia artificial se aplicará a
campos concretos sin olvidar nunca la ética y el sentido común. Tenemos que seguir
trabajando, trabajando y trabajando con fuerza y pasión –como lo hicieron nuestros mayores–
para desarrollar talento específico. Estamos, pues, ante un proceso de
transformación imparable del que Sonseca debe salir fortalecida porque aquí la
calidad de vida es buena y existe una comunidad humana en convivencia activa. En cuanto
conectamos somos capaces de hacer cosas increíbles. Apostemos por la educación,
la cultura y el cuidado de nuestras tradiciones para asegurar un futuro digno a nuestros
jóvenes.
Y ahora, os invito a todos a disfrutar de estas
Fiestas con alegría y respeto.
Además, quiero expresar mi más profundo
agradecimiento a la Virgen de los Remedios. ¡Que su bendición nos guíe y nos proteja
siempre!
Y ahora todos juntos:
¡Viva la devoción a la Santísima Virgen de los
Remedios!
¡Viva Sonseca!
[Leído al público en la Casa de la Cultura de
Sonseca (Toledo) el día 7 de septiembre de 2024 a las 9:30 de la noche]
|
Las autoridades eclesiales de Sonseca asistieron al acto como de costumbre. |
Dolores Romero López pregona Ferias y Fiestas
con una sapiencia tal,
que a todos nos embelesa:
Universidad Popular.
Día 8 de septiembre, domingo
LA FUNCIÓN, FIESTA MAYOR
Alrededor del Ofrecimiento
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La Banda de Música amenizó el Ofrecimiento ocupando el portal de la ermita. |
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Larga hilera se formó por la calle Rojas para entrar a ofrecer el día de la Fiesta Principal. |
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Las hermanas Sánchez Domínguez hacen cola para ofrecer sus trabajos artesanos. |
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El alférez, Pedro Pablo, se dirige a la entrada de la ermita para recoger a los oferentes. |
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Típicas son las jarritas de cerámica que se venden en el ferial para recaudar fondos. |
PROCESIÓN
Detalles finales
9 de septiembre, lunes
PASACALLES A CABALLO Y DEGUSTACIÓN DE UN VINO ESPAÑOL.
En el recinto ferial.
ORGANIZA: Asociación Cultural Ecuestre "El Arreón"
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El grupo Espinita del Rocío bailó sevillanas rocieras. |
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La niña de la Bandera, fue subida a un caballo para dar un paseo. |
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Componentes de El Arreón, sirvieron gentilmente una vino español a los asistentes. |
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La reina, Andrea Ruiz, montada en la grupa en el paseo de la A.C.E. "El Arreón". |
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Eva Peñalver, 1ª Dama montón también a la grupa de un caballo. |
Entrega del galardón: "Caballo de Oro 2024" a D. Salvador Peces Sánchez porque al curiosear por la vida nos ha mostrado lo mejor que ha visto.
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Hizo la entrega Ataulfo Bermúdez. |
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Felicitación del presidente de la Asociación, Raúl Cerdeño |
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El premiado y su esposa con la Junta Directiva de El Arreón. |
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Con la alcaldesa, María Victoria y la concejal de Cultura, Lorena. |
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Margarita Mora fue la afortunada con el jamón de la rifa de El Arreón. |
EXPOSICIONES VARIAS:
Se celebran previas a la Ferias y Fiestas y durante éstas.
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Maqueta del ayuntamiento de Sonseca. Autor: Javier Herrera. |
EXPOSICIÓN COLECTIVA DE PINTURA DE LA A.C. ARTÍSTICA "Arcos Iris"
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Arcos de la plaza de la Virgen de los Remedios. El año que viene cumplirán 70 años. |
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Maqueta de la fuente Vallejo, la primera instalada en Sonseca. |
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Cándido Muñoz conversando con visitantes a su exposición de maquetas. |
"RIFA", SUBASTA DE LO OFRECIDO A LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS EL DÍA 8.
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Lo ofrecido el día 8, se subasta ,"rifa", a partir del día 9 después de la novena. |
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José Sobrino, muñidor, da vueltas atento al pujante. |
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La cesta de los Alabarderos llegó a los 1000 € en la "rifa". |
FIESTA DE LA OCTAVA, domingo 15 de septiembre.
PROCESIÓN
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La Banda de Música toca el Himno Nacional a la salida de la imagen de la Virgen. |
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Los antiguos alféreces ayudan a rodar la carroza de la Virgen durante la procesión. |
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Pedro Pablo Peces, alférez, baila la bandera de rodillas delante de la Virgen. |
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La reina y damas participan en todos los actos celebrados en Ferias y Fiestas |
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Mujeres vestidas con mantilla acompañan a su patrona alumbrando la procesión. |
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Beatriz Puebla, la niña de la bandera. anduvo un trecho a pie al comienzo de la procesión. |
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Sacerdotes, diáconos y seminaristas de la parroquia. |
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Manuel Moraleda, administrador, con su equipo del Patronato de la Virgen. |
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La carroza con la Virgen sube una suave rampa hacia la ermita. |
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El alférez siempre baila o anda la bandera rodeado por sus alabarderos. |
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Multitud de sonsecanos congregados en la plaza alrededor de su patrona. |
CAMBIO DE ALABARDAS A LA NUEVA COMPAÑÍA.
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Javier Rodríguez-Malo se dirige a la ermita cogida su alabarda. |
CON LA "RIFA" DE LA BANDERA SE TERMINARON LAS FERIAS Y FIESTAS 2024 DE SONSECA
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Nicolás Martín, niño de la Bandera, aupado por el muñidor. |
A quince mil setecientos
llega este año la Bandera,
se hace cambio de alabardas;
la Octava más duradera,
cuatro de la madrugada.